Lo hermoso de la variabilidad de la frecuencia cardíaca es la obtención de datos ocultos en la señal del ritmo cardíaco.
Tenía el computador encendido y debía redactar las cargas de entrenamiento para mis deportistas. Al abrir las páginas deportivas en mi matinal jornada en Nueva Zelanda, leí la noticia del accidente de Roberto y de inmediato lo recordé jugando, es decir, corriendo. Los deportistas somos definidos como seres que les gusta sudar. Amantes del rigor y de oficios diversos. Para un deportista, el deporte es la continuación de sus juegos de niño, soy un convencido que seguimos jugando cuando nos transformamos en atletas de resistencia.
Desde que abandoné el sudor, lo reemplace por el estudio del latido cardíaco, y me transformé en entrenador, dedicado al estudio del latido cardíaco. Triatletas, Trail runners y esquiadores son la tribu que decidí sosegar (es decir, ayudar en sus jornadas de sudor). Sí, llevarlos al éxtasis del pódium, pulir (con un mástil y cincel) sus profundidades más estoicas y presentarles el ego de las redes sociales, es mi sosiego interno. Descubrí una pasión adictiva de intentar entender cómo sudan, cómo laten sus ritmos cardíacos, el espacio de tiempo que reina entre cada latido y cómo se recuperan después de jornadas intensas. Ahí está el misterio de mi oficio. Como un maestro de la gran sospecha, los veo como montañeros, filósofos, músicos, escritores y poetas. Por eso, al leer la noticia que mi compañero de armas había sufrido un accidente en moto, no pude seguir componiendo las métricas para mis atletas.
Recordé cuando nos conocimos en los Juegos Mundiales Militares en Corea del Sur el año 2015. Estábamos junto a Jorge Cifuentes, otro gigante de la orientación militar, esperando el transporte que nos llevaría a la villa olímpica, conversamos sobre la magia del deporte. Roberto relataba que nuestras pasiones no distinguían uniformes, profesiones, clases sociales ni cuentas corrientes. Me pareció interesante su punto de vista porque yo venía desde hace un par de años dedicado a subir montañas y competir en esquí y triatlón. Un cultivo que nuestro gremio permitía y que Roberto asombrado, me preguntaba sin cesar, sobre mis intenciones de hacer ciencia después que me retirara de esas humanidades. Se definió como un amante de los remolinos y las escaladas escarpadas. Le cautivaban las montañas chilenas, sus araucarias y los abruptos senderos que el valle del Aconcagua traía consigo. Quería tocar las estrellas corriendo, pero de tan sutil manera, que me conmovió reconocerlo más allá de nuestras disciplinas deportivas y grados jerárquicos. ¿Quién será su entrenador? pensé, que había logrado esculpir en sus versos, la prosa que cualquier campeón desea. Al día de hoy, cobran un profundo sosiego las palabras de Roberto aquel día.
Tenía razón, nuestras pasiones nos hicieron presentarnos como abnegados, serenos, humildes y mágicos deportistas. No puedo decirlo de otra manera. Y desde una perspectiva histórica, quizás fueron los misterios que hacen de mi oficio, un observador cautivo de mis atletas como montañeros, filósofos, músicos, escritores o poetas. Como diría R. Bolaño:
“…A la literatura nunca se llega por azar, nunca…y tú siempre has sabido que ese es tu camino…”
Las palabras de Roberto, no cayeron en el olvido cuando encontré mi vocación de entrenador, tampoco caerá en el olvido su sello de campeón. Esta vez, en otra dimensión que aún está por revelarse. Con la vibración palpitante del respiro agitado, de aquellos seres que hemos caminado por la oscuridad y nos levantamos a preguntar por nuestros panfletos declarando el triunfo de nuestras voluntades para tales propósitos:
“Pero como la poesía (la verdadera poesía) es así: se deja presentir, se anuncia en el aire, como los terremotos que según dicen presienten algunos animales especialmente aptos para tal propósito” (R. Bolaño).
Mirando por el espejo retrovisor de mi vida, nuestro encuentro ha permitido acceder a la cuantificación del balance (autonómico) en mis atletas. Así, con la información obtenida a partir de ellos, intento día a día conocer el comportamiento caótico de sus señales cardíacas de un estresor tan mágico como el ejercicio físico.
Roberto: Que este momento estresor permita levantarte como el caudillo que eres, volviendo a conquistar la escarpada cumbre que está por venir!
Claudio Nieto
Martes 1 de diciembre de 2020