El fuego sagrado#RunchileArtículos Eduardo Cumplido

Este artículo de historia deportiva, más que relatar la hazaña de algún atleta destacado como han sido los anteriores… y que serán los próximos!!, cuenta muy brevemente el origen de un hermoso y tradicional rito.

Desde Ámsterdam en 1928, una llama ardía durante la celebración de los Juegos Olímpicos. Pero era un simple “fuego local” que se encendía durante la ceremonia de inauguración.

Fue Carl Diem, secretario general del comité organizador de los JJ.OO. de Berlín en 1936, quien tuvo la idea que desde entonces se ha convertido en un rito imprescindible: Traer el fuego desde las ruinas de la ciudad sagrada de Olimpia en Grecia hasta la ciudad sede de los Juegos. Diem lo explico al COI como “simbólico homenaje al vencedor de la carrera del estadio en los antiguos Juegos, que tenía el privilegio de llevar el fuego sagrado al altar de Zeus”.

La explicación de Diem gustó tanto al Comité, y fue así como el 21 de julio doce jóvenes griegas encienden la llama a través de un cristal en el que convergen los rayos del Sol. Un atleta griego, con el torso desnudo, será el que inicie la carrera de la antorcha, que pasando por las manos de tres mil voluntarios irá desfilando por Atenas, Sofía, Belgrado, Viena y Praga, camino a Berlín.

El 1 de agosto de 1936, en Berlín, con el estadio repleto y una multitud en las calles, todo está preparado para recibir la llegada de la antorcha.

La triunfal inauguración y el último recorrido están repletas de banderas rojas con la cruz gamada, y miles de personas saludan con el brazo en alto. Recién ocupada la desmilitarizada Renania, la historia está a cinco meses del Anschluss, a poco más de dos años de la ocupación de los Sudetes y la anexión de Checoslovaquia…, y a tres años de la Segunda Guerra Mundial.

El documental propagandístico de Leni Riefenstahl, Olympia, demuestra como Hitler aprovecho retorcidamente los Juegos para sus fines bélicos futuros.

En el estadio desfilaron 49 países, representados por 4.069 atletas, integrados por 328 mujeres (el mayor numero hasta la fecha). El zepelín Hindenburg, con una enorme bandera olímpica, sobrevolaba el estadio mientras Hitler, acatando la recomendación del presidente del COI, el Conde Henri de Baillet-Latour, se limitaba a pronunciar las breves palabras inaugurales.

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Luego el pastor Spiridon Louis, ganador de la primera maratón, y que con sus 65 años había encabezado la delegación griega en el desfile, sube hasta el palco para hacer entrega al Führer de ¡un ramo de olivo! Un atleta alemán, enciende el pebetero con el fuego de Olimpia que 3.000 deportistas hicieron llegar hasta Berlín.

El compositor Richard Strauss estrena un nuevo himno olímpico; y un coro de 10.000 voces, a las que pronto acompaña todo el estadio, entonan el Aleluya de Haendel.

por Eduardo Cumplido Mayrock (Martes 16 de diciembre de 2014)

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