Nueva York, ¿hay alguien que pueda refutar que hoy por hoy es la capital del mundo? Una urbe que son cinco ciudades en el núcleo del comercio mundial, políticamente tan relevante que la ONU la eligió como su sede, con una gran diversidad y oferta cultural, la ciudad con más restaurantes de diversas etnias del mundo, escenario de innumerables series televisivas y películas comerciales y de culto. “La gran manzana”, “la ciudad que nunca duerme” en palabras de Frank Sinatra, el mote le queda perfecto.
Y no es de extrañar que sea el lugar del evento maratónico más masivo del mundo. Evento que reúne a 55.000 maratonistas que gracias a la capacidad de su oferta hotelera da cabida a ese mar humano con sus acompañantes ofreciendo toda una gama de panoramas para corredores y familiares.
Para quienes hemos tenido la oportunidad de correr en la gran manzana es una experiencia única, incomparable. Que permite conocer de una manera muy particular los cinco Boroughs que conforman la ciudad, y no se pueden considerar como barrios, ya que por su población y extensión cada uno es una ciudad en sí.
Algo muy entretenido es que el 90% de los compatriotas que viajan a correrla se alojan en hoteles vecinos (The Kimberly y el San Carlos, a dos cuadras del icónico Waldorf Astoria y a tres del Rockefeller Center), por lo que el ambiente de camaradería que se forma es muy entretenido.
La Expo es gigantesca, con productos de última tecnología y diseños. Allí uno puede toparse tanto con maratonistas elites como leyendas de la talla de Frak Shorter, Kathy Schwitzer o Paula Radcliffe. Es tan variada que hay que tener cuidado de no entusiasmarse demasiado para no terminar con un hoyo en la billetera y/o las piernas ajetreadas de tanto shopping y vitrineo.
Para los católicos hay una linda costumbre, que es ir a escuchar la misa del sábado en la catedral de Saint Paul. Donde se congregan muchos maratonistas los cuales son bendecidos por el párroco para que tengan una buena carrera.
El domingo del evento inicia a las 4:00 am, pues unos estupendos buses pasan a buscar a los maratonistas a los hoteles antes mencionados cerca de las 5:30 am. De esta manera logran llegar a Staten Island antes que cierren el puente que lo une a Brooklyn.
La partida es tan masiva que se utilizan tres niveles del puente Verrazano. En la partida se toca a todo volumen “New York “ en voz de Frank Sinatra erizando nuestra piel. Salir en ese mar humano, enfrentar aquel puente de 200 metros de altura deslizándonos a 70 metros del río Hudson con botes lanzando enormes chorros de agua al cielo y varios helicópteros, vivir ese momento, sólo eso, vale todo el viaje. Espectacular.
Luego vienen Brooklyn, los gritos de la gente, el contraste con su barrio Judío ortodoxo donde todos miran pero nadie aplaude, pero se hace presente el zapateo de cientos de corredores como un símil de aplauso mudo alentándonos a seguir adelante. Dejar Brooklyn cruzando el puente Pulaski –hito de los 21 km- a Queens con el skyline de Manhattan de fondo es muy motivador. Más adelante la subida más dura del maratón: el puente Queensborough, el que une Queens con la isla de Manhattan. Pero el pago por el esfuerzo invertido se paga con creces al ingresar por la amplia 1ª Avenida, atestada de público, el rugido de miles de espectadores a lo largo de esos kilómetros camino al Bronx es sobrecogedor. Una de las experiencias con más adrenalina que he vivido. Así que cuidado con volverse loco que tras superar ese tramo aún quedan 10 km.
La pasada por el Bronx es breve, pero nos recibe con una pantalla gigante y mucho público, luego se vuelve a Manhattan para pasar por Harlem y luego en el kilómetro 36 flanquear el Central Park e ingresar al mismo a falta de cinco kilómetros. El ondulante e icónico Central Park, donde hay innumerables familiares de runners aplaudiendo con carteles. Hermoso pero duro, pues esas ondulaciones sumado a la fatiga machacan nuestras piernas sin piedad. Pero la meta está tan cerca que nada importa, el apoyo es total, el carnaval a tope y sin darnos cuenta enfilamos a la meta con 400 metros de gradas vociferantes, sintiéndonos “rock stars”. Y en cierto modo lo somos. Todos quienes la corren son protagonistas, es el día en que la capital del mundo gira en torno a esos 55.000 corredores desde el elite al último. Por un día, somos los reyes de Nueva York o como Frank Sinatra decía “A number one, top of the list, King of the Hill” (el numero uno, tope de lista, rey de la colina).
Si quieres ser parte de la fiesta en Nueva York puedes comunicarte con Ana Luisa Molina de Mundo Tour al mail amolina@mundotour.cl
Por Adrián Rodríguez
NYC Marathon 2007
Cubrió para Runchile la versión 2014
Lunes 13 de junio de 2016