Valentina Bozzo: «La increíble experiencia de correr en un World Marathon Major»#MaratónChicago #RunchileRaceReport #ValentinaBozzo

Race Report Maratón de Chicago 2017

A mediados de julio, después de pasar por dos lesiones, comencé muy entusiasmada mi entrenamiento con miras a mi segundo maratón. Esta vez opté por Chicago, y vaya que no era uno cualquiera, sería mi primer maratón Majors.

Fue un proceso agotador por el tiempo y dedicación que implica entrenar a conciencia para esta distancia, pero a la vez de mucho aprendizaje y alegrías. Entrené muy acompañada, tanto por mis amigos corredores, con quienes viajé a Chicago, como por amigas no corredoras que, en bicicleta y hasta patines, acompañaron mis largos. Y no olivido a los más entusiastas: mis alumnos de la Scuola Italiana, donde entrené mis series de pista acompañada por los pequeños atletas alentándome y estimulándome a que terminara cada entrenamiento.

Hasta que por fin llegó el día del esperado viaje, el miércoles 4 de octubre nos embarcamos a la ansiada Chicago. Al llegar, sentimos de inmediato la importancia de esta carrera: ¡En el aeropuerto había un cartel de bienvenida a los corredores! Imposible no emocionarse.  Ya instalados, empezamos a vivir la fiesta con la Expo. Éramos cinco amigas corredoras: Natalia Sepúleda, Carolina Neira, las hermanas Andrea y Francisca Poblete y la suscrita. Juntas iniciamos este proceso hace un año y al fin llegaba el día. Sumado al grupo tres pololos jugados, acompañantes de lujo, quienes resultaron ser los mejores asistentes de ruta.

Amanecer del domingo 8, el día de la carrera, y la mezcla entre nervios, ansiedad y felicidad era tremenda. Nos encajonamos y creo que todas agradecimos estar juntas en ese momento porque entre bromas y conversaciones se nos pasaron un poco los nervios. Después de escuchar el himno de Estados Unidos comenzó la cuenta regresiva y… ¡¡¡partimos!!!

Desde un comienzo  los gritos de aliento de las miles de personas alrededor de las calles eran impresionantes, lleno de carteles de suerte, alegría y buena onda por montones. Yo sin planificarlo, comencé la carrera con Andrea Poblete, una de mis amigas. Decidimos seguir corriendo juntas lo más posible, ya que compartir todas esas emociones y apoyarnos mutuamente nos pareció fantástico. En el camino nos íbamos encontrando con Héctor y Joaquín, dos de nuestros compañeros de viaje, que desde los lugares más insólitos aparecían gritando nuestros nombres y apoyándonos en todo. 

Íbamos a un ritmo perfecto según los planes, y cada vez que pasaba por un Check Point pensaba en toda la gente que me estaba apoyando a través de los medios digitales, y que al actualizarlos sabrían cómo iban mis tiempos. Dentro de estos, muchos de mis queridos alumnos que bajaron la aplicación del maratón en sus celulares para seguirme.

En el kilómetro 27, antes de entrar a China Town, empecé a sentir el cansancio, algo anticipado según lo planificado, pero creo que fue el calor, el cual empezó a cambiar todo el destino de la carrera. A pesar de los muchos puestos de hidratación que había, no era suficiente para frenar el sol rebotando en las calles y empecé a sentir mucha sed, cosa rara ya que me había hidratado muy bien días antes y durante el trayecto. Pero bueno, no todo se puede planificar.

Pasamos por el barrio mexicano y chino entre otros, y cada uno tenía un espectáculo para los corredores: ¡Eran una maravilla! Cómo alentaban y gritaban “vamos Chile”, ya que nuestras poleras lo tenían escrito. Es indescriptible la emoción que se siente cada que vez que te alientan o ves los carteles, disfraces, bandas… En fin, las cosas lindas que el público hace con el solo objetivo de apoyar la carrera. Entre todo el público, nos encontramos con los chicos y otros chilenos del Santiago Runners que estaban desperdigados en la ruta, y cada vez que los veíamos acelerábamos el ritmo como 10 segundos -tal vez producto del entusiasmo- y volvíamos a lo planificado.

Arriba: Valentina Bozzo, Andrea Poblete y Carola Neira. Abajo: Natalia Sepúlveda y Francisca Poblete

Alrededor del 29K me separo de Andrea por torpeza mía. Al tomar el agua me atoré, y todo se puso cuesta arriba. No recuerdo bien algunos kilómetros y sentía mucho cansancio del cuerpo completo. Por suerte nada de calambres ni fatiga muscular extrema, pero no pude mantener el ritmo que llevaba y empecé a pensar en solo un paso a la vez, según lo que las piernas me daban.

Al llegar a Bronzeville, como en el 37K, volví a encontrar a Andrea, pero a unos 40 metros adelante, y me dio mucha alegría saber que estaba ahí. Quería gritarle que allí estaba, pero por más que lo intentaba no podía, no me salía la voz. Nunca la pude alcanzar en esos cinco kilómetros finales. Sólo en los últimos metros, casi sobre la meta, donde nos abrazamos y casi caímos al suelo con la satisfacción enorme de haber llegado y cumplido el objetivo mayor: Correr un maratón y cruzar la meta corriendo y sonrientes. Fueron finalmente 4:01:12 de carrera, que en el balance es sólo alegrías, sobre todo cuando supimos que Fran había cumplido su meta con creces. Y por Nato y Caro que, a pesar del calor, llegaron muy contentas e igual de emocionadas que nosotras.

Sólo tengo agradecimientos para mis compañeros de viaje, quienes hicieron de este maratón una experiencia única y fantástica, para la comunidad Scuola Italiana, no sólo por facilitarme las instalaciones deportivas, sino por el gran apoyo emocional, a mis padres, y al coach Adrián quien se las jugó a mil por mi entrenamiento, como si fuera campeona mundial.

Valentina Bozzo

Fecha de la carrera: Domingo 8 de octubre de 2017

 

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