Race Report Maratón de Boston 2017 | Para comenzar, no puedo remitirme sólo a mencionar mi experiencia en Boston. Debo antes hacer una breve presentación de cómo llegue ahí, lo que yo cariñosamente llamo: «El Proyecto Boston».
En 2016, y a través de Runchile, postulé a la beca que ofrecía la corporación BostonRun para ser el primer chileno becado, luego de un proceso de selección y posteriores entrevistas me comunican que había sido seleccionado para correr en Boston, desde ahí en más conocí a personas espectaculares como Adrián Rodríguez, Gonzalo Zapata, Diego Eluchans, Francisco Opazo y Felipe de Larraechea entre otros, los cuales me brindaron todo el apoyo logístico para este gran viaje y carrera.
Desde diciembre me uní como “infiltrado” al proyecto del Club Santiago Runners 2.45 (infinitas gracias al club y a Omar Aguilar por permitirme compartir los entrenamientos con ustedes, SRC son personas espectaculares). Desde ahí comenzamos con un volumen de aproximados 90 kilómetros que fue creciendo hasta llegar a 140 kilómetros semanales, fue duro, pero se pudo hacer sin lesiones y sintiéndome en mi mejor forma. A grandes rasgos el plan era: Los lunes descanso, martes doble turno, miércoles un largo, jueves y viernes doble turno, sábado un rápido y domingo un largo de 30k (9 largos en total), a eso le sume un control de 21K en donde marque 1:19:20, todo indicaba que en Boston me iría bien.
Semanas antes, desde BostonRun me comunican que adidas había ofrecido ayudarme, lo mismo que las bebidas isotónicas Oshee y Winkler Nutrition, me sentí en el cielo, pero siempre asumiendo que grandes desafíos conllevan grandes responsabilidades, no podía flaquear.
Durante los 4 meses de mi preparación, leí y documenté Boston, adicionalmente Omar me dijo todo lo que tenía que saber acerca de la carrera, revisé la altimetría, el recorrido, la hidratación, los ritmos, estaba todo preparado para el asalto, adicionalmente me acompañaría Francisco Opazo, ya que anteriormente había corrido ahí, el cual resultó de una ayuda tremenda con su experiencia, ya estaba listo y en horizonte se veía Boston.
Boston
Ya en Boston, me doy cuenta de lo grande que es correr un Major, todo gira en razón del evento, la ciudad se paraliza y nadie habla nada que no sea maratón, es un sueño. Ir a retirar el número al centro de convenciones, ir el domingo a la cena pre carrera, son cosas que sinceramente uno en su burbuja no imagina, todo funciona como reloj, el día de la cena asistieron 100.000 personas según los registros oficiales, sinceramente no me demoré ni 10 minutos en llegar y estar sentado comiendo.
El Asalto a Boston
La noche anterior, repaso todo, ropa, logística y lo principal la estrategia de carrera, inclusive la anoté en mi brazo. Me levanto a las 4:30 para ir a la plaza desde donde salen los buses que te llevan a Arlington, nos reunimos con Francisco y tomamos rumbo, ya estaba un tanto caluroso, al menos el buzo y el polerón que estaba usando ya no se estaban justificando.
Llegando a Arlington, llegamos al lugar en donde nos ordenamos, comencé a ver la cantidad de personas con las que correríamos, alrededor de 30.000 locos esperando salir, todo es muy ordenado y te sitúan por tiempos en la salida, yo estaba en la ola 1, corral 3, (se ordenan por olas y dentro de la ola existen 5 corrales, eso facilita que vayas a tu ritmo con personas de similar desempeño, es algo digno de imitar).
A las 9:05 pasamos a encajonarnos, estaba nervioso y con la boca seca, el sol ya avisaba que no la pondría fácil, esa espera fue eterna, sólo quería salir a correr y la ansiedad me estaba matando. A las 10:00 disparan el revólver, y señores, todo el sacrificio de cuatro meses, se jugaba en menos de 3 horas.
Sinceramente, desde que sales en el km 0 hasta que llegas al kilómetro 42 por lado y lado existe gente alentándote, no hay ningún espacio vacío, ninguno.
Me sentía espectacular, un tanto acalorado, pero super bien de mente y piernas, pasar por cada pueblo era un premio para la actitud ya que todos te alentaban; había hidratación cada 3 kilómetros aproximadamente por ambos lados, sagradamente había que pasar a cada puesto, el calor era inmenso. La organización tenía control cada 5 kilómetros y servía para acordarse de ir revisando el ritmo, y además que mi familia y amigos me fueran siguiendo. Hasta el medio maratón todo iba como lo planeado, además todo pasaba muy rápido, había personas en cada pueblo alentando; a todo esto pasaba el kilómetro 21 en 1 hora 21 minutos y monedas, todo bien hasta ahí, llevaba buen ritmo y me sentía espectacular. Guardando piernas para el kilómetro 25, en donde comienza el temido Heart Breaker.
El Heart Breaker
Acá comienzaba lo bueno, el temido Heart Breaker (10 kilómetros que tienen 4 grandes ascensiones que matan a cualquiera) estaba ahí, te recibe en el 25 y con la primera subida te pega el primer azote. Samuel, pensé, esto ya lo revisaste y no se veía tan duro, esto hay que sacarlo como sea, lo sabía desde antes e incluso sabía que tenía tres desafíos más en el kilómetro 28, 31 y 33. Ahí comenzó el suplicio, una tras otra las subidas y bajadas te van diezmando físicamente.
Durante casi 10 kilómetros vas sufriendo, pero el apoyo de la gente no te hace centrarte tanto en tu dolor (no me di cuenta del gasto que estaba haciendo, ya que hasta el kilómetro 35,5 mantuve el promedio con que venía, está vez a 3 minutos 55 segundos por kilómetro, iba a terminar rozando el 2:45:00, o eso creía). El Heart Breaker amagaba con terminar, la última subida en el kilómetro 33-34 y comienzaba la bajada, gran mentira, en términos prácticos es bajada, pero aún te esperan unas cuestas que terminan por matarte y matar a tus cuádriceps, de verdad aunque quisiera apurar o siquiera mantener no podía. Fueron los kilómetros más largos de toda mi vida, paso tras paso sentía el sol implacable y no ayudaba mucho ver a la cantidad de personas que paraban por la inclemencia del sol y la hidratación, kilómetro 40 y me desmorona ver que lo paso en 2 horas y 42 minutos, aún me quedaban 2 kilómetros y no iba muy bien, cierro los ojos y sigo, ensimismado y tratando de avanzar lo más que pueda. Comenzaba a masticar lo que Omar me dijo: Boston comienza en el 35, no antes, todos corren en bajada.
Sigo viendo el reloj y no avanzaba nada, vuelvo a cerrar los ojos y continuo, al doblar una esquina vi al fondo la meta, con lo último que me quedaba le di hasta el final, Boston se terminaba y mi reloj paraba en 2:53:29. Crucé la meta y si bien no me desmoroné, al parecer iba muy mal, ya que se acercaron unos paramédicos a ofrecerme agua y azúcar, las cuales por mi condición acepté con una gratitud tremenda. Se terminaba Boston, mi segunda maratón se iba y el trabajo de 4 meses dio resultado.
Para finalizar, dar las gracias a mi esposa Myriam, ya que como siempre lo he dicho, para la preparación de un maratón, el maratonista amateur no es el que más sufre o se sacrifica, es su familia la que hace el gasto.
Al más grande de Chile, Omar Aguilar, porque nunca terminaremos de aprender de usted.
Al club Santiago Runners y a toda su gente, por permitirme compartir los espacios y el honor de entrenar junto a ustedes.
A la corporación BostonRun, sin ustedes nada de estos sería posible, absolutamente nada, espero desde mi vereda aportar para que sigan creciendo.
Y a la Policía de Investigaciones de Chile, por permitirme los espacios para desarrollar mis habilidades.
Un maratón son 42.195 metros, no más, no menos, desde Boston en adelante, siempre recordaré eso.
Néstor Samuel Fernández Manriquez
Maratonista Amateur
Fecha de la carrera: Lunes 17 de abril de 2017