Retirarse a tiempo#RunchileArtículos Cerro El Plomo Jaime Hume Juan Fernandez Berrocal

Ante el reto de Jaime Hume, experimentado trailero, que me propuso subir y bajar desde La Parva hasta el cerro El Plomo en 12 horas, me atreví a intentarlo. Sabía que era difícil, ya que desde el 2011 que subí a El Plomo, no había vuelto a estar en altura. Y en esta ocasión era subir de una vez y sin aclimatación alguna.

A las 4:07 partimos desde La Parva con una estupenda luna llena y cielo claro que nos permitía ir sin luces frontales y a buen ritmo, por la ruta propuesta por Jaime. Recorrimos (el Bike Park – Portezuelo Franciscano – Cancha de Carreras – Filo del Leonera), donde anduvimos perdidos buscando la bajada, por unos acarreos y quebradas bastante complicadas, hasta el refugio Federación. Yo lo pasé mal en ese tramo, incluso tuve que escalar al quedar atrapado en una cornisa donde no sabía qué hacer, si subir o bajar. Por este motivo, al llegar a Federación, le dije a Jaime que se adelantara y que yo seguiría después. Fueron 4 horas desde el punto de partida hasta Federación (4.100 metros), que pudieron ser menos de haber tomado el camino correcto.

Comenzamos el ascenso a El Plomo y hasta la Hoya yo iba bien. A paso lento, porque la pendiente es dura, pero a ritmo continuo. A partir de ese momento comencé a notar en las piernas la misma sensación cuando hacía entrenamientos fuertes de natación con apnea. Los pasos eran cada vez más lentos teniendo que hacer paradas cortas para continuar. Mi mente quería avanzar más rápido pero mi cuerpo me decía que no, que necesitaban más oxígeno.

Por fin llegué al refugio Agostini a 4.600 metros donde paré a descansar, comer algo y así reponerme. Una hora y 15 minutos me demoré en subir desde Federación. Una vez adentro, noté que hay dos personas en el refugio, y pretendían quedarse otra noche más para aclimatarse antes de realizar el ascenso escalando el glaciar. Y yo intentando subir sin aclimatación alguna.

Aún no me había dado el mal de altura aunque me había costado llegar hasta allí y en ocasiones había sentido cierta pérdida de equilibrio. Soy persona luchadora y tenaz ante los retos que me planteo y rara vez desisto de mi propósito. Tenía ganas de continuar, pero tras meditarlo llegué a la conclusión que seguir subiendo de un modo cansino y en malas condiciones, tenía grandes posibilidades de apunarme y sufrir algún posible percance.

En una maratón o Ironman lo más grave que puede ocurrir al insistir, a pesar de no estar en condiciones, es no conseguir tu objetivo o sufrir alguna lesión. Y ante cualquier percance tienes atención inmediata. Arriba en la montaña estás sólo. Cualquier pequeño percance es un gran problema para todos y además tenía que volver al ritmo de Jaime quien está más fuerte que yo en esas alturas, ya que yo desconocía el camino de regreso.

Finalmente decidí bajar hasta el refugio Federación y esperarlo a que baje para retornar juntos. El trayecto de vuelta fue bien duro, los músculos ya agotados se quejaban a la más mínima subida donde había que dejar de correr y continuar caminando.

Jaime me había advertido sobre los toboganes y su dureza. Sin tener que decírmelo, supe cuando estábamos en ellos. Y le comenté:
-¿Estooooos sooooon looooos tobooogaaaneeeeees?
-Sííí -me respondió-

Cuando llegamos a Portezuelo Franciscano todo lo que quedaba era bajada y le dije a Jaime que tirara a su ritmo para que pueda conseguir bajar de las 12 horas. Finalmente llegué marcando 31,4 km con 8:15 de tiempo en movimiento. Está claro que la aclimatación es necesaria. Me pareció bastante más duro que la anterior vez que fui con aclimatación previa.

Normalmente escribimos nuestras crónicas tras retos conseguidos, pero en esta ocasión es una crónica de uno no conseguido, pero que llevo con pundonor, y considero correcta mi decisión de no continuar y saber cuándo hay que retirarse a tiempo. Lo principal como deportista es la salud, y el reto está ahí. Habrá otras oportunidades de intentarlo.

por Juan Fernández Berrocal (Jueves 12 de marzo de 2015)

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