Raúl Bastidas: “Un momento para nunca olvidar”#MaratonBoston #RunchileRaceReport

Race Report Maratón de Boston 2023

Todo empezó el viernes con el retiro de kit junto a mi roomate Felipe Miranda. Recorrimos la Expo y Fanfest. El sábado y el domingo a recorrer la ciudad, comprar algunos recuerdos para la familia en Quincy Market, pero siempre concentrado en el objetivo y la carga de carbohidratos. Así el domingo en la tarde ya teníamos todo listo para el gran día.

El día de la carrera teníamos la alarma a las 4:45, pero la ansiedad era mayor y a las 4:15 ya no se podía seguir durmiendo, así que nos comenzamos a preparar (hay que destacar que el día anterior nos fuimos a dormir temprano).

A las 5:30 salimos del Hotel en Sommerville hacia Public Garden para dejar nuestras mochilas y tomar los buses que nos llevarían a la partida en Hopkinton. Estaba un poco frío y nublado, pero con la fe de que ese 40% de probabilidad de lluvia no se cumpliría. Dejar nuestras cosas en la guardarropía y embarcar en los buses no fue más que un mero trámite y bastante expedito.

Ya en Hopkinton nos fuimos a las carpas para esperar hasta nuestra oleada (en nuestro caso la Wave 1). Nosotros íbamos preparados para el frío con ropa de abrigo, zapatilla y mantas para sentarnos en el suelo, las que posteriormente dejaríamos allí para que fueran recicladas. Pero vi varios corredores que se fueron con lo puesto para la carrera y no sabían qué hacer para mantener el calor.

Cerca de las 9 am nos disponemos para ir a calentar y dejamos nuestra manta a chilenos que venían llegando, pero que salían en las siguientes oleadas.

Una vez listos y equipados para la carrera, nos dirigimos a encajonar. En ese momento nos separamos con mi partner, ya que él iba en el corral 4 y yo en el 8, así que me quedé solo esperando entrar hacia la línea de partida.

Ahí me encuentro con una chilena y nos pusimos a conversar (no se ni como se llamaba), me dio algunas recomendaciones de la ruta, pero lo notable es que hace 5 meses había nacido su guagua y ya estaba corriendo una maratón… notable y sequísima. Claro que duró poco la conversación porque ella estaba en el corral 7, así que nuevamente me quedo solo.

Una vez en mi corral, haciendo elongación activa, empezó lo que más temíamos… la lluvia! Menos mal que íbamos preparados para la peor condición, así que logré cruzar la línea de partida seco.

Aproximadamente a las 10:05 comenzó el sueño (el que por suerte no se transformó en una pesadilla).

Los primeros 10k fueron tranquilos, ya sabía que no debía apurar o sino lo iba a pagar caro después del kilómetro 30. Muy ordenado, sin saltarme los puntos de hidratación programados, incluso me dediqué a chocar manos con algunos niños.

Luego, del kilómetro 10 al 25, venía la parte “plana” del circuito (en realidad era un sube y baja, pero con altimetría no tan pronunciada, pero que desgastó bastante los cuádriceps para mi caso). Pero la vista era genial, un bosque hermoso, lleno de gente alentando, poniendo música, pasando por al lado del lago Cochituate, una experiencia increíble. En este trayecto, cerca del kilómetro 20 estaba el Wellesley College, y su famoso túnel de gritos (y no faltó el corredor que paró a recibir un beso).

En mi caso soy casado y también iba con otro objetivo, así que sólo miré desde lejos este divertido momento.

Ya en kilómetro 25 se asomaba la parte más dura de la carrera, las cuestas en Newton y su famosa Heartbreak Hill. En ese momento había que ser muy estratégico y atacar esas subidas de manera eficiente. La primera entre los kilómetros 26 y 27, la siguiente en el kilómetro 29, después en el 32 y finalizando en el 34 con la temida “Rompecorazones”. Ahí ví varios corredores acalambrados, otros caminando; probablemente a algunos les pasó la cuenta salir muy rápido en esos primeros 10k “de bajada”.

Al ver el arco que decía “Heartbreak Hill is yours” o algo parecido, y sintiéndome con fuerzas en las piernas, me apronto a enfrentar el último tramo de la carrera hacia el centro de Boston. Motivacionalmente sentía que ya había “pasado lo más difícil”. Así que al terminar esta cuesta, empiezo a acelerar gradualmente (consejo que recibí de la chilena que me encontré en la partida), mejorando notoriamente el pronóstico de carrera y tratando de llegar antes de las 3 horas, pero sin descuidar la hidratación y la ingesta de geles.

Así que, con un ritmo mucho más fuerte, comenzó a asomar el centro de la ciudad. Ya nada importaba y todo era felicidad. Casi en el kilómetro 41 comienzan a asomar los primeros síntomas de la fatiga, pero ya no quedaba nada, sólo un matador paso bajo nivel que lo ataqué con mucho cuidado y bajando el ritmo para no acalambrarme. Luego, curva a la derecha, otra leve subida y entramos a Boylstron Street, a la recta final. Ahí rematé con el alma, pensando en mis seres queridos que me alentaban a la distancia desde Chile. Llegué a la meta y la felicidad me invadió, había logrado mi PB y en mi primer Major, con condiciones adversas. Un momento para nunca olvidar.

Pero después de la meta, Boston nos tenía otra sorpresa, comenzó una lluvia torrencial digna de diluvio, ahí caminar desde la línea de Finish hasta recibir la medalla y a la guardarropía, con frío y esa lluvia, fue un “segundo” Heartbreak Hill, pero ya nada importaba porque la tarea estaba hecha y los objetivos cumplidos, sólo quedaba celebrar con los seres queridos.

¿Lo repetiría? Definitivamente sí, porque a pesar de todas las inclemencias del tiempo y lo rudo del circuito, fue una experiencia inolvidable.

Raúl Bastidas

Fecha de la carrera: Lunes 17 de abril de 2023

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