Felipe Miranda: “De Ancud, Chiloé, a conquistar Boston con un Sub3”#MaratonBoston #RunchileRaceReport

Race Report Maratón de Boston 2023

Lo vivido el día lunes 17 de abril solamente se puede vivir en Boston… Una experiencia que en mis 26 años de vida no había experimentado.

Un maratón muy diferente que comienza desde mucho antes de lo vivido el día lunes recién pasado. Clasificar me llevó cuatro intentos por más de 4 años, lográndolo en Hamburgo el año 2022 con 2:52:30.

El día del maratón comenzó muy temprano, alrededor de las 4 am, con la alarma natural que me despertó y una sensación de “tenemos una misión de que cumplir”.

Este maratón es muy diferente a los demás. Se corre un lunes y además que se empieza a vivir horas antes de la largada, con el traslado a las 6:45 am al punto de partida, teniendo que llevar el desayuno (panes con manjar) para comerlo cuando íbamos en dirección Hopkinton. Un día helado, con ganas de lluvia, pero el ambiente hacía olvidar esa sensación térmica. Se sentía la emoción y ansiedad del momento, donde todos íbamos decididos a dar lo mejor para lograr obtener esa tan preciada medalla. Una vez que llegamos con Raúl, mi compañero de pieza durante mi estadía en Boston, al mirar a tu alrededor te das cuenta de la preparación de corredores, donde la gran mayoría lucían sus mejores tenidas para enfrentarse este duro maratón.

El camino a los corrales fue algo muy necesario que logró bajar la tensión y prestar mi foco a lo que venía. Mi objetivo interno era un sub3. Al llegar al corral N4 hice un calentamiento con el poco espacio que tenía para poder salir a buscar el ritmo del km 0, 4:12 km/min. Mi estrategia era ser algo conversador, pero cuando escuchas la partida mi interior sintió ese mensaje “es hora y debes dar tu máximo”. A diferencia de maratones anteriores, no me reservé, salí a lo que entrené, al límite máximo aceptable, poniendo el riesgo mi último tramo.

Los primeros 10 km es verdad que son muy rápidos, a pesar de la lluvia que en ese momento me jugó a favor, mis raíces de vivir toda mi vida en Ancud, Chiloé.

Una vez llegado al kilómetro 10, hasta 25, busqué lograr el ritmo promedio para el sub3. En estos 15 kilómetros, el km 20 fue algo eufórico y gracioso, ver los letreros de “kiss me” generándome un break mental para lo que venía más adelante. Respecto a los puesto de hidratación, estaban muy bien señalados por derecha e izquierda, pero si algo buscaría mejorar, sería que no fuesen con vasos, sino con botellas, similar a London Marathon.

Pasado el km 25m, se viene lo más duro del circuito para quienes enfrentamos Boston, las cuatro lomas. Pensé que sería algo peor, no digo que fue fácil, ya que al kilómetro 25 llegué con los cuádriceps bien dañados, pero son esos momentos donde tener una  concentración mental es fundamental para no caer en pánico. La primera loma la abordé de una forma muy tranquila, con la intención de recuperar mi paso en los planos y bajadas, donde seguiría atacando más fuerte del ritmo promedio, buscando una compensación del ritmo perdido en las lomas. En todo Newton hice siempre lo mismo, cuando muchos hablan de que son 7 km de subidas, creo que mi visualización con lo que se hablaba fue más exagerada de lo viví, por ello una vez terminada la última subida, me dije a mi mismo “pensé que sería peor”.

Del kilómetro 35 al 42, sólo fue estar eufórico, porque pensaba que todo terminaba, pero en aquel km 37, sentí que el maratón ya me empezaba a mostrar sus primeras señales, las piernas pesaban y de paso una intensa lluvia volvía a caer por  Boston. Mi intención siempre fue la misma, mantener el paso, gastar lo último de energía y un autodiálogo potente que no permitiera bajar el ritmo.

Lo vivido del km 40 en adelante, sólo fueron lágrimas, ese nudo en la garganta que se genera en situaciones de mucha felicidad, porque la mente en ese momento lleva todo los esfuerzos y sacrificios que tuvimos que pasar para llegar ahí.

En mi mente, venían imágenes de mi pasado, una obesidad con 13 años, mi retiro de carabineros luego de un estallido social, lo difícil que es volver a empezar por todos los prejuicios, los intentos fallidos de poder clasificar a esta prueba, el haber estado a 1 minuto en el maratón de Berlín de clasificar, pero son esos momentos los que nos transforman para seguir luchando, esa fue mi cabeza mientras ya doblando para ver de frente la meta.

Al cruzar la meta, los pensamientos siguen siendo en la familia, no podía parar de llorar, lo que en pandemia lo veía a años luz, hoy estaba siendo cumplido. Es tanta la adrenalina del momento, que uno no siente el frío, no siente que llueve, percibe que todo fuese un sueño, corredores te abrazan porque te ven llorando y es la misma empatía, saben que detrás de esa medalla de unicornio hay una cantidad de historias y batallas que cada persona está luchando para obtener una recompensa personal. Hoy puedo decir que los dolores se compensan con lograr el objetivo y con el haberlo dejado todo, más que la marca de 2:58:44 es eso de haberlo dejado todo.

En conclusiones y luego de ir saboreando la victoria, es un maratón que volvería a repetir, el ambiente del maratón en Boston es único, realmente se siente como un mundial del maratonista, todo gira entorno a la carrera.

Soy Felipe Miranda, tengo 26 años, soy ancuditano y chilote, estudiante de nutrición e hijo de Jaime y Judith, reafirmo que Boston ha sido una experiencia que si eres corredor debes vivir en algún momento, porque estoy seguro que no te arrepentirás.

Felipe Miranda

Fecha de la carrera: Lunes 17 de abril de 2023

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