Con el titulo de “Recargado” y haciendo una analogía con la trilogía “Matrix”, el artículo sobre historia deportiva que les entrego esta vez, es la segunda parte de tres, que relatan las brillantes actuaciones de Paavo Nurmi en los distintos Juegos Olímpicos en que participó.
Todo el mundo durante los VII Juegos Olímpicos de Paris de 1924, y especialmente el público presente en el estadio, esperaban con expectación la presencia de Nurmi en la carrera de 10.000 metros (por sus éxitos y sus duelos de cuatro años antes con Guillemont), pero los altavoces anunciaron a última hora su renuncia a la prueba, y tuvieron que ver como el finlandés Vilho Ritola dominaba la carrera (rebajando en dos segundos la marca mundial). Se empezó a especular entonces que Paavo había tenido miedo de enfrentarse a su compatriota. Pero habría más de una ocasión para desmentirlo.
Paavo Nurmi obtuvo en Paris, nada menos que cinco medallas de oro: tres individuales y dos por equipo.
En sus confrontaciones directas con Ritola, paso apuros en los 5.000 metros, donde sólo pudo batirlo por dos decimas en un apretadísimo sprint con un tiempo de 14´31”2, sobre los 14´31”4 de Ritola. Tercero fue el sueco Edwin Wide con un tiempo de 15´01”8.
Paavo domino claramente a Ritola sacándole medio minuto en la carrera de 10 kilómetros a campo traviesa (Cross Country) durísima por el recorido y por las altas temperaturas, la que venció con un tiempo de 32´54”8 sobre el tiempo de 34´19”4 de su rival y los 35´21”0 del norteamericano Earl Johnson.
Pero la mayor hazaña del “finlandés volador”, catalogado por los periodistas de orgulloso y maleducado (seguramente por su timidez e retraimiento), tuvo lugar el miércoles 9 de julio. Poco después de las cuatro de la tarde se disputaba la final de los 1.500 metros, y antes de las seis la de los 5.000. En el kilometro y medio, reservándose un poco, y con un tiempo de 3´53”6, le sacó más de un segundo al suizo Scherrer que hizo un tiempo de 3´55”6. Casi dos horas después sostendría su espectacular y victorioso duelo con Ritola (Tres semanas después, en Helsinski, repetiría lo de las dos carreras casi seguidas, batiendo además los dos récords del mundo).
La dieta de pan negro y pescado seco parece que hacia maravillas en la piernas del fines, que, más que contra sus rivales se concentraba en la lucha contra el reloj, que siempre llevaba en la mano.
Nurmi fue la gran figura de los Juegos Olímpicos de París 1924, ya que además ganó por equipos los 3.000 metros planos y los 10.000 a campo traviesa… pero todavía le quedaban otros Juegos Olímpicos.
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Por Eduardo Cumplido Mayrock (lunes 1 de diciembre de 2014)