Michelle Labbé: “De la ambulancia a Tokio”#MaratonTokyo #RaceReport #RunchileRaceReports #TokyoMarathon

Race Report Maratón de Tokio 2024

Mi camino a la maratón de Tokio comenzó en 2010, post terremoto, cuando algunas empresas organizaron varias carreras para recolectar dinero para los damnificados. Hasta ese momento, mi encuentro con el running consistía en el test de Cooper del colegio, test que terminaba a duras penas, y a punto de vomitar.

Con el objetivo de ayudar en la recolección de recursos, mi marido me invitó a correr 5K. Mi carrera fue un desastre, y terminé última, custodiada (acosada en realidad) por la ambulancia. Lo mismo me sucedió cuando corrí mis primeros 10 kms, otra vez la ambulancia fue mi compañera la mayor parte de la carrera.

Pero soy cabeza dura, así que decidimos inscribirnos a un club de running, que además sería nuestra instancia de pololeo. Empecé a entrenar oficialmente a 40 días exactos de haber tenido mi primera guagua, y mientras daba vueltas al parque mi entrenador mecía el coche con mi bebé.

Debo reconocer, que nunca, nunca, estuvo en mis planes correr una maratón. En mi opinión 21K eran más que suficientes y 15K la distancia perfecta (sigo pensando lo mismo por cierto), pero mi marido se operó la rodilla, y él, que había corrido toda su vida, sintió que nunca más iba a poder correr una maratón. En ese momento un compañero del grupo nos contó que se había abierto el sorteo para la maratón de Nueva York. Me pareció el incentivo perfecto para que él volviera a la pista, y lo inscribí. En un momento de debilidad, y dado que ya había abierto la página web, decidí inscribirme en el sorteo, y… yo fui la que salió sorteada. No tenía opción, tenía que prepararme para correr una maratón y mi marido tenía que acompañarme.

Viajamos con – en ese momento compañeros de running -, ahora nuestros amigos, rumbo a Nueva York y lo logramos, y el mismo amigo que nos habló del sorteo de NY, ahora nos convenció de lo entretenido que sería correr las 6 Majors. Debo haber estado curada o drogada cuando le hice caso, y el mismo grupo de amigos seguimos entrenando y corriendo las maratones de Chicago, Berlín, Londres y ahora, Tokio.

Encontré en este grupo de amigos a mi partner de running, que corre a la misma velocidad que yo, o sea a duras penas escapando de la ambulancia (perdón Nachin por dejarte en evidencia) y con ella también corrí Tokio.

Y no menos importante, post pandemia encontramos al Team Mora, donde nuestro coach Raúl Mora insiste incansablemente en que debemos ser mejores, y donde el grupo está conformado por corredores de una calidad humana sobresaliente.

Pero la carrera de Tokio incluye el no despreciable viaje de 26 horas mínimo para llegar desde Santiago, piernas hinchadas, 12 horas de diferencia horaria y una cultura (incluyendo alimentación, totalmente distinta a la nuestra). Los chilenos que viajan a correr suelen hacerlo con anticipación para poder adaptarse a los cambios, pero con tres niños pequeños, mis viajes suelen ser: Viajar, ir a la expo a buscar el kit, correr y viajar de vuelta. Esta no fue la excepción, y eso convirtió esta carrera en una de las más duras que me ha tocado correr.

Iba preparada psicológicamente para ello (habíamos conversado mucho del tema con mi hermana, psiquiatra, quien me lavó la mente para nunca pensar en abandonar), pero el calor del verano y las vacaciones con los niños, hicieron más difícil de lo normal el entrenamiento, y para qué mentirles, tampoco logré realizarlo en totalidad, pese a que me sentía físicamente mejor que nunca.

Con el convencimiento de que nada iba a evitar que yo terminara la maratón, partimos con la Nacha nuestra aventura asiática. Pero nada nos hizo presagiar que a pesar de lo que uno lee en los chats de running, la maratón de Tokio NO es plana, está llena de subidas y bajadas que se deberían entrenar en cerro, cosa que no hicimos.

En el km 25 mis piernas querían darse por vencidas y acalambrarse, ahí acudí a mi mejor doping, calculé que mi marido ya debía haber terminado su maratón, y abrí el celular. Bingo, iba en el km 42, con muy buen tiempo, además de más de 500 mensajes de mis compañeros del Team Mora animándonos a darle con todo, pese a la diferencia horaria.

Esa felicidad me hizo seguir, pese a que debí parar a elongar dos veces más antes de llegar a la meta, donde me esperaba mi marido. Al llegar me abrazó y lloré por primera vez al terminar una maratón. Me había costado demasiado, pero lo habíamos logrado.

Tal como me escribió mi hermanita, a quien adoro, una vez más logramos demostrar que nada en la vida es imposible.

Michelle Labbé

Fecha de la carrera: Domingo 3 de marzo de 2024

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