Juan Pablo Canevaro: “Sólo las ganas de ayudar»#IndoorMarathon #JuanPabloCanevaro #QuedateEnCasa #RunchileRaceReport

Race Report: Michelob Ultra Chile 2020

El confinamiento obligado por el Covid-19 a quienes disfrutamos saliendo a correr o pedalear, llegando cada fin de semana cansados, pero contentos de la tarea cumplida, la ruta, las conversaciones y la bebida compartida con algún gel, barra o tortilla en mí caso, han quedado postergada por tiempo indeterminado.

Por fortuna tengo 2 rodillos, de rulo y otro magnético, que han ayudado a superar el tedio del encierro. Pero para alguien acostumbrado a nadar, pedalear y correr no es suficiente. Por eso cuando mi amigo Juan Carlos Mera publicó en el chat su número de corredor en la Michelob Ultra Indoor Marathon y que por cada km recorrido donaban 1.000 pesos para el Desafío Levantemos Chile en ayuda de La Araucanía, no dudé en inscribirme en 42 km.

Si vamos a ayudar, hagámoslo con todo”.

Rápidamente me metí a la página y me inscribí en los 42. Al día siguiente llegó la confirmación de inscripción y empecé a preguntarme si no habré metido las patas. Leyendo las bases había 12 horas para mandar la prueba de los kilómetros recorridos con alguna aplicación. En mi caso sería con Garmin Connect, así que durante el almuerzo conté lo que haría el domingo… Miradas diciendo: “¿Es broma?”, “Cada día más weón mi papá” o “No creo que lo haga”. Mi señora, Claudia, extrañada preguntó dónde lo haría, a lo que contesté rápidamente que en el estacionamiento.

El jueves previo, ella salió y aproveché de medir la vuelta, 10 metros, me di ánimo pensando que hubo gente que lo hizo en menos espacio, así que no podía arrugar. Los dados estaban echados así que planificarse cómo enfrentaríamos el desafío.

El sábado  durante el almuerzo, Claudia me preguntó si estaba nervioso y agrego que porque no habría reja que comunicar el estacionamiento con jardín trasero y alargaba la vuelta, total el pasto hay que arreglarlo igual.

La planificación era la siguiente: Levantarme a las 7.30, tomar un desayuno liviano, sacar el auto y empezar a correr a las 8 en punto. Intentaría hacer 10 a 12 km y de ahí parar para hacer los 30 restantes en intervalos de 4 km corridos, que deberían salir entre 25 a 30 minutos y descansar los otros 30, eso daría 7 horas y 12 minutos aproximadamente, sobrando 2 horas para subir los kilómetros recorridos y así certificar lo hecho para las lukas. 

Un domingo diferente 

7.25 suena la alarma y me levanto. Me equipo con la polera de la Maratón de Santiago de 2010, la de la gran bandera chilena en apoyo a las víctimas del terremoto y posterior tsunami y las zapatillas elegidas para esta ocasión serían las Asics Tri Noosa por ser más resistentes, cómodas y porque la marca japonesa es sinónimo de confort y seguridad.

Café, saco el auto y despejo el terreno.

8 y 11 minutos de mi reloj y sólo habiendo corrido 20 metros, si leyó bien sólo 20 metros en las últimas 5 semanas emprendo la aventura.

4 vueltas y alargo un poco más el circuito pasando por debajo del toldo con giro hacia la derecha.

Decido iniciar una nueva estrategia girando a mano izquierda cada 12 giros aproximadamente y luego a mano derecha otras 12 para ir completando 1 km y lo primero que pasa por mí cabeza es la reacción de los vecinos: El weón se volvió loco con la cuarentena y ahora se cree animal de zoológico.

Primeros 3 km y la incomodidad de los giros se siente y siento la cabeza yendo de un lado para otro.

Casi por llegar al km 5 siento el “llamado de la selva” tratando de aguantar hasta el 7 cosa que resulta imposible, así que en el 6 paso al baño. Luego, sin ningún cuestionamiento empiezo otra vez.

Km 10,  el hambre empieza a atacar, pero para esa hora la chica (mí señora) está despierta y  haciendo desayuno para ella por lo que le pido un pan con miel en mitades y que me llene la caramagiola. Continuo tomando agua cada 5 km y pensando en que si hay un atisbo de fatiga, la cocina está a la pasada, donde hay plátanos, manzanas y mucho cachureo de galletas, por lo que no hay preocupación en cuanto a alimento.

Km 12 y la primera pregunta: ¿y si me tiro hasta el 21? Total, aún están durmiendo. Vamos hasta cuando despierten el resto.

Km 15, tomo agua y pido que me llenen la botella de nuevo. Primer punto superado, es temprano y podría terminarlo antes de las 14 horas y dejar listo el desafío. Veamos cómo responde el cuerpo.

Km 20, falta 1,1 km para la mitad. No queda nada para la mitad. Tomo agua.

Km 22, decido cambiar de estrategia a partir de ahora, entre otras cosas porque la sensación de mareo ha pasado. Decido hacer un kilómetro girando a la izquierda y otro kilometro a la derecha.

Llevo 22 lukas ¿No habría sido mejor depositarlas? Noooooooooo

Km 26, son las 11:37, quedan 9 km para el muro, 4 para los 30 y voy a 6:30 el km aproximadamente. Sigamos!

Km 30, agua y pido un plátano, que la chica me lo pasa pelado, ya y empiezo a pensar en la sensación de fatiga que luego debería sentir. El estacionamiento tiene un pequeño repecho que se siente y los kilómetros me empiezan a poner torpe con los pies. Pero las ganas son más y estoy decidido a terminar de una.

Km 35, el muro, no hay cambios en lo físico, salvo el sentir el ardor en el pie producto de los giros tan cerrados que hago con el pie izquierdo (pierna de rechazo), pero en lo general bien.  El ritmo no es fuerte y a esa altura la Chica me anima con la campanilla de Ironman que compramos en Niza.

Km 38, sigue el ánimo de parte de la chica y me digo que ya la tengo hecha.

Km 41, grito último kilómetro y sale toda la familia, pero le digo que quedan como 8 minutos. “Ahhhhh” y se vuelven a entrar.

Km 42, dos vueltas más grito y salen todos para ponerme cinta de llegada, pasarme una bandera chilena, un cd como medalla y una copa escrita con un papel que decía Michelob Ultra Chile. Son las 13 horas y 19 minutos de mi reloj, “We are the Champion” suena de fondo y me rio de la locura hecha y me alegro por haber contagiado con esto a la familia.

Nunca hubo ánimo de competencia. Nunca hubo un cuestionamiento de que qué estoy haciendo, sólo conté kilómetros para lukas y que como kinesiólogo de un pequeño consultorio de la Fuerza Aérea (Juanita Aguirre), sabiendo de las carencias del sistema público, mis ganas de ayudar para la gente de la salud junto a la familia fueron el principal motor para lograr, no sé si llamarla hazaña o locura, pero más que todo sentí la solidaridad que quise dar.

Gracias a Michelob Ultra, al Desafío Levantemos Chile y VIVA CHILE MIERDA!

Juan Pablo Canevaro

Fecha de la carrera: Domingo 19 de abril de 2020

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