La maratón de los Juegos Olímpicos de Estocolmo 1912 tuvo dos historias impresionantes. La primera debió haber sido un recuerdo histórico para el deporte portugués, pero se transformó en la primera tragedia de los Juegos Olímpicos. Francisco Lázaro viajó a Estocolmo con apenas 21 años y tuvo el orgullo de ser el abanderado de la primera delegación de su país en la gran cita del deporte. En su país se había destacado en el deporte amateur tras ganar tres veces la maratón portuguesa. Sin embargo, en Suecia no encontró un buen final. Hasta el kilómetro 30 era uno de los favoritos, pero de la nada se desplomó y murió fulminantemente de un infarto. En principio se creyó que las altas temperaturas habían influido, pero luego se supo que Lázaro se había cubierto el cuerpo con una cera para evitar quemaduras de sol, pero sin saberlo también estaba bloqueando sus poros y dificultando su transpiración.
En esta ocasión también se realizó la maratón más larga del mundo. Shizo Kanakuri de Japón, demoró 54 años, 8 meses, 6 días, 8 horas, 32 minutos y 20 segundos. ¿Cómo? Promediando los 30 km, el japonés se deshidratado y paró para refrescarse. Un espectador lo invitó a su casa a tomar líquido y comerse unas manzanas. Shizo se durmió y horrorizado al despertar no pudo soportar la vergüenza de llegar y enfrentar a su equipo. La policía lo buscó una semana, pero él decidió volver por Rusia a Japón. Cincuenta años más tarde un periodista sueco que pasaba por la ciudad natal de Kanakuri lo buscó en Tamana y para su sorpresa lo encontró en un bar. Le contó su historia y fue invitado por el gobierno sueco a terminar la prueba a los 76 años.
Domingo 30 de marzo de 2014
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