Alfredo Cruzat: “Terminar la carrera con un Shop, la medalla y el placer de haber cruzado la meta”

Race Report – Maratón de Ámsterdam 2024

Para mí la maratón no parte el día que uno se para en la línea de partida a correr, sino que meses antes cuando uno decide entrar a este mundo de locura y dolor. Este año había planificado primer semestre ir por mi PB en 21km y correr el segundo semestre una maratón. Todo perfecto hasta mayo, problemas al hígado por un tumor (por suerte benigno) y pasar al quirófano en junio, eso me paraba un mes y tal vez más.

Pero ya estaba la idea de correr en la cabeza y el viaje organizado por completo (luna de miel en principio, babymoon después). Apenas me dieron el alta, volver a la pista. Como dicen en mi equipo a «vivir el proceso», planificamos los 3 meses con el Nico (mi entrenador de AR3) y a entrenar.

Pasaron los meses y llegó la fecha. Viaje de 20 horas a Ámsterdam, tres días para matar el jetlag y ya estaba parado en mi primera maratón fuera de Chile (he corrido Santiago un par de veces y Viña).

Mi experiencia no es mucha pero lo que sí sé es que, si me paro en esa línea, la maratón se termina hasta gateando si es necesario.

Parto en la cuarta oleada fuera del Estadio Olímpico, dos vueltas a la esquina y te juntas con los que vienen desde el estadio. Los primeros kms con mucha gente en la calle alentando a cada corredor, pasaron los puntos de hidratación del km 5, km 10 y km 15 sin problemas.

Hasta que llegó el fatídico km 18 para mí, ya habíamos salido de la ciudad. Desde el km 13 al 26 se corre por la ribera de un río en un ambiente de campo genial.

Bueno vuelvo al km 18 donde para mi mala suerte salgo del camino un segundo y al volver me dobló el tobillo. ¿Dolor? Claro que sí, pero me dije acá no se para y se termina, bajé el ritmo, caminé un poco y a seguir. Solo quedaban 24 km, me puse a pensar cuantas veces había entrenado esa cantidad en Chile, una infinidad de veces, imposible no terminar la carrera. Sigo adelante.

Sabía que en el km 26, me esperaba mi señora, mi cuñada y un amigo. Hablo con ellos, me dan fuerzas y sigo. (Tercer lugar ya donde me encontraban en el recorrido).

Ya había vuelto a la ciudad y volvían los miles de espectadores a la calle y el apoyo que nunca dejé de escuchar. Y así seguí y seguí, no se podía parar. Me concentré en tomar la hidratación en todos los puestos y seguir según mi plan de carrera, menos el ritmo.

Llegó el km 40 y dije “no queda nada, apretamos ahora y se acaba”. Entrar los últimos 300 metros al Estadio Olímpico, terminar corriendo con miles de personas en las graderías no se me va a olvidar. Eso es la maratón, lo que uno siente y no puede explicar cuando cruza la meta, ganas de llorar, gritar, saludar.

Volver a ver a los tuyos, que celebren tu meta como si fuera de ellos, comunicarte con tus familiares y conocidos en Chile.

Terminar la carrera con un Shop, la medalla y el placer de haber cruzado la meta.