Race Report 4 días del Maratona do Río
Después de haber cruzado la meta de 10 maratones enfrentando los 42 kilómetros con 195 metros extra, decidí que era momento de subir la apuesta. Mi última aventura fue el Maratón de Río de Janeiro, un recorrido tan intenso como hermoso.
Allí llevé a cabo mi nuevo desafío personal: Completar cuatro distancias en cuatro días consecutivos. Una especie de tour de running en formato express: 5K, 10K, 21K y, para cerrar con broche de oro, los temibles 42K.
Para alcanzar este objetivo, me preparé durante meses. Junto a mi coach, el profesor Sergio Galdames Maliqueo, trazamos un plan para darle volumen al entrenamiento y sumamos dos maratones previas como parte del proceso.
Así fue como corrí en Mendoza el 4 de mayo y en Santiago el 18 de mayo, afinando cada zancada para llegar lo mejor preparado posible a este gran desafío.
Sin embargo, había un factor que no podíamos replicar en los entrenamientos: el clima del país carioca. La humedad y el calor característicos de Río de Janeiro se convirtieron en un obstáculo inesperado, añadiendo una capa extra de dificultad a cada kilómetro.
Día 1 – 5K:
El punto de partida fue, literalmente, una fiesta. La primera corrida estuvo cargada de color, disfraces y buena vibra: Una celebración del running más que una competencia. Participé acompañado de mi pareja, quien, con seis meses de embarazo, cruzó la meta conmigo. Eso sí, hubo un pequeño “detalle logístico”: La organización se quedó sin medallas para algunos corredores de los 5K, y como solución improvisada, repartieron medallas de 10K.
Día 2 – 10K:
Para este segundo día decidí tomarlo con más calma y recordarme a mí mismo que estas carreras también se viven con el corazón, no solo con las piernas. A pesar de que la largada fue a las 7:00 de la mañana, la humedad ya se hacía notar y comenzaba a pasar la cuenta desde los primeros kilómetros. El recorrido nos llevó a dar vueltas entre Aterro do Flamengo y Botafogo, un paisaje hermoso pero exigente bajo esas condiciones. Aun así, traté de mantener el foco: Disfrutar el entorno, respirar profundo y seguir sumando experiencias… un paso a la vez.
Día 3 – 21K:
Tocaba enfrentar el medio maratón, con una largada tempranísima a las 6:40 am. La estrategia era clara: Administrar bien las energías, porque el verdadero reto —los 42K— aún esperaba el domingo. El objetivo no era hacer récords. Me enfoqué en aprovechar cada punto de hidratación bajo ese clima húmedo e implacable.
Kilómetro a kilómetro, con paso controlado y mente enfocada, fui avanzando hasta colgarme la tercera medalla de la serie. Un paso más cerca de completar este desafío maratónico de cuatro días.
Día 4 – 42K:
A las 5:40 de la madrugada comenzó la última y más exigente etapa de este desafío: El maratón. El recorrido atravesaba el centro de la ciudad, donde los cuellos de botella y los traicioneros adoquines pusieron a prueba más de un tobillo. Los primeros dos puntos de hidratación sirvieron solo para beber, pero a partir de ahí, cada 2,5 km el ritual fue el mismo: Un sorbo al cuerpo y el resto del vaso directo a la cabeza para sobrevivir al calor sofocante.
En el kilómetro 22 apareció la icónica playa de Copacabana… y con ella, una humedad brutal que parecía envolverlo todo. El tramo de ida y vuelta hasta Leblón fue, sin duda, la parte más dura de la carrera. Pero en el kilómetro 35, justo frente a Copacabana, me detuve un momento con mi familia. Necesitaba recordar —y sentir— que esto también era para disfrutarlo.
Al cruzar la meta, me invadió una emoción difícil de describir. No se trataba de un tiempo en el cronómetro, sino de algo mucho más profundo: la satisfacción de haber superado un desafío físico y mental en condiciones climáticas para las que no estamos acostumbrados. Lo logré. Cuatro días, cuatro distancias, una sola convicción: Seguir adelante, siempre.
A lo largo de los cuatro días, la estrategia fue clara y constante: Utilizar todos los puntos de hidratación y mantener un ritmo controlado que me permitiera sostener una frecuencia cardíaca promedio de 150 ppm. Fue un desafío tanto físico como mental, donde el autocuidado y la disciplina marcaron la diferencia.
Pero más allá de los números y la planificación, hubo algo que me llenó de orgullo: Ser el único chileno en completar las cuatro distancias. Un pequeño gran hito personal que, espero, pueda servir de inspiración para que más compatriotas se animen a vivir esta experiencia. Porque si hay algo que aprendí en este desafío, es que no siempre se trata de correr más rápido, sino de atreverse a ir más lejos.
Alejandro Abarca Pérez
Profesor de Educación Física
Corredor Amateur del Club Runners Nogales
Fecha de la carrera: Domingo 22 de junio