Race Report Marathon Des Sables 2018
La previa
El Marathon Des Sables es sin duda la carrera pedestre más exigente del mundo. Su primera edición en 1986 contó con 23 corredores que inspirados en la hazaña del francés, y actual director de carrera, Patrick Bauer, recorrieron 250 km en el Desierto del Sahara. El título lo tiene más que merecido, ya que los competidores deben recorrer esta distancia en 6 días, lo que en promedio da un maratón diario. Como si fuera poco, a esto se le suma correr en dunas de arena, con temperaturas arriba de los 40℃ y con exigentes etapas con más de 1.200 metros de altimetría. Pero, eso no es todo, los competidores deben correr en modo de autosuficiencia, lo que implica cargar una mochila con toda la comida, ropa, saco de dormir, e implementos de auxilio y supervivencia que se van a necesitar durante toda la carrera. Por suerte, la organización en algo se apiada y te entrega 6 litros agua por día, los cuales se deben racionar y usar para hidratarse, cocinar y aseo.
Me vine a enterar de esta carrera por casualidad. Un día vi un video de unos corredores deslizandose duna abajo en el desierto marroquí. Al tiro se me despertó la curiosidad, y cuando vi que la distancia era de 250 km lo encontré una real locura. Un par de meses después me vine a vivir a Londres por pega. Sin darme cuenta, la carrera se me acercó un par de kilómetros más, ya que Inglaterra está a sólo 4 horas de Marruecos. Un día típico de Londres, con lluvia y sin haber visto el sol hacía semanas, le digo a mi jefe Cristóbal Forno (un ultra runner con varias carreras encima) si le tincaba correr el MDS, habiéndonos venido recién a Londres, me dijo “qué vamos a ir a hacer de vuelta a Chile a correr el Maratón de Santiago?”, y cuando le dije que me refería a la otra MDS, me dice “vamos”. Ese mismo día nos inscribimos, sin tener idea de lo que se nos venía.
Las horas de entrenamiento me las imaginé, pero lo que no me esperaba era la cantidad de investigación en cuanto al equipamiento y regulaciones por parte de la organización que iba a tener que hacer. Dentro de eso estaba cortar al máximo la cantidad de peso que iba a llevar en la mochila. Decidí limitarme a 10 kilos, lo cual ya es bastante. Para acortar, decidí no llevar colchón para dormir y corté al máximo la cantidad de calorías diarias, jugando al borde con el mínimo exigido por la organización que son 2.000 c/d. En resumen, además de la comida, en mi mochila llevaba: saco de dormir, cocinilla, pastillas para cocinar y cuchara, linterna, dos botellas de agua, cepillo de dientes y pasta, alcohol en gel, extractor de veneno (para serpientes y alacranes), brújula, encendedor de magnesio, manta de supervivencia, silbato, cuchillo, pasaporte y celular. Además de un cambio de polera, shorts y calcetines.
Llegada al desierto
El 6 de abril a las 5 de la mañana salí de mi casa camino al aeropuerto de Gatwick donde nos esperaba el charter de la organización que nos iba a llevar directo a Ouarzazate, Marruecos. De ahí, tomamos un bus de 6 horas que nos llevaba a la mitad del Sahara. Ya en el aeropuerto se respiraba la emoción de la carrera. Eran más de 150 corredores con mochilas MDS, calcetines de compresión y velcro cocido a las zapatillas (lo que se usa para que las polainas no se deslicen y no le entre arena al pie). Llegamos al campamento a eso de las 11 de la noche derecho a dormir por primera vez en el bivouac (carpa bereber). Al día siguiente hicimos los chequeos obligatorios y nos entregaron los dorsales de carrera. Esa noche tuvimos nuestra “última cena”: cordero, couscous y cerveza, junto a los demás 1.100 corredores.
Etapa 1 – 30,3 km
Nos levantamos al rededor de las 6 am, desayunamos y preparamos las mochilas. En ese punto, ya estaba muy ansioso por empezar. Nos fuimos a encajonar y vimos por primera vez el rito de Patrick Bauer dando el brief diario y a la vez bailando arriba de un jeep de los años 70. En eso, parte la canción “Highway to Hell” de AC/DC y largamos! Esta etapa tuvo un recorrido fácil y plano y, por lo tanto, fue rápida. Me la tomé con calma, porque estaba siendo precavido para los días que se venían.
Etapa 2 – 39 km
Ese día me levanté con las piernas frescas, pero con la espalda bastante machucada por el peso de la mochila y por dormir sobre las piedras… Empecé a extrañar el colchón que no traje. A diferencia de la anterior, esta etapa fue mucho más técnica, ya que habían varios kilometros de dunas grandes. Culminó con una tremenda escalada en el kilometro 34 y un descenso técnico en la arena de más de 20%. Llegué un poco más cansado al campamento, por lo que cocinamos y nos acostamos temprano. Esa noche, a las 3 am, me despierté con gritos y ráfagas de viento y arena entrando a la carpa. La tormenta de arena duró 2 horas, en las cuales tuvimos que estar todo el tiempo sosteniendo con toda nuestra fuerza la tela de la carpa para que no se nos volara todo.
Etapa 3 – 31,6 km
Después de tremenda noche, nos despertamos con un campamento destrozado. Desafortunadamente ese día varios decidieron abandonar. Las temperaturas arriba de los 40℃ y la escalada de cuatro cerros muy técnicos y exigentes marcaron este día. Además de una caída, me fallaron las polainas, por lo que tenía las zapatillas repletas de arena. Por suerte, la última parte tenía una tirada de 6 km planos, donde a pesar del dolor en los pies llenos de ampollas, decidí terminar la tortura y le puse con todo.
Etapa 4 – 86,2 km
Aquí empezaba la carrera. Me estaba guardando para este día, ya que nunca había corrido más de 42 km de una. Tuve una partida conservadora, pero al terminar el primer maratón me sorprendió lo bien que me sentía. Fue una experiencia increíble, recorriendo distintos paisajes, en donde me tocó ver una manada de treinta camellos corriendo sueltos por el desierto. Por primera vez vi el atardecer mientas corría y los últimos 20 kilómetros los hice de noche con una linterna en la cabeza. Para rematar, después de tanta duna, por fin aprendí la técnica de correr sin hundirme. Este día llegué un poco antes de las 11pm, dentro de los primeros 120 corredores. Como premio, cuando llegamos a la carpa nos encontramos una serpiente durmiendo tranquilamente al lado de donde en 2 minutos estarían nuestras cabezas. Por mala suerte de la serpiente los bereberes del campamento la mataron a machetazos. El día siguiente fue día de descanso para mi, ya que todavía quedaban 20 horas más para que los corredores de esta etapa terminaran de llegar.
Etapa 5 – 42,2 km
Este día, los primeros 200 corredores largamos una hora y media después que el resto. Como me sentí tan bien en la etapa 4, y al ser ésta la última, decidí darlo todo. Aunque tenía mucho dolor y más de 200 km en las piernas, se me dieron las condiciones. Logré llegar en el puesto 41 en un tiempo de 4 horas 14 minutos, en lo que fue una exigente etapa con viento en contra constante. Al final de una larga semana en el desierto, me vi legando a la meta y con Patrick Bauer colgándome la medalla de finisher.
Etapa 6 – 7,7 km de solidaridad
El último día caminamos de vuelta a la civilización, donde nos recibió la gente del pueblo más cercano. Me había quedado sin comida el día anterior así que llegué a comerme lo que había, en este caso fueron dos sandwich de queso con atún. A este día le siguieron dos de descanso y celebración con todos los nuevos amigos que nos hicimos en el camino. Fueron horas y horas de reflexión, luchando contra el cansancio y la cabeza, pero me quedo con un tremendo orgullo de lo que logré, superé y aprendí. Ahora voy por más desafíos y oficialmente empiezo mi temporada de triatlón.
Philip Billikopf
Fecha de la carrera: Desde el domingo 8 al sábado 14 de abril de 2018