Me siento afortunada cada vez que veo a triatletas, runners y deportistas en otros disciplinas felices con sus triunfos y logros después de alguna carrera.
Esta vez me tocó vivenciar la pasión que genera competir en un Ironman como espectadora de un grupo de triatletas y amigos de equipo.
Lo que vi en ellos es lo que me motivó a escribir sobre ella. Y cómo no, si las emociones se contagian todo el tiempo.
Por definición, la pasión es una emoción que te conecta con el amor hacia tí y hacia lo que haces, saca lo mejor de cada persona y te hace sentir que estás vivo.
Cada deportista tiene una gran ventaja de poder escoger lo que le apasiona como deporte y, por lo tanto, poder estar en el lugar donde desea, lo que no es muchas veces igual en el resto de la vida, cuando hay que decidir y escoger por cosas que no tienen que ver con elecciones propias y no nos gustan.
Esta libertad te da la satisfacción de saber que es algo por lo cual vibras, fluyes, te emocionas, gozas y que finalmente te hace muy feliz.
Pero esta sola emoción para que quede bien anclada en nosotros tiene que ir acompañada de algo más profundo. Quiero que por unos minutos piensen en esto, ¿para qué hago este deporte?
La pasión, lo que amamos, muchas veces tiene que ir de la mano de un sentido o propósito en tu vida, además del hecho de hacer algo que te gusta. Es hacer lo que deseas con toda la intensidad que te permitas, para que con ese propósito llegues a ser más feliz.
Las causas del ¿por qué lo hago?, pueden ser muchas; quiero estar fit, tener amigos en un club, cumplir metas, hacer un desafío, etc., y ya!!!… ¿Cuánto dura esa causalidad o razón?, hasta que vas a un próximo desafío y así estás eternamente cumpliendo objetivos sin haber vivido desde ese sentido profundo de fusionarte entre el valor, el esfuerzo, la garra, el goce, el orgullo, la satisfacción y la unión con el mundo que te hace abrir los brazos tan arriba para gritarle a todos que eres un campeón y que eres feliz.
Más aún he visto deportistas vivir en lo que justamente es el opuesto, el lado negativo de la pasión y el despropósito, “la obsesión” que los lleva a sólo pensar en ellos y sus resultados en función de la acumulación de éxitos, que buscan engruesar el ego, dedicarle más tiempo a entrenar que a la familia u otros y que finalmente llevan al desenfoque de lo que realmente importa, conseguir ser más felices y no destruirte en el camino.
Haz crecer en tí el deseo de “sacar la mejor versión de tí mismo”.
Si encontraste tu propósito de vida y objetivos que te mueven, te dejo algunas claves para cultivar la pasión y no caer en obsesiones:
● Compromiso y dedicación, centrándote en la tarea de cada día y en el proceso más que en un resultado. Si yo quiero una naranja, me preocupo de sembrar la semilla, regarla, cuidarla, podarla hasta que de fruto.
● Disfruta de estar siempre en el “aquí y el ahora”, el momento presente, concentrado y sin anticipar un futuro ni pensar en el pasado, esto implica mayor eficacia y mejor rendimiento.
● Mantén un equilibrio emocional, si ganas celebra, alégrate y no pierdas el norte en la sobreexcitación que te lleva a la obsesión y al revés, no te sientas derrotado ni abandones todo por un mal resultado.
● No hagas de tu deporte algo monótono o matador de pasiones, lo que no es igual a rutinario. Mantén una rutina, pero en cada entrenamiento puedes cambiar la forma en que haces lo propuesto. Correr en otro lugar, alternar horarios, etc.
● Reflexiona de tus resultados, aprende de los errores y registra en tu mente la felicidad que te dejó el ganar o llegar a la meta, reconoce todo lo que pusiste de tí, para que puedas recurrir a esa experiencia en otras futuras carreras. Esto va a mejorar tu confianza y seguridad.
● Trata de no poner todos los huevos en la misma canasta, o sea, colocar todas tus expectativas y tu vida en una sola carrera, puede ser muy frustrante no alcanzar el resultado deseado o no llegar a la competencia y tu felicidad desechada. Mantén un equilibrio entre el deporte y tus otras actividades en la vida.
● La pasión y la motivación que se vive con fuerza, entusiasmo y energía es tan importante como tener calma y paciencia para entrenar. Aprende a conocerte y respetar tus tiempos, juegan a tu favor.
● Por último, la actitud optimista con la que observas la vida es fundamental como la pasión que le colocas a todo lo que haces.
Con amor a todos los deportistas.
Martes 14 de junio de 2016
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Soledad Díaz de la Vega
Coach Deportiva
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