Felipe Sepúlveda: MDS 2015
Ingresé a Road Runners Chile en octubre del año 2014. Mi objetivo era mejorar mi pobre estado físico y hacer un buen 21K, pero con el tiempo mi objetivo cambió y me propuse correr mi primer Maratón de Santiago. El principio fue difícil, ya que en diciembre pude entrenar poco y nada por cambio de casa, viaje de trabajo a Sao Paulo y otros factores. Pero llegó enero y me puse de frentón las pilas. No falte a ningún entrenamiento en la semana e hice todos los largos de enero, febrero y marzo. En los 2 largos de 32 kilómetros que hice llegué con la sensación de nunca más intentar correr un maratón. Lo encontré excesivamente desgastante y sacrificado.
Llegó la semana previa del Maratón de Santiago y esos días fueron de mucha ansiedad, de cuidarme mucho, alimentarme muy bien, hidratarme con 3 litros de agua diario, pero me fue imposible faltar a la comida mensual a mitad de semana de compañeros de pega. Mi devoción por la carne y un par de schop bien conversados fueron más fuertes.
Hasta que llegó el sábado y estuve con mucha ansiedad. Ese día me acosté muy temprano, pero no pude quedarme dormido antes de la una de la madrugada. Finalmente pude dormir 4 horas, ya que desperté a las 5 de la mañana, muy excitado por el día que se venía.
A las 6:40 ya estaba en la carpa con mis compañeros de equipo todos comentando la ansiedad y lo nerviosos que sentíamos. A las 7:40 nos encajonamos y a medida que iba pasando el tiempo las palabras de buenos deseos y aliento iban creciendo… Hasta que PUM!!! A las 8:10 puntales el cañonazo de partida y a correr se ha dicho!
Perdí el contacto visual con mis compañeros a los 300 metros. Partí a un ritmo muy suave de 5:55, ya que tenía mucho temor de quedarme sin bencina pasado el kilómetro 30. Había oído muchas historias del famoso muro. En el kilómetro 7 estaba Pablo, el Coach, diciéndonos como íbamos en tiempo. Me gritó “¡6:10 el mil!”, lo que me achacó mucho ya que era muy lento según mi plan de carrera, por lo que le eché más carbón a la máquina y subí a 5:40.
Ya por el kilómetro 17 me encontré con compañeros de entrenamiento, Pablo Courbis y Pablo González Moreno. Me uní a ellos y corrimos gran parte de la carrera juntos. Al llegar a Rodrigo de Araya les dije: “Ya cabros acá empieza lo bueno, suerte”. Llegamos a la rotonda y nos enganchamos a otro grupo de compañeros (Paul que iba acompañando a su señora y otros compañeros que no recuerdo). Yo ya en ese punto lo único que pensaba era en encontrarme con mi familia en el kilómetro 30,5 (Vespucio/Espoz). Pensaba en lo feliz que me haría verlos ahí. El recorrido por Vespucio con Colón fue muy emocionante ya que había mucha gente en la calle alentando, gritando. Y eso pucha que ayuda.
Y ahí estaba mi familia. Se me llenaron los ojos de lágrimas y un nudo en la garganta. Llegando sentí los gritos de la Andrea “¡¡¡Dale Feli!!!” Mi suegra sostenía un cartel hecho por la Andrea y Diego, mi pequeñín de 3 años, y mi mamá con cámara en mano. Al momento de llegar al frente de ellos la Andrea hizo algo inverosímil, se puso a correr conmigo a mi ritmo (la última vez que corrió fue en cuarto medio en clases de educación física). Me acompañó 500 metros dándome mucho ánimo, diciéndome que lo estaba haciendo la raja, que faltaba poco. “¡¡¡Dale flaco!!!”, gritaba. Me acuerdo y se me pone la piel de gallina.
Ya bajando por Escrivá me empezó a molestar un glúteo. Era el principio de un calambre, pero lo masajeaba y se pasaba. Pero como en el kilómetro 38 ya no era una molestia. Definitivamente era un calambre con todas sus letras. Me acordé del famoso muro, pero dije “a la mierda. Voy a correr cojeando”. Creo que fueron como 500 metros los que corrí así y de a poco se fue pasando el dolor. Ya en kilómetro 40 fue como si me hubieran puesto baterías nuevas. Aumenté mi ritmo a 5:00. No sé de dónde salieron esas fuerzas pero lo hice, y fue a partir de un artículo que leí por ahí, corrí los primeros 30 kilómetros con las piernas, del 30 al 40 con la cabeza, del 40 al 42 con el corazón y los últimos 125 metros con algunas lagrimillas en los ojos!
Logré un tiempo de 4 horas, 3 minutos y 44 segundos, lo que me dejó muy satisfecho. Y voy a correr el próximo año la MDS. Sin duda fue una de las experiencias más enriquecedora de mi vida.
Felipe Sepúlveda
Road Runners Chile
Fecha de la carrera: Domingo 12 de abril de 2015