El domingo estarás en la línea de salida del Maratón de Santiago. ¡Qué nervios! Todavía no entendemos muy bien qué es lo que nos lleva a inscribirnos en una prueba que consiste en recorrer 42 kilómetros y unos metros, pegarnos la paliza de nuestra vida y acabar en el mismo punto del que partimos, después de un recorrido tan largo ni siquiera hemos avanzado. En fin, pero tampoco es el momento de plantearnos esas cosas, ya es demasiado tarde, ahora toca centrarse y disfrutar de lo que más nos gusta: Correr.
Los más veteranos tendrán experiencia; los debutantes, no tanta. Así que vamos a ofrecer algunos consejos previos que nunca vienen mal.
En primer lugar, el trabajo ya está hecho. Llevamos muchas semanas entrenando y hasta aquí hemos llegado. Es normal que entren dudas de último momento: “¿Habré entrenado suficiente, habré realizado el kilometraje necesario?” Las dudas son normales, todos somos un poco neuróticos y más en vísperas de una gran carrera. Pero tranquilos, ya no hay que preocuparse por eso. Incluso si alguno tiene la absoluta certeza de que ha llegado un poco corto de entrenamiento —porque has sufrido una lesión durante las semanas previas, o porque tus quehaceres diarios no te han permitido una preparación como te hubiera gustado o incluso porque has sido un poco perezoso—, tampoco hay mucho más que hacer. A estas alturas, eso ya no se puede corregir, y si estos días nos da por salir a meternos dos panzadas larguísimas de kilómetros para tratar de compensar, lo único que vamos a hacer es empeorar las cosas: La falta de entrenamiento no se supera con dos palizas de última hora y, sin embargo, llegaremos a la carrera mucho más cansados. Así que, en cualquier caso, todo el mundo tranquilo. Lo hecho, hecho está, y con eso nos presentaremos en la línea de salida dispuestos a comernos el asfalto de las calles de Santiago. En sentido figurado, espero que nadie acabe por los suelos clavando literalmente los dientes en el suelo.
Bien, otra neurosis habitual de los días previos, incluso del propio sábado, el día antes de la carrera, es que nos pongamos a pensar en que no nos encontramos bien, que nos estamos poniendo enfermos, o que nos molesta aquel pinchacito del gemelo o del tendón de Aquiles o de la rodilla que creíamos que estaba superado. Nada, ni caso, son problemas psicosomáticos provocados por el miedo —el terror— que sufrimos todos los corredores cuando nos vamos a enfrentar a un maratón. Intenta pensar en otra cosa y distráete. De hecho, la víspera de la carrera es bueno que estés todo el día distraído, puedes ir al cine, charlar con tu pareja o amigos, dar un paseo, ver un partido de fútbol… No hables demasiado de la carrera del día siguiente. Algo sí, de acuerdo, pero lo justo.
En cuanto a los consejos operativos, es muy importante que planifiques cómo te vas a desplazar a la salida de la prueba y que lo hagas con tiempo. Hay pocas cosas más angustiosas que no conocer la zona, llegar con el coche y no encontrar estacionamiento, por ejemplo, dar vueltas y vueltas, encontrar calles cortadas y ver que se echa encima la hora de la salida. Ni hablar. Eso se planifica antes: El trayecto, la logística, qué haremos con la ropa que nos quitemos antes de correr, dónde dejaremos ropa seca de recambio, qué amigos o conocidos nos van a servir de apoyo logístico, o si utilizaremos el guardarropía oficial de la organización… No improvises nada de esto, el día anterior debe estar todo resuelto y muy claro, el día de la carrera sólo debemos preocuparnos por correr.
Además, es importante que los días previos seas organizado con las comidas, mucho hidrato de carbono, y nada de pasteles industrial ni alcohol ni nada que perjudique al cuerpo. Eso, si quieres, lo dejas para después de la carrera, para la comida de celebración. También es importante que bebas bien esos días anteriores —agua, ¿de acuerdo?, o en todo caso algunas bebidas isotónicas— y que respetes el descanso. Lo ideal sería dormir ocho horas diarias a excepción de la última noche, que puedes dormir algo menos para que la musculatura no se relaje demasiado. De todas maneras, con los nervios lo normal es no dormir demasiado bien la noche anterior. No pasa nada.
Último consejo y más importante: El día de la carrera, haz lo que más te gusta, que es correr. Disfruta al máximo, saborea cada metro de esa experiencia que es correr un maratón. Y recuerda lo que ya te he dicho en algún artículo anterior (La grandeza de ser maratonista), cuando crucen la línea de meta, serán grandes, habrán hecho historia, serán leyenda. No importa si eres corredor de tres horas, de cuatro, de cinco… Cada uno compite contra la mítica distancia, según sus posibilidades, y ahí reside la grandeza de lo que hacemos. ¡Adelante, maratonistas!
Javier Serrano
Periodista y corredor
Autor de los libros:
42 reflexiones y 195 metros
El manual del buen corredor
Y del videoblog: Running, cámara… ¡acción!
Miércoles 18 de marzo de 2015