Yael Sescovich: “Con disciplina, amor y coraje, todo es posible”

Race Report – Maratón de Sídney 2025

Correr en Sídney fue una de esas experiencias que te cambian para siempre. Me preparé con mucha consciencia, dedicando horas a la fuerza y al entrenamiento específico que con tanta entrega me diseñaron Pauli Arias y Fernando. Sabía que la altimetría sería dura, pero cuando llegó el día descubrí que la carrera era aún más desafiante de lo que había imaginado. Cada subida fue una batalla, cada kilómetro un recordatorio de que lo imposible se enfrenta con perseverancia, paso a paso, respiración a respiración.

Lo que más me marcó fue el ambiente. Lejos de la tensión que uno espera en un maratón grande, aquí la energía era familiar, tierna, cálida. Niños aplaudiendo, familias alentando, abrazos espontáneos. Esa energía es la que te empuja cuando las piernas ya no responden y el corazón es el único motor.

El resultado en minutos no fue el que había planeado ni el que soñé, pero recibir la noticia de que fui la séptima chilena en cruzar la meta me llenó de orgullo y felicidad. Porque al final, los números importan menos que la experiencia vivida y las huellas que deja en el alma.

La celebración en Bondi fue otro regalo: reencontrarme con chilenos que hoy viven en Chile, México y Australia, compartiendo risas, anécdotas y orgullo. Y desde lejos, sentir los mensajes y la energía de mis amigos en Chile, que me acompañaron con tanto cariño, fue un abrazo al corazón.

Quiero agradecer profundamente a mi José Tomás, que estuvo a mi lado en todo este viaje y fue mi compañero incondicional, acompañando y apoyando la idea de venir a esta locura. A mi hija Maia, que es mi motor, mi inspiración y la que me impulsa con fuerza. A mi gran amigo Roberto Núñez de Marathon Majors Chile por su constante apoyo a los chilenos, a mis entrenadores Pauli y Fernando, y a todas las personas lindas que se cruzaron en este camino. A mis Teams de amigos TYM y RLTL que siempre encuentran las palabras para alentarme a dar lo mejor.

Gracias al apoyo constante de mi familia, tengo la fuerza para soñar en grande y atreverme a cumplirlo.

Hoy sé que esta odisea fue dura, intensa y hermosa. Y me deja una certeza grabada en el corazón: para nosotras, las mamás que corremos, no se trata solo de llegar a la meta. Se trata de enseñar a nuestros hijos que, con disciplina, amor y coraje, todo es posible. Se trata de vivir, agradecer y atreverse, incluso cuando el camino parece imposible.