Race Report – Maratón Valencia 2025
A veces entrenar para una maratón significa correr muchos kilómetros sin ver resultados inmediatos; a veces toca levantarte temprano, renunciar a panoramas, ajustar tu alimentación.
La maratón no es solo una carrera de resistencia: es una carrera de distribución de energía. Es aprender a regular cada kilómetro, a encontrar ese punto exacto entre empujar y conservar, a controlar los ritmos aunque la emoción te pida salir más rápido, meterle cabeza cuando las piernas ya no dan. Ahí es donde realmente se corre.
El camino no fue lineal. En medio de la preparación tuve una lesión que me dejó algunas semanas fuera —justo las semanas más fundamentales— y con ella apareció el miedo a no recuperar la forma a tiempo. Fue ahí donde tuve que ajustar las expectativas y recordarme que una preparación nunca es perfecta, pero sí es un reflejo de cuánto estás dispuesta a persistir incluso cuando todo se pone cuesta arriba.

Valencia: una fiesta, un sueño, un empujón constante
Llegar a Valencia fue entender que había llegado el momento de poner en práctica todo lo entrenado, de llevar el cuerpo al límite y la mente a ese lugar donde solo una maratón te puede llevar. Y si alguien me pregunta qué hace a Valencia tan especial, podría responder mil cosas, pero la verdad es una sola: la gente.
Cada kilómetro es una celebración. Hay música, aplausos, gritos, carteles, niños estirando la mano para chocar, familias completas animando como si te conocieran de toda la vida. Valencia vibra. Valencia empuja. Valencia te sostiene y te recuerda por qué estás ahí incluso cuando las piernas duelen y la cabeza empieza a negociar.
La organización es de otro nivel. Desde el retiro de kit hasta la carrera como tal, los voluntarios realmente están atentos a ayudarte. La señalética es clara, ordenada y fácil de seguir. Y sí, tengo que destacarlo: los puntos donde había gente aplicando Calorum en spray a dos manos… simplemente surrealista. Ese tipo de producción y detalle no se ve en todas partes.
Existen ciertos factores que no controlamos: como el clima. El calor no nos acompañó (25° a la meta no es menor) donde fue fundamental la hidratación.
El muro, la cabeza y el final que lo cambia todo
En donde el cuerpo empieza a vaciarse y la mente queda completamente expuesta. En ese punto no importan los ritmos del comienzo; importa cómo gestionas lo que te queda, cómo te hablas, cómo decides seguir cuando cada paso pesa. Es en ese tramo donde una tiene el control absoluto y donde esos kilómetros marcan la diferencia entre rendirse o convertirlo en un logro inolvidable.
Por muy plano que fuera el recorrido fue donde entendí que todo el proceso había valido la pena: logré bajarle 30 minutos a mi marca anterior y alcanzar el tan querido sub 4 horas.

Y entonces llegó el momento más mágico: pisar la pista azul. Esa sensación de orgullo y satisfacción que solo entiende quien alguna vez ha cruzado una meta de maratón. Es un sentimiento inigualable, único, que te hace olvidar todo el dolor… hasta que te sientas en el suelo y cuesta pararse de nuevo jajaja.
Cruzar esa meta fue cerrar un capítulo de este libro, pero no el final. Esta historia sigue.

Y por cierto esta maratón no la corrí sola:
Gracias a mis papás y mi pareja, por apoyarme en esta pasión que me mueve el alma.
Gracias a mi equipo TYM, por su compañía, motivación y por creer incluso cuando yo dudé.
Correr una maratón nunca es solo correr. Es un viaje interno que te recuerda quién eres cuando se acaba la fuerza y solo queda la convicción.
Y si alguien me pregunta si recomiendo Valencia, la respuesta es simple: sí, totalmente. Te cambia.
Nos vemos en el siguiente desafío.
Vale Greiber
Fecha de la carrera: Domingo 7 de diciembre 2025



