Tomás Sanhueza: “Fue mi segundo maratón y una carrera espectacular”#CoberturaRunchile #MaratonRapaNui #RaceReportRunchile

Race Report Maratón de Rapa Nui 2017


Corrí el año pasado mis primeros 42 kilómetros y lo hice en el Entel Maratón de Santiago. Me preparé muy bien, corrí muy acompañado durante todo el trayecto por mi familia, amigos y por mi cuñado que me entrena. Gracias a que me acompañó los últimos 15 km en bicicleta, pude mantener un ritmo parejo que me permitió bajar las 4 horas sin problemas. Fue una maravillosa experiencia.

Por tal motivo, decidí correr un segundo maratón y en el de Rapa Nui, organizado por Olimpo Producciones. Un lugar inigualable para vivir una gran experiencia. Entrené bien (aún cuando siempre se puede hacer mejor), hice todos los preparativos para llegar a un extraordinario lugar, acompañado por mi señora, y correr estos nuevos 42 km.

Desde el principio supe que la Altimetría de la carrera era brutal, con 200 metros de altitud en 4 km. En la charla técnica el día anterior se insistió mucho en que no es una carrera para mejorar el tiempo, sino para disfrutarla y vivirla espiritualmente. Yo estaba de acuerdo.

En el programa de la carrera se incluía la Misa en Rapa Nui, celebrada el domingo 4 de junio a las 9 de la mañana y que fue, sin duda, una experiencia mística. La partida fue a las 10:15 y de nuevo la invitación era conectarse con el lugar y vivir a fondo la carrera. Nuevamente yo estaba de acuerdo.
Sin embargo, se dio la largada y me sentí muy cómodo, tan cómodo que empecé a correr y a correr, sin mirar mi reloj. Me habían dicho que los GPS no funcionan en la Isla, así que seguí corriendo. Bueno, mi reloj sí funcionó y marcaba un muy buen tiempo, mucho mejor que mi promedio en Santiago, pero como seguía cómodo, seguí corriendo.

El recorrido se inicia en Hanga Roa y va a Anakena y vuelve. A los 5 km se dieron vuelta los que corrían 10 km. Luego se escuchó un fuerte aplauso de ánimo a los que volvían y me di cuenta que el grupo había bajado a la mitad. Luego cerca del km 11 voy acompañado por 3 personas más, manteniendo un buen ritmo y ellos se dieron la vuelta para completar los 21 km. Ahí terminé por quedarme solo.

La carrera


Estaba acostumbrado a correr en carreras con harta gente y aquí estaba solo. Seguí corriendo muy cómodo, vino la lluvia, salió el sol, viento en contra y yo seguía a buen ritmo. Bajando a Anakena vienen los 4 km de bajada que son un regalo a esa altura de la carrera. Me fui conversando con un gringo cosas triviales, frases sueltas, hasta que mi inglés no me permitió entender que músculo le dolía o que le había pasado a su familia, porque nunca logré entender lo que me dijo. Sin embargo, fue un buen compañero de carrera.

Ahí vino lo peor para mi. Como es de ida y vuelta pude contar a los que iban adelante mío y me di cuenta que iba 31, lo que era extraordinario para mis pronósticos. Entonces vino la subida de 200 metros de altitud en 4 km y yo mantuve el ritmo mientras todos lo bajaban, pasé a 4 corredores y me quedé 27vo en la carrera (se veían 2 más adelante). A algunos los pasé cuando caminaban, impensable para mí. Ya a esa altura había pasado la tortura de esos 4 km y vino la bajada. Iba en el kilómetro 28, ya entrando entrando en la última parte de la competencia.

Más que el Muro, un Moai

Me acordé que en Santiago de ahí en adelante iba acompañado, mucha gente en la calle, que nunca sentí el famoso muro y que fue sólo disfrutar el estar terminando una Maratón cumpliendo mi objetivo. Aquí, en Isla de Pascua me estaba yendo mejor, me sentía muy bien y venían 14km de casi pura bajada. Mejoraría mi tiempo. Me metería en los 25 mejores y quizás más. Todo perfecto.

Hasta que en el km 29 llegó el muro, que más que el muro, se me paró un Moai completo al frente. Los cuádriceps de las dos piernas no me daban más. Tuve que parar. No podía creerlo. Paré, elongué y traté de seguir corriendo, pero fue imposible. Me puse a caminar bien lento, acordándome de todo lo que había hecho para llegar hasta ahí. Invoqué a varios santos, familiares, de todo, pero no había caso. Todo se acababa ahí. Seguía solo, grité y seguí caminando, no había nada más que hacer.

Ahí fue cuando me di cuenta que no estaba retirado, si bien caminar me impedía lograr el objetivo que estaba consiguiendo hasta antes del Moai (muro), podía de igual forma llegar a la meta. Entonces comencé a alargar el paso, siempre caminando. Me pasaron varios corredores de vuelta, pero ya no me importaba. Había entendido que había corrido muy mal, porque estaba preocupado del tiempo y no de disfrutar la carrera. Hice un breve recorrido de lo que llevaba y había sido todo espectacular. Seguía caminando solo, pero feliz por seguir dentro de la carrera aunque fuera como nunca lo había imaginado.

Empecé a caminar 500 metros y trotar los otros 500 por cada kilómetro. Me funcionó. El gemelo izquierdo se me acalambró a los 400 metros y me obligó a volver a caminar. Pero ya no había problema, iba feliz.

Me acercaba a Hanga Roa, me encontré con mi señora que me acompañaría los últimos kilómetros en bicicleta. No la pudo arrendar, así que trotó al lado mío, transmitiendo a todos los familiares en Santiago mi final de carrera. Probablemente eso me hizo no parar más, pude seguir trotando a un ritmo respetable hasta la meta, donde logré cruzar con 4 horas y 24 minutos.

Desde mi nueva visión de la carrera, un tiempo espectacular para una carrera espectacular.


Fue mi segundo Maratón, la que me convenció de que correré varias más y la que me enseñó mucho sobre como correr (y como no correr). Los impresionantes 42.195 metros que separan una partida de la meta en un maratón.

Tomás Sanhueza U.

Fecha de la carrera: Domingo 4 de junio de 2017

 

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