Soledad Hott: “Una montaña rusa espectacular”#MaratóndeMendoza #RaceReport

Race Report – Maratón de Mendoza 2025

“Correr es la excusa, viajando es la forma” solemos decir en mi grupo de amigos runners. Y la Maratón Internacional de Mendoza no fue la excepción. Hace algunos años no la tenía en el radar, pero una amiga corredora comentó que iba con su marido, también runner, y que era “en bajada”. A esto se le sumaban los souvenirs: viñas, carne, medialunas con dulce de leche y la esencia de los argentinos que motiva a cualquiera.

Fue así como sin tener un maratón en el mapa, Mendoza aparecía como mi sexta vez en los 42K y más allá de tener una altimetría favorecedora, era una buena excusa para una escapada de fin de semana.

Muy argentinos de su parte, plantean la MIM como las grandes maratones del mundo y como una verdadera atracción turística, algo que de hecho es. Y es que la competencia ocurre en un escenario inmejorable: paisajes entre montañas, el río Mendoza, los viñedos de Luján de Cuyo, árboles teñidos por el otoño y la cordillera de los Andes de fondo. ¿Y la ciudad? No confundir, esta maratón tiene mucha carretera, pero pocas calles urbanas y es algo que se debe tener en cuenta a la hora de esperar gente animando. Los gritos llegarán al final.

Este año la MIM celebró su aniversario número 25 y una vez más miles de corredores llegaron hasta la ciudad trasandina para correr 42K, 21K, 10K y 4K. Los que corríamos maratón teníamos que estar a más tardar a las 5:30 am en Parque General San Martín y desde ahí los buses de traslado salían rumbo a la montaña y a las distintas partidas. Por lo mismo, el despertador sonó ese día alrededor de las 4 de la mañana y con pocas horas de sueño en el cuerpo, debido a los clásicos nervios pre carrera, ese trayecto en bus fue, al menos para mí, una especia de “repaso” de sueño. Una vez en la zona del Puente Colgante de Cacheuta, a donde llegamos alrededor de las 6:40 de la mañana, tocaba esperar a la intemperie la hora de salida: 8:00 am.

¿Frío? Sí. ¿Abrigo? El que pudieras cargar contigo. ¿Baños? Suficientes. No éramos muchos los que corrían los 42K, es más, me acuerdo de haber escuchado al animador decir que éramos unas 2 mil personas las que estábamos en ese lugar y a esa hora de la madrugada. Tal como personajes que hubiesen salido de la serie El eternauta, los corredores se agrupaban con muchas capas de ropa encima y las capas térmicas en medio de la oscuridad. Yo, que no soy friolenta cuando se trata de correr, tenía puestas patas cortas y unas largas encima, polera, primera capa, corta viento y parka, y a eso le agregamos el excelente ítem que es la manta térmica y un must en este caso.

Media hora antes de la partida, toda la ropa tenía que ser enviada en bolsas con tu número de corredor de vuelta a Mendoza, y te esperaría en la llegada. Un excelente plus de la organización, porque funcionó perfecto.

Poco a poco comenzó a aclarar el cielo y si bien partimos con bastante frío en el cuerpo, una vez que salió el sol el panorama cambió. La primera bajada era realmente cuesta empinada y temí que esa fuera la fórmula del éxito. “¡Pobres rodillas!”, pensé. Sin embargo, al poco andar te das cuenta que es una montaña rusa. Vas en bajada, sí, pero también tendrás que subir. Se parte a 1624 metros de altura y llegas a 777 metros. Cuestas cortas, pero suficientes para comenzar a apoderarse de las piernas. Es una corrida cuesta abajo sí, pero trae consigo las consecuencias. Puedes salir muy mal o salir muy bien. Con más de alguno comentamos que se tiene que poner algo de freno porque el constante golpe en el cemento podía tener más de algún efecto doloroso con el que no contábamos.

La buena vista a las montañas y el río para luego pasar por los viñedos teñidos de naranjo y amarillo por las hojas de sus arboledas, la convierte en un recorrido entretenido de observar. Quizás la única que parte que se hace un poco más tediosa es la carretera misma, donde solo ves esta montaña rusa, muy poca gente, y autos que la policía deja pasar de igual forma cada cierto rato cuando quedan espacios entre corredores.

Ya en la mitad del trayecto el buen clima hizo de las suyas y el tanto el sol como el calor se hacían sentir. Lo bueno es que había puntos de hidratación como corresponde, algunos solo con agua, otros con agua e isotónica, también había fruta en algunos, frutos secos y geles. Nada que decir al respecto, más que el hecho de pasar el agua en botellas, una pérdida de agua y plástico quizás innecesaria. ¿Lo bueno? A medida que avanzábamos se veía cómo iban limpiando todo rápidamente.

Cuando la carretera comienza a acabarse y aparece Mendoza en el frente deben quedar unos 4 kilómetros, esos últimos donde se necesita más aplausos y gritos que antes. Y es ahí donde entras a la ciudad, donde aparece la gente y se siente al fin esa sensación de maratón ciudadana. Una vez en el parque, los gritos no paran y la cumbia aparece de fondo, es imposible no levantar la manito ante las personas con su música a todo dar y la gente de la organización te recuerdas que sonrías porque queda poco y hay foto al final del camino.

Antes de entrar al Parque San Martín, un leve desvío que te hace alejarte algo menos que dos kilómetros para poder cruzar la muerte. Maldije a los argentinos, lo reconozco. Y es que cuando ya estás ahí, esas trampas frustran y ese último capítulo se vuelve eterno. Sin embargo, otro punto a favor, la entrada por los portones significa la meta, y no tener que recorrer más metros hasta cumplir los 42K.

Cruzas la meta y el resto es historia. Sin querer queriendo bajé mi tiempo en 24 minutos desde la Maratón de Viña del Mar en 2024, y nunca esperé hacer menos de 3 horas 30 minutos, menos aún salir segunda de las chilenas presentes. Para mí, la MIM fue perfecta y la repetiría sin dudar. Es dura, como muchos me adelantaron, pero si pones el freno de mano preciso, es una montaña rusa espectacular. La organización es precisa para logística que tiene y Mendoza te recibe con viñas para disfrutar post corrida.

Soledad Hott

Fecha de la carrera: Domingo 4 de mayo de 2025

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