Sofía Valenzuela: “Lo volvería hacer mil veces”#NYCMarathon #RunchileRaceReport

Race Report – Maratón de Nueva York 2024

Hace unos 10 meses me uní a un club de running con la intención de mejorar mi rendimiento, corría en trail hace casi dos años, lo hacía en calle, pero no me gustaba tanto, mi hermana estaba en un uno así que un día fui a probar con ella, fue muy motivador. En febrero ingresé a Santiago Runners y mi visión cambió por completo. Correr, entrenar y conocer a amigos que comparten la misma pasión es muy entretenido y, al mismo tiempo, muy desafiante; hoy correr en calle me gusta tanto como en el cerro.

Hace unos meses hicieron un concurso para un cupo en la Maratón de Nueva York. Me inscribí y, para mi sorpresa ¡Gané! Nunca había corrido una maratón; sería mi primera, una Major, y en Nueva York. “Hay que hacerlo no más, tengo suerte”, pensé. Estaba nerviosa y asustada, así que rápidamente le escribí a Karen Torrealba, mi entrenadora en SRC, para que me guiara y me diera todos sus consejos los cuales fueron clave durante todo el proceso.

Entrené intensamente esos meses. Entre medio pasan miles de cosas: ansiedades, miedos, dolores, mejoras, carreras, la logística, el tiempo, el kine, las series, la pista, los largos, es muy intenso, pero lo pasé muy bien, mi familia me apoyo en todo momento, creo que el proceso me encantó a pesar de lo agotador que es, se aprende mucho. Hasta que finalmente llega el día.

Correr en Nueva York es un sueño. Desde la organización, la gente, los espectadores, los lugares, todo es increíble, una energía impresionante. Partí con algunas lágrimas de emoción, sonaba New York, New York de Frank Sinatra en Staten Island en un puente enorme. Es una ruta difícil, con muchas subidas y bajadas, varios puentes y un público que no te deja abandonar en ningún momento. El primer kilómetro se hace duro; hay tanta gente que apenas te puedes mover. Partes en un puente con una subida inmediata, y ya sabes todo lo que viene. Pero iba feliz, disfrutando cada kilómetro. Es difícil no dejarse llevar por el público y acelerar; es una fiesta, y la adrenalina hace su trabajo. Intentaba frenarme para mantener el ritmo planeado, porque sabía que podía cansarme antes de tiempo. Estaba muy bien.

Iba cumpliendo bien los tiempos que tenía anotados en mi antebrazo, no iba cansada, mis pulsaciones muy bien, pero en el kilómetro 21 empecé a sentir dolor en ambos muslos, contracturados. Al principio era poco y podía seguir en el ritmo, seguía disfrutando, cada kilómetro se hacía más intenso, así que me tomé un antiinflamatorio sublingual en el 25, pero no hizo efecto. El dolor se volvía cada vez aún peor. Empecé a sufrir, ya en el kilómetro 32 o 33 me era insostenible mantener el ritmo que quería, era demasiado el dolor, sentía las piernas cómo palos, tenía la energía necesaria, no estaba más cansada de lo normal,  pero no podía. Sentí mucha frustración, rabia; lloré de impotencia. Pensaba: “¿Qué hice mal? Me lo cuestioné todo, jamás había sentido eso en ningún entrenamiento, ¡Por la cresta!, ¿por qué ahora? Pero sabía que podían pasar cosas inesperadas, solo quedaba terminar, llegar a la meta como fuera.

Faltaban 10 kilómetros, que parecía nada, a ese ritmo, sería una hora o más, y yo solo quería que se acabara. Dejé de mirar el ritmo en mi reloj. Trate de concentrarme en otra cosa, cantaba lo que salía de mis audífonos, pensaba en mi respiración, todas las técnicas que me dieron, solo correr, un pie tras otro. Desde el público escuché el intenso grito de una amiga: “¡¡¡Vamos, Sofiii!!!”, y un inconfundible “¡¡¡Vamos, Chile mierda!!!” de otro lado. Me dieron mucho ánimo. Hay mucho público que te anima, pero cuando viene de un lugar conocido te emociona demasiado. Tenía que terminar. Sabía que no sería el tiempo que tenía en mente, pero ya me habían dicho: “A Nueva York no se va a hacer tiempo; Nueva York solo se termina”, y más aún, si es tu primera maratón.

Los últimos kilómetros se hicieron eternos. Entre el dolor, se me dormía el pie izquierdo a ratos, basta, no puede ser, tengo que terminar, no podía más.  Al fin entramos a Central Park, desbordado de gente. Veía los carteles: 2 km, mi reloj ya marcaba más de 42, 2 km, ya lo había logrado, ¿Dónde cresta esta la meta?, vueltecita tras vueltecita en Central Park, 1 km, 800 metros, 400 metros, una vuelta a la pista, no es nada, puedo hacerlo. 

Finalmente llegué, celebrando, con una sonrisa gigante. Estaba tan feliz, no lo podía creer. Lo había logrado, lo di todo. Todo lo que me dijeron era cierto. 

Es verdad que se termina con la mente; eso también se entrena, y yo lo había hecho. Lloré de emoción y de felicidad; me sentí fuerte. No logré las 4 horas que quería, pero hice 4:05:43, y eso está perfecto para una amateur como yo. Fue una experiencia inspiradora y un aprendizaje tremendo, lo volvería hacer mil veces.

Sofía Valenzuela

Fecha de la carrera: Domingo 3 de noviembre de 2024

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