Race Report Amber Phlip: “Can’t stop the feeling”#AmberPhlip #RunchileRaceReport

Race Report 102 Km Tarawera Ultramarathon 2018

¿Alguna vez has tenido una carrera con la que sueñas?¿La que has tenido en tu vista como una carrera que algún día correrás? Quizás para los corredores de calle es algún maratón de los “7 Majors” o para un trailero podría ser correr en Mont Blanc. Bueno, para mi correr los 102 km de Tarawera Ultramarathon fue un sueño desde mis comienzos en el Trail Running. Muchas personas me habían preguntado, “qué tal son las carreras de Trail en Nueva Zelanda”, para lo cual mi respuesta siempre fue “no tengo idea”. El Trail Running lo conocí en Chile, por lo tanto aparte de las carreras de Cross-Country que hacía en mi niñez en la granja al lado de mi escuela primaria, nunca había tenido contacto con los Trails Neozelandeses.

El Haka antes de comenzar

Llegando el día previo para ir a la charla técnica y registrarse, todo fue parecido a las carreras en Chile. ¿Alguna diferencia? Quizás fueron más estrictos con la revisión del material obligatorio, exigieron una chaqueta con “costuras selladas”. Como sospechaba mi chaqueta no pasó la prueba, y tuve que comprar una chaqueta adecuada que “convenientemente vendían en la expo”. Para poder correr había que tenerla, así que obligada tuve que partir con unos $120.000 para obtener mi chaqueta con costuras selladas.   

En el registro tenían todos los nombres de los corredores escritos en una pancarta gigante.


Algo entretenido de esta carrera fue el hecho que empezaba en un pueblo y termina en otro; una verdadera travesía. La partida de los 102 km fue en el pueblo de Kawerau. Había llovido mucho los días previos y durante la noche, lo cual no paró para la carrera tampoco. Sentía las mariposas en el estómago, sería la segunda vez que corro 100 km, pero creo que no importa cuántas veces se corre una distancia de esa magnitud, siempre dará un poco de susto.

Partida de los 102 km en Kawweau a las 7am. Las condiciones no fueron óptimas, pero fueron iguales para todos.


La partida fue rápida, los primeros kilómetros bajo 5:00min/km, mucho más rápido de lo que esperaba cuando quedaban 100 km aún, pero me sentí bien y seguí la masa. Llegando al segundo punto de abastecimiento empezó la fiesta, nos esperaban con pancartas que decían cosas como “chafing the dream” y “ I thought they said rum!”, cosas que daban un poco de risa cuando los kilómetros se volvieron monótonos. En este punto también estaba esperando mi familia, mi tío me gritaba “apúrate Amber, no tenemos todo el día”.


Llegando al segundo punto de abastecimiento donde me esperaba la familia.

 

Puro barro

Rápidamente dejamos de lado los caminos forestales, llegamos al bosque neozelandés, y debido al tiempo que habíamos tenido los días previos, esto significaba que llegamos al barro. Mucho, mucho, mucho barro. Si corriste Torrencial 2017, esto fue más: mucho más!


Creo que esta carrera la subestimé, pensé que iba a ser relativamente fácil en comparación a los 100 km que corrí en Patagonia Run (San Martín de los Andes, Argentina), porque el desnivel era menor. Sin embargo, en el siguiente tramo aprendí que no hay que juzgar las carreras solamente por su desnivel. A llegar al bosque todo empezó relativamente tranquilo, pasamos por algunos caminos bien ricos para correr y los primeros 40 km los hice en menos de 4 horas, mucho mejor de lo planificado, pero me sentí bien.

En un momento pasamos por una cascada tan hermosa, que tuve que parar un minuto para gozar de su belleza. Pero pasando los 40 km habían muchas raíces de árboles y piedras chicas, que junto con la lluvia y el barro lo hacía frustrantemente difícil de correr. Entonces, ¿qué hacer en estos momentos? Hacer algunos amigos nuevos y empezar a charlar de la vida! Por lo tanto me puse a conversar con un grupo de amigos corredores de Nueva Zelanda y nos turnamos en llevar el ritmo dentro de este tramo interminable. Ver una señal diciendo “200m to the next aid station” y escuchar música fuerte en el fondo fue tan bienvenido. Llegué a los 50 km en 5 horas y 30 minutos, por lo tanto pasé a hacer aproximadamente 1 hora para cada 10 km a 1 hora y media. Ya no era la carrera “corrible” que había imaginado.

   
¡El barro no terminaba, nunca! En algunos momentos me llegaba hasta las rodillas. Mientras tanto mi familia me esperaba en el punto de abastecimiento de los 58 km, bastante entretenidos viendo todos los corredores emocionados y embarrados pasar por ahí. Cuando llegué fui al tiro a hablar con ellos, necesitaba un poco de ánimo después de ese tramo frustrante y además les quería avisar que quizás me iba a demorar un poco más de lo planificado.

Kilómetro 58 km, un poco embarrada.


Aquí ya venía la parte más difícil, la subida más grande de la carrera. Sabía que después de esta parte psicológicamente ya estaba al otro lado. Cada vez estábamos metiendo más al denso bosque nativo lleno de helechos verdes y altos.

El bosque nativo neozelandés

Los pacers de Amber

Tomé la subida tranquilamente, queriendo guardar energía para más tarde. Luego la bajada fue penoso, siendo el momento que uno generalmente puede apurar un poco el ritmo, no se podía con todo el barro. Varias veces me resbalé, pero justo en una de las bajadas tuve la “mala suerte” de hacer un mal movimiento y sentir un tirón en el ingle. En ese momento pensé “ohh, sentí eso”, pero entre la adrenalina y la calentura de correr no me lo impidió y no lo pensé más, pero el día después de la carrera literalmente no podía caminar y resultó ser un desgarro que hasta hoy (una semana después) me sigue molestando. Es impresionante lo que puede resistir el cuerpo y lo importante que es la mente, como no lo pensé más durante la carrera, no me molestó.


Cada punto de abastecimiento estaba lleno de voluntarios con energía de sobra, justo lo que uno necesitaba cuando su propia energía iba en descenso. En el kilómetro 80 km se llegaba al punto de abastecimiento de los Zombis, me imagino que representaba la imagen de los corredores que pasaban por este punto. Aquí decidí cambiarme de zapatillas, y mientras mi mamá me ayudaba a sacarlas mis pies se acalambraron, mi cuerpo ya estaba empezando a sentir la distancia. De aquí en adelante venía la carrera mental. Mientras muchos otros corredores se juntaban con sus pacers en esta parte, yo me puse los audífonos y tuve a personajes como Justin Timberlake, Jamiroquai y hasta las Spice Girls como mis pacers mientras rodeaba el lago y me acercaba a la meta en la cuidad de Rotarua.

80 km: El punto de abastecimiento de los Zombies.


Nunca sube en que lugar iba, no estaba tan preocupada de esto, ya que habían muchos corredores elites y fue mi primera carrera internacional (mi meta estaba más enfocado en el tiempo que quería lograr y sacar el mayor provecho a la experiencia). Pero llegando al último punto de abastecimiento me encontré con una de las corredoras de 100 km que había visto varias veces durante la carrera.

Quedando solamente 5 km, los cuales eran 5 km rodeando distintas termas con actividad geotermal, intenté seguir el ritmo de ella, pero no pude y eventualmente se escapó. No se si fue por falta de piernas, cabeza o ganas, pero cuando ahora miro atrás, pienso que debería haber sido más arriesgada en varios momentos de la carrera (algo que tendré que empezar a trabajar).

Can’t stop the feeling


La llegada fue hermosa. Localizada en el Government Gardens en la cuidad de Rotarua, había muchos espectadores, dentro de los cuales por supuesto estaba mi familia. Fue la primera vez que lloraba de emoción al llegar a una meta. No solamente por poder compartir el momento con mi familia, sino que también por haberlo logrado después de un 2017 complicado; mi primer año de doctorado que me entregó varios desafíos. Esto me hacía acordar porque correr para mi es tan importante; para tener un equilibrio en la vida y para poder desconectarme unas horas cuando la vida profesional se vuelve complicada o te entrega desafíos inesperados.

En resumen fue una linda experiencia, correr en mi país natal, junto a mi familia, una carrera del Ultra Trail World Tour y con un gran nivel de competidores. Nunca se deja de aprender, y espero poder incorporar los aprendizajes de esta carrera y volver en algunos años más para mejorar esa marca (ojalá acompañada de un poco de sol y mucho menos barro).


Un abrazo emocionante a llegar a la meta de lo que finalmente fueron 104km. Tiempo total 12 horas y 26 mintutos (octava general y cuarta en la categoría sub30)

Por Amber Philp
Trail Runner

 

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