Race Report – Maratón de Sídney 2025
El inicio de la aventura
El 14 de enero de 2025, de madrugada, me llegó el esperado correo: había quedado seleccionada en la lotería del Maratón de Sídney. Tras quedar en lista de espera, finalmente estaba dentro. Recuerdo haber despertado a mi marido con un grito entre risas: “¡Guatón, quedé en Sídney, quedé en Sídney!”. Su respuesta somnoliento “qué bueno, qué bueno” bastó para que comenzara la aventura.
Sería mi sexto Major, quedando solo Boston para completar el circuito. La motivación era doble: Desafiarme como runner y reencontrarme con familia en Australia que no veía hace años. Pero el camino no fue fácil.
El camino no fue fácil
Con la ayuda del equipo de MedPro, mis entrenadores Roberto Niedmann, Felipe Araya en nutrición y el apoyo constante de mi familia, comencé un entrenamiento más disciplinado que nunca, sabía que la altimetría del maratón era la más ruda de todas y en verdad es así. Preparación física dos veces a la semana, nutrición cuidada, masajes, madrugones a las 5 AM con mi amiga María Paz, masajes de Lissette todos los lunes y todo coordinado con mi rol de mamá, esposa y directora de mi consultora RR Chile.
Pero en el último largo, tres semanas antes del maratón, en el kilómetro 18, sentí un pinchazo. En el 22 ya no pude correr. Diagnóstico: desgarro en la pantorrilla. El mundo se me vino abajo. Lloré, me frustré, pero pronto decidí que esto no me detendría, conversé con varios amigos runners que les había pasado y me dierón tips. Con ayuda del doctor Pellegrini y luego del radiólogo Dr. Rosales, me sometí a un tratamiento de plasma rico en plaquetas, kines y reposo absoluto. Apenas quedaban dos semanas. Mi meta cambió: Ya no era el tiempo, sino poder cruzar la meta.
Llegar a Sídney fue reencontrarme con amigos y compañeros de los Santiago Runners y conocer nuevas historias, como la del cónsul de Chile en Canberra, quien corría su primera Major. Reconocimiento especial para Julio Venegas y Joa Arias que venían por su septima estrella. Ese espíritu comunitario me recordó por qué amo este deporte: Porque trasciende la competencia, nos conecta y nos da energía para seguir adelante.
En la expo todo funcionó relativamente bien, salvo el caos por el merchandising pro tip: Compren la chaqueta por internet antes.
El día del maratón
La largada fue mágica: Miles de corredores, la ciudad vibrando y yo agradeciendo poder estar ahí. Los primeros 20 kilómetros fueron un regalo: Corría en base a sensaciones, disfrutando la bajada, confiada en que el cuerpo respondería. Pero en el kilómetro 28 reapareció el dolor, intenso, punzante.
Del 30 al 42 corrí con la cabeza. Pensé en mis hijos, en mi familia, en mi equipo de trabajo, en mis amigos que me habían acompañado en cada paso de este proceso. Hubo un momento en que miré una estación de metro y pensé en abandonar. Me repetía: “El Opera House me espera”. Así, entre caminatas y trotes cortos, avancé con la pura fuerza de la cabeza y del corazón. En los últimos dos kilómetros levanté la frente, pensé en mis hijos, en mi mamá, en mi marido Juan Ignacio, en mi tía cuidando a los niños, en mis amigas runners, en mi equipo de mujeres de alta dirección, en cada palabra de aliento que recibí. Sentía que todos ellos me empujaban.
Cruzar la meta
Cuando vi el icónico Sídney Opera House a lo lejos, a dos kilómetros de la meta, levanté la frente, respiré hondo y supe que lo lograría. Crucé la meta en 5 horas y 20 segundos, con lágrimas, dolor, pero sobre todo con una felicidad inmensa. No era la marca que había soñado, pero sí el resultado de una resiliencia que me demostró que muchas veces el cuerpo se rinde, pero la mente y el corazón empujan más fuerte.
Aprendizaje para la vida
Este maratón me enseñó que, aunque planifiquemos todo al detalle, la vida siempre trae imponderables. Lo importante es tener la capacidad de adaptarse, de apoyarse en la familia, en los amigos, en los equipos que nos sostienen. Los runners sabemos que la meta no siempre está en el cronómetro, sino en el espíritu que nos impulsa.
Hoy estoy agradecida: A mi familia, a mis entrenadores, a los amigos runners, equipo de trabajo, al equipo médico y a todos quienes me acompañaron en este viaje. Sídney me deja la certeza de que llegaré a Boston, tarde o temprano. Pero más allá del cronómetro, me queda la convicción de que cada paso —incluso los más dolorosos— nos hacen más fuertes.
Gracias, Sídney. Gracias a todos los que me acompañaron en este viaje. Vamos que se puede.
Pía Gallegos
Fecha de la carrera: Domingo 31 de agosto de 2025
Viernes 5 de septiembre de 2025