Marlene Flores: “Ganar el Endurance fue el premio por mis 50 años”Endurance Challenge 2016

Race Report  Endurance Challenge 2016

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Día a día vivo un entrenamiento diferente. Corro por senderos, por bosques y humedales y hasta realizo trabajos que son propios del campo, como picar la leña y conducir la carretilla llevando la madera. Esos son mis entrenamientos en mi amado sur, donde el frió y la lluvia para mí no son un tema.

 

Me gustan los desafíos. Me gusta poner una meta en mi vida, fijar un plazo y trabajar arduamente para cumplirla. Este año lo era el UTMB en Francia, donde me enfermé en el transcurso de la carrera y no pude continuar. La pasé mal. Por eso decidí buscar un nuevo desafió y trabajar mucho más para conseguirlo. Decidí premiarme por mis 50 años, que cumplí en julio pasado, y me propuse como nueva meta ganar el Endurance Challenge 2016.

 

Durante mi entrenamiento me sentí como cabra chica esperando que llegara pronto mi deseado regalo. Quería que esta carrera fuera especial, el mejor regalo de todos pero no sólo para mí, sino para compartirlo y dedicárselo a un amigo enfermo de cáncer.

 

Hasta que la esperada madrugada del viernes 14 de octubre llegó y con mucho esfuerzo pude traer a mi hermana y a mi hijo desde Puerto Montt. Son sus abrazos los que me dan energía y me llenan el alma porque siempre están cuando más los necesito. Llegó el minuto de la largada y comenzó mi nueva travesía.

 

La carrera

 

Tuve un amanecer muy conversado junto a mi querida amiga argentina Luciana Urioste y sin darnos tregua. En el kilómetro cuarenta nos alcanzó nuestra amiga peruana y nos fuimos las tres hablando un buen rato. Pero en el kilómetro cuarenta y cinco salí con un ritmo de carrera más fuerte que ya en el km 60 no las vi más. Al llegar al kilómetro 80 nos indicaron otra ruta y me perdí durante algunos unos minutos, pero rápidamente continué mi marcha hacia los 160 kilómetros.

 

En cada puesto de abastecimiento me esperó mi perfecta asistencia y aquí me detengo para reconocer la atenta y dedicada atención de este staff, el cual fue liderado por Mario Escobar.

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Durante el circuito nunca desfallecí, tampoco me cansé. Las palabras con quienes me crucé en la ruta siempre fueron alentadoras y el cariño de la gente que se juntó en Aguas de Ramón me llenó de energía. En ese punto me esperó mi pacer Javier, quien aguantó siempre mis constantes cambios de animo, como por ejemplo: “Ya cállate, mejor no hablemos!” y al rato le decía, “Javier, ¿qué hora es? o “Javier, ya no quiero hablar”, jajajaja gracias Javier por tu eterna paciencia.

 

El recibimiento que me dieron en Antawalla fue con un cariño desbordante que a esa hora lo necesitaba: “Marlencita te tenemos pasta, pizza, ¿qué quieres comer? Fue entonces, y ya faltando poco para terminar, cuando decidí llegar a la meta a las 8:45 de la mañana. ¡Tenía que ser así! Y comencé a correr con un ritmo loco para conseguirlo.

 

Llegando a meta

 

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Mis emociones fueron variadas. Una mezcla de cansancio, ansiedad y el deseo de recibir mi regalo. Mi triunfo. Con 153 kilómetros recorridos y sólo a siete de la meta, mi asistencia me esperaron muy emocionados porque se había hecho un gran trabajo. Aún veo la cara de felicidad del Rocka, Pancho y Martín quienes fueron el staff que estuvieron presentes cada diez kilómetros para entregar mi alimentación.

 

En la bajada mi corazón latió muy fuerte y no precisamente por el cansancio. Iba tan rápido que caí de espalda por la velocidad con la que bajé y no me dolió jajaja. Se me desprendió una uña, pero me dije y me repetía que no existía dolor. ¡No hay dolor! Grité de alegría entre la vegetación para desahogarme. Es inexplicable lo que se siente al conseguir la meta que uno se propone. A pesar de que me pasé por dos minutos de las 8:45, la sensación que se siente al llegar a meta es única.

 

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A sólo 500 metros del triunfo mi pequeño hijo comenzó a correr a mi lado. No pude continuar y me detuve a llorar unos segundos. Su recibimiento fue lo máximo, porque en ese gesto se concentraron todos mis sueños. No me queda más que agradecer el cariño incondicional de quienes esperaron en la meta y me aplaudieron. Todo mi cariño y mi gratitud hacia ellos, a todos los que amablemente me demostraron tanto afecto, dándome la mano, entregándome cariño, mil gracias por ello.

 

El regalo de los 50 años

 

Ganar el Endurance Challenge fue el premio por mis cincuenta años. El entrenamiento que realicé con pasión y valentía dio resultado. Así le dediqué silenciosamente la victoria a mi amigo enfermo de cáncer. Los abrazos que recibí, porque un abrazo no lo niego jamás, me llenan el alma, sobre todo el de mi grandulona hermana Eugenia, y los de mis hijos Rubén y Marcelo cuando llegué a meta.

Pero la felicidad duró cinco minutos. Recibí tanta crueldad, injusticia y poca flexibilidad que me sentí tratada como una delincuente por dos personas: Rodrigo Canuto Errazuriz y Nick Moore, quienes me juzgaron y me hicieron entender que lo que hice merecía un intransable castigo. Me humillé y supliqué pero de nada sirvió. Sólo recibí de ellos como respuesta un “somos directores y es nuestra pega y no te lo dejaremos pasar por ningún motivo”.

 

A simple vista vieron que mi mochila no tenía todo el material, pero nunca la revisaron. También me informaron que pasé por un control sin llevar la mochila. Cuestión que asumí y expliqué mi error de dos minutos. Pedí perdón. Ahora con más calma me pregunto si el hecho de que me llevaran por dos minutos la mochila para no dejarla caer al suelo es motivo suficiente para ganar una carrera de 160 kilómetros? ¿Por qué sólo a mi me juzgaron?

 

Tengo claro mis valores y reglamentos, informé lo que dejé en mi asistencia: el frontal a las 8 de la mañana no lo necesitaba, también dejé el cortaviento y el botiquín que fue armado con más de lo exigido. El material obligatorio lo llevé durante toda la carrera. Cumplí con ello. No soy nueva en el trail, tengo una trayectoria deportiva extensa de más de 35 años.


Pero me equivoqué y pedí perdón. También supliqué y no fui escuchada, ni apoyada ni valorada. Todo se derrumbó en cinco minutos.

Estoy triste y decepcionada. Ver a mis hijos llorar de alegría porque su madre cumplió su sueño y luego abrazarnos los tres a llorar por la pena es algo que no acepto o no lo aceptaré por ahora.

Insistí y resistí. Entrené con mesura y pasión porque creo en mí y se lo que soy capaz de hacer, sin importar donde este y lo que me cueste . Estoy feliz y agradecida de las oportunidades que la vida me entrega. Y doy las gracias por este gran regalo que recibí, gracias por este gran triunfo en los 160 kilómetros del Endurance Challenge 2016.

 

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Marlene Flores
Ultramaratonista

 

Fecha de la carrera: Viernes 14 y sábado 15 de octubre de 2016

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