Klaus Ewert: “Se logró el PB y desaparecieron los fantasmas”

Race Report Maratón de Londres 2023

Decidí correr Londres 2 meses antes de la maratón. No estaba teniendo un buen ciclo, no estaba ni terminando los largos y no me daban los ritmos en la pista. Un poco desmotivado por la última maratón en Berlín, ya había incluso decidido bajar de distancia para el maratón de Santiago.

En una semana pasé de cero a cien. Le pido a Ingrid (mi coach) que me baje la carga del plan para correr 21K y obtuve un rotundo NO, me dijo que yo podía, que me motivara, que no arrugara. Unos días después me escribe Gonzalo Zapata que tiene un cupo para Londres, que se bajó alguien y que si quería ir. Y así termine inscrito. Me puse las pilas y me motivé con los dos meses de entrenamiento.

Llegué a Londres full motivado, con varios tips de José Miguel Valenzuela (JM), un amigo del equipo, confiado en el entrenamiento, estaba la pega hecha.

Estaba anunciada lluvia y así fue, siempre estuvo en el plan. Lo clave era estar seco al partir. Inicié con el plan claro: “Ritmo parejo toda la carrera”, entre 4:20 y 4:25.

Los primeros 10 kilómetros fueron fáciles, a ratos llovía mucho, pero me sentía bien y fui agarrando confianza. La gente, pese a la lluvia, estaba en la calle; disfruté mucho con ellos. Me mantuve tranquilo hasta el kilómetro 20, me seguía sintiendo bien, pasé por Tower Bridge, recuerdo mucho ese momento. Ahí empezaba la segunda mitad. Me había estado fijando en el reloj cada 5 kilómetros e iba todo según el plan.

Al cruzar el puente empieza una parte con doble sentido y ves pasar de vuelta a los líderes de la carrera, que ya te sacaron más de 15 kilómetros. Hice esos 15 kilómetros ya un poco más cansado, pero entero. Es una parte con muchos giros y cuesta mantener el ritmo, pero estaba saliendo aún dentro del rango.

Llegué al 35, me encuentro con los corredores que van de ida, e hice un check mental: “Acá parte el maratón”. Mientras avanzaba ya empecé a sentir las piernas, empezó la lucha entre el cerebro y la mente, esa que estaba perdiendo al inicio del ciclo. ¡Ahí me acorde del “1:34” (mis amigos de la pista) y de Ingrid! Ahí tenía que correr, mantener, no era correr más rápido, solo mantener, era 100% cabeza, el entrenamiento estaba.

Llegué al 40 y las piernas no me daban más, había bajado algunos parciales a 4:30 pero logré volver al rango. Vi el London Eye y me acorde de JM, “ahí ya no queda nada, con todo”.

Los últimos kilómetros fueron duros, no pude meterle mejor ritmo, las piernas querían parar, pero la cabeza tuvo su revancha y fue más fuerte. “Puerta grande o enfermería” me recordaba los últimos metros (como dice mi amigo Pedro). Se cruzó la meta, se logró el PB y desaparecieron los fantasmas.