Race Report Survival Run Nicaragua 2017*
*Carrera de más de 80 kilómetros que se realiza en diferentes parte del mundo, donde los competidores deben adaptarse al medio ambiente donde se desarrolla la competencia, para poder enfrentar los desafíos que la organización les pone y así poder conseguir las 4 preciadas medallas: FAIL-I-DID-NOT.
Es la carrera más loca y desafiante a la que he ido.
Si has visitado mi Facebook y crees que gané, no es cierto, no la terminé. Lo que sí gané fue la Beer Mile, una carrera que se realiza al día siguiente de la Survival Run, así que me convertí en la chilena buena para la cerveza. Sorry si me dijiste que era un ejemplo a seguir o me felicitaste diciendo cosas buenas, sólo estaba siendo un mal ejemplo.
La Survival Run Nicaragua sólo la terminaron 2 hombres, uno dentro del tiempo y otro fuera del tiempo. Pero el ambiente es excepcional, porque está plagado de locos llenos de vibras positivas. Ahora, ante la pregunta de si la volvería a correr, absolutamente sí, porque siento que en esta oportunidad me faltó mucha preparación.
Antes de partir
Llegamos junto a Renzo, mi esposo, a la partida, ubicada en la playa de la Finca San Juan, la cual es muy linda por cierto. Pero cómo aún estábamos faltos de sueño, fuimos al bar y pedimos un café. Mientras estaba sentada en un rincón, observé las caras con nervios y alegría de los competidores, sus arreglos de última hora y risas por todo el lugar. Es ahí cuando mi corazón comenzó a apretarse cada vez más y más.
A mi lado está sentado Jeff, un competidor estadounidense a quien le dije en mi no muy buen inglés que necesitaba llorar. Pero cuando terminé de comentárselo las lágrimas comienzan a rodar por mi cara, sin poder contener la emoción antes de largar. Fue en ese momento cuando me acordé de los nervios que le dan a mi amiga Cindy (La Pantera) Ramírez antes de partir las carreras, pero a diferencia de ella, más que nervios lo que sentí fue pura emoción. Estaba tan feliz y agradecida de estar ahí, que ahora con sólo recordarlo nuevamente me dan ganas de llorar. Después de ese intenso momento pasaron unos 10 minutos, cuando nos llamaron para la revisión de equipamiento.
Revisión de equipamiento
Nos dieron una charla en español e inglés sobre lo que debiéramos llevar a la vista durante la carrera, sobre qué debemos hacer si queremos abandonar y las precauciones que debemos tener con los animales, y nos dieron como ejemplo, los pasos que debíamos seguir en el caso si nos mordiera una serpiente, aconsejándonos matarla para así saber si era necesario antídoto o no. La realidad es que nunca me quedó claro si nos dijeron esto en serio o fue una broma, pero sólo imaginarme estar en tal situación, me asustó muchísimo.
Al finalizar las indicaciones, nos pidieron que sacáramos nuestro equipamiento obligatorio para ponerlo en el piso y una vez que estuviera listo, levantamos nuestro machete para que fueran a revisarlo. Cuando estaba todo verificado, nos pasaron parte de los materiales para fabricar una honda. Estaba tan nerviosa que no me acordaba lo que era realmente obligatorio o no, pero de igual manera igual vacié mi mochila para ver si lo que llevaba demás lo aceptaban o no.
Fabricando la honda
Acá la lógica fue la siguiente: una vez que nos pasaron los materiales para fabricar la honda, la fabricamos y nos pasaron 5 bolitas para 5 tiros, más todas las piedras que estaban en lugar. Tuvimos como tope de búsqueda y para acertar al blanco hasta las 6 de la tarde. Y una vez que le das al blanco, te pasaban el número de competencia. Ahora, si no conseguías darle al blanco, te quedabas sin poder participar de la carrera.
Fui casi de las últimas en salir de la revisión, me pasaron los materiales y pronto encontré una rama que se convertiría en la honda, al sacar el machete y cortarla. Hasta ahí iba bien, pero cuando empecé a fabricar la honda, mis manos no paraban de temblar. Por mi cabeza pasaba a cada rato el pensamiento de qué hacer si a las 6 aún no lograba darle al blanco.
Me paré en la línea de tiro y puum suelto el primer disparo y pasa muy cerca. James, el voluntario que está revisando mis tiros me mira con pena. Entonces me preparo para el siguiente, apunto tal cual como me dijo Renzo y ¡Cabum, le dí!
Oh, estaba tan feliz que comencé a abrazar a todos como si ya hubiese ganado la carrera, pero pasaron unos segundos y me avergonzó mi efusividad.
Al agua pato
Después de obtener mi número me dijeron que la competencia partía a las 18 horas. Faltaban sólo 20 minutos, eso me daba la opción de ir a la isla que estaba 500 metros y traer una pulsera que sería mi tarjeta de entrada para poder eliminar un obstáculo. Cuestión que hice a pesar de lo mal que nado. Una vez que por fin llegué a la isla, los voluntarios me pasaron la pulsera y regresé nuevamente al agua. Cuando llevaba unos 30 metros del camino de vuelta y cuando ya estaba casi oscuro, empezó la competencia.
Ví bengalas en el aire y todo se veía hermoso, traté de nadar lo más rápido de vuelta, pero no lo conseguí. Ese kilómetro se me hacía interminable y cuando por fin alcanzo la orilla, sólo quedamos un par de corredores en la playa, los otros ya habían salido como 25 ó 30 minutos antes. Agarré mi mochila, traté de secar lo mejor que pude mis pies y me puse las zapatillas para comenzar un coastering de 8 kilómetros con mi linda mochila de aproximadamente 7 a 8 kilos de peso (va así de llena porque debes llevar toda tu agua y comida además del equipamiento obligatorio), esto porque a lo largo del circuito no hay puestos de abastecimiento, lo que sí podías hacer era comprar donde hubiese una pulpería o algún lugareño te quisiese vender.
Coastering hasta el Muelle Feliz
Partí aproximadamente a las 18:40 de la tarde y se veían muy pocas luces en la playa y ya estaba oscuro. Traté de apurarme para alcanzar a algún alma y lo logré. Corrí un montón de rato con un australiano que teníamos un ritmo muy similar, hasta que llegamos a los roqueríos y me escapé. Casi toda la gente empezó a tener problemas ahí, en cambio yo avancé bastante rápido. Hubo mucha gente que se resbaló porque era una parte bastante peligrosa. Yo avancé asustada tratando de no golpear mi rodilla herida, usando pies y manos ingeniandomelas para no caer. Todo el tiempo miré que no hubiesen arañas o serpientes, pero sólo me encontré ramas con espinas. Fue aquí cuando alcancé a Renzo y lo pasé, pero él encontró un sendero que casi lo puso delante mío unos 20 minutos después. Continuamos por su camino, lo que fue una decisión bastante inteligente, porque el lugar ya estaba seco y fue mucho menos peligroso.
Luego de un rato llegamos a un muelle, donde nos dan las instrucciones para llegar hasta la parte más alta del sendero, en donde había una copa de agua y ahí nos dirían qué debíamos hacer.
Copa de Agua
La copa de agua es de aproximadamente 3 metros de profundidad. Y para poder pasar esta prueba, tuve que hacer apnea y sacar una piedra del fondo hasta la superficie y botarla. Pero antes debes subirla, la miré y la encontré tan alta que creí que no iba a poder. Por eso me subí a un montículo que hay por un lado y encontré buen agarre para subir, donde sólo apoyé la pierna derecha para no flectar fuerte la rodilla izquierda y así, sólo con los brazos, hice fuerza y llegué hasta la cima. Luego me metí a la copa, descansé un poco antes de hundirme, porque realmente estaba muy agitada y nerviosa. Pero el primer impulso no me alcanzó para llegar hasta abajo y subí a toda prisa.
Una vez en superficie respiré profundo y esta vez con más convicción llegué al fondo y saqué una de las piedras más pesadas que había según los voluntarios de aquella parte. Luego me dieron una pulsera, leí las instrucciones de lo que venía y esperé a Renzo que ya estaba por terminar de hacer la prueba.
Escalar árboles
Después de salir de la copa de agua, nos encaminamos siguiendo instrucciones y marcas hasta llegar a un bosque en el que debimos obtener nuestras siguientes pulseras de las copas de los árboles. A uno de ellos debimos subir sin ayuda y al otro utilizando un bambú.
Este obstáculo era uno de mis mayores miedos. Cuando estuve de vacaciones traté de subir árboles y no lo conseguí, pero acá tenía la oportunidad de usar mi pulsera para saltar este obstáculo, pero debí decidirlo antes. Como soy bien chora obvio que no la usé y me fui al árbol más complicado con bambú y empecé a subir como un vil gusano usando sólo una pierna y resultó. Llegué arriba y miré hacia abajo y me pregunté cómo mierda me bajaba de esto. Estaba tan parado el bambú que me dio miedo de se fuera hacia el otro lado con mi peso. Esperé que llegara un corredor al árbol y le pedí si lo podía afirmar. Ahí, con los ojitos cerrados empecé a bajar.
Luego me voy al árbol sin ayuda, pero ese estuvo muy fácil para subirlo, pero al bajarlo me costó un poco porque tuve que saltar y ocupar las dos rodillas para amortiguar la caída. Y para qué andamos con cosas, mi rodilla izquierda todavía no cedía, así que mi cuerpo se dejó llevar hasta un corredor que estaba esperando subir y que amablemente me salvó de caer.
Leemos las instrucciones para continuar y nuevamente lo hice junto a Renzo comentando que la carrera hasta ahí había sido fácil (excepto el nado para mí) y además demasiado entretenida.
Finca Mística
Antes de llegar a la siguiente finca pasamos por un bar que estaba ubicado en plena playa, donde nos abastecimos de agua y partimos, junto con otros corredores que pararon por una cerveza.
Después de un rato llegamos a Finca Mística, acá los hombres debían reunir 50 kilos de leña, mientras que las mujeres 40 kilos. Los troncos no debían pasar el metro de largo y sólo debía ser leña que encontráramos en el suelo. Me interné en el bosque para buscar, donde encontré trozos que me evitaron utilizar el machete. Luego de un rato voy afinando el ojo, en una agarré un gran trozo que quise mover para poder cortarlo mejor y al ladito de mi mano había un gran escorpión. No me quedó otra que tomarlo con el machete y lanzarlo lejos. Ayayai pobre de mí, pensé después de eso. Luego seguí con mucho más cuidado agarrando los troncos. De hecho en uno grande que encontré, lo empecé a cortar y de la nada me saltó un jugo asqueroso de un gusano bastante gordo y grande que maté sin querer.
A pesar de todo seguía con la adrenalina a full, más todavía cuando me dicen después de reunir toda la leña que voy segunda en mujeres (y lo mejor es que la primera no había nadado y yo sí y eso me daba una gran ventaja).
Ascensión al Maderas
Después de recibir esa gran noticia, obvio que mi cuerpo me pedía correr y correr y eso fue lo que hice. Me interné en la selva sola porque al corredor que llevaba más cerca lo adelanté y lo perdí. Mientras avanzaba me acordé de Ultra Fiord, porque allá le tuve miedo a los pumas, pero acá con tan solo escuchar a los monos aulladores, era sólo el comienzo de mi miedo.
A medida que ascendía al volcán, necesitaba agarrarme de raíces y árboles y no quería hacerlo por los lagartos y serpientes, pero después el cansancio me pesó or lo que miré cada rama en que me apoyaba para subir. Chris, el corredor que había pasado anteriormente, me alcanzó y por suerte lo hizo. Al principio me hablaba tanto que sólo quería que se callara (era una conversación en que yo trataba de hablar en inglés y él en español y funcionó), pero después de un rato se calló. Estábamos demasiado cansados para hablar, donde muchas veces pensamos que habíamos llegado a la cumbre y sólo fueron falsas esperanzas.
Dato: Al Volcán Maderas se le dice Agua y al Volcán Concepción Fuego, el Maderas, tiene 1.394 de desnivel en 4,5 kms aprox. y el Concepción 1.610 metros en sólo 3 kms.
A medida que avanzaba entendí perfecto el por qué el Maderas era el agua. Estaba lleno de barro, agua por todos lados y mucho rocío, que en la cumbre se transformó en lluvia. Al subir, ambas rodillas me dolían cada vez más y pensé en cómo lograría subir el Volcán Concepción con el peso adicional en mi mochila, sí en ese momento ya estaba casi completamente exhausta.
Cuando el desnivel fue un poco más amigable y Chris nuevamente comenzó a hablar. Ya estaba en la etapa en que agradecí que estuviera ahí, porque realmente me hacía bien y su ánimo y optimismo era lo mejor que tuve en aquel momento.
Horas después llegamos a la cumbre y la laguna a la cual teníamos que llegar no aparecía. Me dio una rabia en ese instante porque necesitaba llegar pronto. Después de varios minutos, comencé a escuchar voces y muchos sapos. Fue ahí entremedio del frío, niebla y la lluvia, donde estaba la querida laguna.
Eran cerca de las 2 de la mañana cuando llegamos para realizar nuestra siguiente prueba: nadar hasta unas luces intermitentes que estaban a la izquierda y sacar la próxima pulsera. Pregunté si podía cambiar mi pulsera en vez de realizar la prueba, pero me dijeron que no se podía, ya que esa era la prueba final para obtener la primera de las cuatro medallas.
No podía creer que después de tanto sufrir para llegar a la cumbre y además con tanto frío, me pidieran que me metiera al agua casi para congelarme con los sapos y quizás qué otras cosas había en esa laguna. Partí detrás de Chris, quien me va esperando y se lo agradecí con en el alma, porque además de ser mala para el agua, estaba asustada. Pero ahora que lo recuerdo con distancia, tal vez no era tanto el miedo que sentí, pero en ese momento, para mí, fue un sacrificio total.
Después de salir de la laguna, comenzamos nuevamente un ascenso de pocos metros para emprender el descenso a Finca Campestre. En el recorrido anhelaba una cama y así descansar y dormir por 15 minutos para luego partir a lo que me mandaran. No sé por qué estaba tan segura de que habría una cama, pero la verdad es que cuando llegamos ya me sentía mucho mejor. Si bien no existía la famosa cama, sí nos esperaban un arsenal de hachas.
Mi Final: Hachas y sierras
En la Finca campestre la instrucción fue cortar un tronco longitudinal y transversalmente de modo que los palos que salieran sirvieran para hacer un cerco.
Descubrí que en algo soy peor que para nadar y es para cortar transversalmente un tronco. Soy realmente pésima, ¡me demoré 3 horas y 20 minutos en ese lugar! Terminé con ampollas reventadas en las manos, llena de hormigones picándome por todos lados y con mi orgullo muy herido, porque en el fondo sabía que ya no podía más con la carrera, que había sido mucho para mí, que mi entrenamiento no fue el correcto, pero sin embargo seguía feliz por todo lo que había vivido hasta ese momento.
Salí de los troncos y me dirigí a la siguiente etapa de ese obstáculo, donde debíamos cortar sólo con una hoja de sierra un bambú. Eso no me tomó tanto tiempo comparándolo con el tronco. Pero que después tuviera que arrastrarlo y montarlo en una bici hasta no sé dónde, fue ahí cuando ya no quise seguir. Me pregunté ¿de qué servía seguir (hoy ya tengo la respuesta a esa pregunta, todo sirve como experiencia si quieres regresar el próximo año), si sabía que no podría con el Volcán Concepción? Después supe que había que nadar otro kilómetro y medio más antes de llegar al volcán Concepción y no sé qué habría hecho.
Así que decidí retirarme, volver a mi hotel y dormir para juntar energías para la fiesta de la noche.
En la fiesta me enteré que sólo Paul Romero (una leyenda de las carreras de aventura) había sido el único en terminarla dentro de tiempo, y mientras celebrábamos llegó el 2do hombre a meta, después de casi dos horas de haber terminado tiempo reglamentario. Sólo ellos lograron completar la carrera.
Todos festejamos y nos lamentamos a la vez. Pude ver en los ojos de Oleg, la pena de su primer DNF. Así que con un rico plato de pescado al ajillo y un par de piscolas decidimos olvidar todo bailando. Ya cerca de la medianoche nos fuimos a descansar y regresar a la mañana siguiente a la Beer Mile y también, a la premiación.
Beer Mile la Revancha
El día anterior pensé “no va a llegar nadie a la fiesta” porque deben estar todos cansados. Error, llegaron casi todos, lo mismo ocurrió a la mañana siguiente, pero no corrieron todos, eso sí muchos estaban ahí para mirar, fotografiar, saludar o lo que sea.
No me gusta la cerveza, es más no sé si me esforcé más subiendo el Maderas o compitiendo en la Beer Mile, pero mi afán por una revancha me llevó a tomar las 4 de esta competencia y una quinta para definir el primer lugar por un error de atención de la organización. No sé dónde me metí tantas, ¡pero finalmente gané y me convertí en la chilena buena para la cerveza!
De todos modos sólo debo agregar que ahora entiendo perfecto por qué hay gente que aunque no tenga opciones de terminar, ha estado en todas las ediciones de esta carrera. Es algo más fuerte que la propia competencia, es algo más que el alma que le pone la organización y los voluntarios, quienes año a año se las ingenian para hacer algo simplemente espectacular y de un esfuerzo inimaginable. No es porque les guste tanto sufrir o les guste la sensación de miedo, para mí realmente es porque el ambiente que hay entre corredores, voluntarios, organización y lugareños es lo máximo.
No me había pasado toparme con un grupo humano tan especial y que hubiese tanta buena onda entre todos. Desde antes de la carrera había mucho feeling y después fue muchísimo más. Toparse con personas de tu tipo, que están repartidos por todo el mundo, pero que al juntarse son una Tribu excepcional con ganas de desafiar cada cosa que se les presente. Por eso estoy segura que volveré, no sé cuándo pero debo hacerlo. Dios los crea y el Diablo nos junta.
Agradecimientos a Ultimate Direction por crear las mejores mochilas, nunca usé antes de la carrera la PB 3.0, no me hizo ningún tipo de daño y estuve cómoda siempre.
Agradecimientos a Salming por toda la indumentaria, me sentí muy ligera y bien en todo momento, además agradecida de no llevar un kilo de barro en cada pie en mis Elements.
A Límite Sur con su marca Silva por iluminar mi carrera y hacerla más segura con la Trail Speed X.
Agradecer a Travel Time por su apoyo y excelente atención en este viaje, son los mejores!!
Agradecimiento a Fuego y Agua por darle vida a mi sueño y el de tantos otros y crear una experiencia única e inigualable en mi vida.
Agradecimientos súper especiales a mi Mamá, Hermana y Papá, porque se quedaron cuidando al más bello tesoro que tengo: mi hijo y además por apoyarme en todas estas locuras.
A mi amorcito bello por acompañarme y ser tan loco como yo al correr esta carrera que se transformó en un ícono en nuestras vidas.
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Jueves 23 de marzo de 2017