Race Report Jersey City Marathon 2025
Esta maratón partió en una conversación entre amigos, viendo qué carreras había en el primer semestre. Mi amiga Pauli Stagno, habló de Jersey City, me pareció una buena opción, y como una es así, al día siguiente fui a la página, estudié el circuito y miré la fecha y dije… estamos. Tarjetazo.
Lo que siguió fueron 16 semanas de entrenamiento, que se fueron dando de una forma que nunca pensé.
En 2024, luego de correr la maratón en marzo tuve varios problemas de salud y lesiones que no me dejaron correr ninguna de las otras carreras que planifiqué para ese año. Así que la incertidumbre era grande, ¿responderá el cuerpo? ¿responderá la cabeza? ¿volverán los ritmos de antes? ¿mi salud estará al nivel? ¿me irá a pasar algo entremedio? Así que hice lo que me pareció más lógico: elegí creer.
El descanso forzado empezó a rendir frutos. Las piernas respondían, la cabeza de maratonista seguía ahí. No solo recuperé en nivel que traía, sino que empecé a correr a ritmos que no creí que pudiera sacar. Muchas veces le dije a mi entrenador: “Mauro, no me convenzo de esto. Esta no soy yo”. Y sin embargo el número no mentía, batí todas mis marcas personales en este periodo: 5, 10, 21 y 30 K. Así que, no quedaba otra: elegí creer.
El objetivo para Jersey City era ambicioso, bajar las 3 horas 30, un resultado que me había esquivado ya en 2 maratones. Era ir a buscar un ritmo maratón que para mi iba a ser muy duro, escoger ir directo a sufrir, ir a dejar la vida, sin espacio a errores. Mi respuesta final fue: si va a doler, que duela. Me convencí de que era inevitable, el plan A iba a resultar, así que no hay plan B.
Llegué a Jersey City muy fuerte, con el mejor ciclo de entrenamiento que he hecho hasta la fecha, con un trabajo mental muy bueno, convencida absolutamente que iba a salir. “Es inevitable”, me repetía a mi misma los días previos, “va a salir, es inevitable”.
Elijo creer.
Llegó el día, estaba parada en la línea de salida. Tranquila. Con el corazón listo y la mente también. Partió la carrera, con un día frio y con bastante viento en algunas partes. Como siempre los primeros 10 kilómetros se sintieron muy cómodos, sin ningún sobresalto. La carrera tiene varios falsos planos que al principio parecen nada, pero que con la acumulación de kilometraje de a poco se va haciendo cada vez más cuesta arriba. El ritmo desde el kilometro 25 en adelante empezó a ser cada vez más desafiante, la fatiga se iba acumulando, y ya no me sentía fluida, pero me sentía fuerte. “Es inevitable”, me repetía, “va a salir. Elijo creer, elijo pelear”.

Siempre digo que desde el kilómetro 38 yo ya no puedo pensar, y me lo permito. No sé cuánto queda, porque no puedo contar, el cansancio es tanto que no me alcanzaba para nada más que para correr para adelante. Las piernas dolían, los pies dolían, “seguramente voy a perder varias uñas”, pero no me importaba… “va a salir, es inevitable”.
Kilómetro 40 y ya se me empezó a venir la emoción encima, “todavía no Javi, llora al cruzar”. El ultimo kilometro es también el más largo, la fatiga ya es inmensa, solo quiero llegar y dejar de correr, quiero que sea real. Necesito que sea real.
42.195 metros después, y sí, resultó. Es verdad. Mi reloj marca 3 horas 26 minutos, ritmo 4:49. Y estallé en llanto. Una emoción que dejé que me desbordara, ya está… me apoyé en una reja y lloré, sacando todos los fantasmas que tuve el año pasado, el miedo, la frustración y es también un llanto de alegría, de nostalgia y de satisfacción. Me abrazo, te abrazo Javi que nunca se dejó vencer, que dio la pelea hasta el final y que creyó.

¿Por qué elegimos sufrir así? No lo sé, pero sí sé qué pasa cuando eliges pelear, abrazar el dolor y atravesar ese desierto de padecimiento. Los sueños se cumplen.
Elijo creer.

Javiera Pérez de Albéniz
Fecha de la carrera: Domingo 13 de abril de 2025