Viernes 19 en la mañana en el aeropuerto de Santiago, mi señora se despide y me dice “pórtate bien”, ella nada sospechaba y ojalá que no lea esta crónica que tenía un kilombo listo con Susana Giménez y Moria Casán (siempre y cuando Benja Vicuña ya no haya hecho de las suyas), mmm aunque pensándolo bien esas viejas con temperatura y todo el caucho que tienen deben ser medias inflamables (¡adelante Benja!).
Entro al aeropuerto y me encuentro con cuatro bellas compañeras del Team You Can Run Club, ¡sí! ¡viajaré con cuatro mujeres! No pude evitar acordarme del comercial trasandino de “Cosas que en tu p… ta vida te van a pasar”.
Abordamos el avión de la línea KLM, tripulación de pueblos originarios… ¡holandeses claro está! En la puerta una rubia alta de tez blanca de 1.9 metros fornida que se veía muy cordial, pero a la vez inspiraba respeto y hasta cierto grado de intimidación, a la hora que te portas mal el avión abre la puerta de emergencia y de una patada en la jarra te deja de una en el Río de la Plata.
El vuelo muy tranquilo, no se subió ni bajó nadie, lo único sí que justo me puse a toser cuando estaban dos auxiliares de vuelo con los carritos al lado mío y me miraron con una cara que temí que llegaría antes a Buenos Aires.
Llegamos al aeropuerto, tomamos el taxi y un tráfico insoportable, más lento que avalancha de globos, casi dos horas para llegar (ah se me olvidada allá la nafta está el litro a $ 540 y paso el dato por si alguien quiere ir a llenar el estanque).
En la tarde noche fuimos a comer a una trattoria Oggi, muy buena comida, atención y cordialidad eso que a veces echamos de menos los chilenos aquí y se valora, el asunto es que al momento de pagar ninguno de nosotros tenía pesos argentinos y pagó Vero (unas de mis chicas, andahhhh). No aceptaban tarjeta de crédito y una cuenta que eran $ 44.000 pesos chilenos en la tarjeta de débito le cargaron $ 71.000, en fin.
A la mañana siguiente partimos al centro a comprar pesos argentinos, Vero escuchó que había un quiosco de las flores en calle Corrientes que vendía. Llegamos y efectivamente era un simple kiosko que uno entraba y cambiada la plata, te daba billetes nuevos y tenía un contador de billetes, más que kiosko de las flores era flor del negocio. A mí nadie me quita de la cabeza que tenía un subterráneo conectado con la bóveda del Banco Central.
Después de eso nos fuimos a buscar el kit de la carrera, una fila interminable, cuando la vi pensé que era día de elecciones o estaban repartiendo cargos públicos. Estuvimos cerca de tres horas que si bien fue agotador se sumaron otros integrantes del club y en grupo se hacía más llevadero. Retiramos el kit y las remeras (a propósito, me acordé de una tía que en los ’80 cuando fue en Argentina llegó a una tienda y preguntó cuando costaba la ramera de la vitrina, creo que todavía se están riendo), lástima que las remeras eran grandes y largas, pese a las tallas, yo tengo una M que perfectamente me permitiría trotar sin short abajo o bien utilizarla de pijama. Después de eso nos fuimos en grupo, éramos cerca de 15 a comer nuevamente al Oggi y después a acostarse temprano.
Al día siguiente a las 05:30 partimos trotando a la partida. Estábamos a 4 kilómetros de ella (ah, quiero agradecer a Sandra otra de mis chicas… ¡andahhhhhh! que fue un verdadero GPS Google Maps, que para mí que estoy más viejo y sin internet (todavía estoy esperando que se me active el roaming de Claro que es malo), de no ser por ella hubiese estado más perdido que ladilla en huevo de pascua, trotando oscuro por las callecitas un muy buen momento, mucha humedad si, ahí entendí porque algunas autoridades se mojan tanto.
Llegamos al lugar de la partida, mucha gente, calentamiento previo y después al corral de partida, que se distribuía de acuerdo al tiempo estimado de carrera. Ahora me explico porque le llamaban corral de partida, porque éramos hordas de ganado, lo que si había harto ganado premium según dijeron las chicas, yo ni me fijé… nuevamente ¡andahhhhh!
Partió la carrera y la organización más o menos. En los puestos de hidratación te daban botellas de agua cerrada y no vasos que es lo óptimo, ya que las primeras al desecharlas resultaban peligrosas para otro corredor que se pudiese tropezar, también cáscaras de plátano, etc.
De todos modos, la carrera inolvidable por los lugares históricos – cívicos que recorre, los grupos musicales de rock (que siempre que los veo en los maratones me da la impresión que se pasaron del carrete de la noche anterior o tocata al lugar público), unos tangueros en el obelisco muy bien ambientado, pasábamos cerca de la Casa Rosada que como dijo Sandra acertadamente en realidad es de color palo rosa, por lo tanto, deduzco que el chasquilla que contrataron para pintarla se equivocó con la paleta de colores. En fin, una fiesta por donde se le mire. ¿Cómo me fue en la carrera? Mmmm, malito diría yo, me pasó un dinosaurio y una gitana, “le grité suerte y me tendió una mano”, llegué entre los 13.500 primeros.
En la tarde fuimos un grupo importante al Restaurant Siga la Vaca de Puerto Madero, no pegan el palo y es bastante bueno. Posteriormente a recorrer San Telmo, a los buenos cueros, chiches, Mafalda, alfajores, chocolates y mucho merchandising, de un equipito Boca, creo que es, la filial de Everton de Argentina.
Después a descansar y en la noche unas pizzas. En la mañana temprano al aeropuerto, al subir al KLM nuevamente la tripulación de los pueblos originarios y una auxiliar de vuelo de su buena edad, pero muy estirada de cara, la caché por cuando me saludo sonrió y se le encogió el pie. Creo sí que me excedí en el tamaño de mi bolso que se vio más amplio aún con los alfajores, cajas de barras de proteínas, venía muy pesado lo que hizo que me paseara por los aeropuertos quedando con brazos de orangután, además al subir al avión por el pasillo le pegué en los codos a una cantidad importante de pasajeros que ya estaban sentados, ganándome rápidamente el odio de ellos.
Gasté como 1.000 calorías en la carrera y traigo como 20.000 de vuelta. Ah otra cosa, Dani no sé dónde compró el pasaje, pero a la vuelta tenía una gotera que le llegaba justo a su asiento, pensé que era la muestra de orina de un pasajero que lo había dejado en el compartimiento de los bolsos, pero no, afortunadamente era solo agua que misteriosamente al despegar el avión desapareció, buen vuelo, llegamos a Santiago para aterrizar en la realidad.
Una muy bonita experiencia en equipo. Buenos Aires… ¡volveré aunque sea con la frente marchita!
Por Giorgio Rossi
Fecha de la carrera: Domingo 21 de agosto de 2022