Race Report- Maratón de Sídney 2025
Correr la maratón de Sídney este año tuvo un significado especial para mí, no solo porque era la primera vez que la carrera entraba al circuito World Majors de Abbott, sino también porque esta ciudad, que desde hace seis meses se convirtió en mi hogar, tiene una relación única con el deporte.
Apenas llegué dije: sí o sí tengo que correr esta maratón. Llevo ya algunos años corriendo y, por motivos familiares y laborales, en Santiago era de los pocos “loquitos” que entrenaban a las 5 de la mañana; sin embargo, acá me di cuenta de que no estaba solo. En Sídney el deporte es parte de la vida cotidiana: ves gente corriendo por los parques con linterna antes del amanecer, metidos en el mar -surfeando y nadando- antes de trabajar o llenando clases de gimnasio a las 5 de la mañana —entrenamiento de fuerza que, como contaré más adelante, fue clave para esta carrera.
Además, hay una variedad infinita de lugares para correr: desde el borde costero entre Darling Harbour y el Opera House para regenerativos planos y escénicos, entrenamiento de cuestas desde el centro hacia las playas de Bondi o Coogee, o el loop de Centennial Park para los largos.
Meses antes ya se notaba cómo la ciudad se preparaba para recibir este primer Major. Desde abril, la organización lanzó los Sydney Marathon Run Clubs, más o menos uno al mes, en donde distintos clubes de running —en simultáneo en varias ciudades— abrían sus puertas al público. Participaban cientos de personas, con pacers, marcas auspiciando, regalos y test de zapatillas.
Pasaron meses de entrenamiento y llegó la gran semana. Todos teníamos la duda de cómo iba a responder la ciudad en su debut como Major, considerando que hace seis años la distancia reina convocaba menos de 5.000 corredores, el año pasado superó los 20 mil, y este año llegaba a 35 mil. Nunca había visto tantos eventos en torno a una maratón: shake out runs por todos lados, activaciones de marcas deportivas y un ambiente de fiesta total. La expo cumplió, aunque algo justa: un salón pequeño, pocos expositores, y Asics agotando productos el primer día.
El día de la carrera, la partida te lleva al norte del Harbour Bridge, muy fácil de llegar en transporte público gratuito para corredores (ó mejor dicho, incluido en la inscripción). El parque de espera no tenía nada especial, y los baños estaban un poco justos. Encajonamos y partimos puntuales, tal como estaba planificado para mi ola.
La carrera fue espectacular, pero durísima. La salida en un barrio residencial ya tenía público animando desde el km 1, y en el km 2 cruzar el Harbour Bridge fue un momento emocionante. Los siguientes 10 km transcurren por el corazón de la ciudad en un tramo relativamente plano, hasta que llega la primera gran subida entre el km 14 y el 16 por Hyde Park y Oxford St: una verdadera fiesta, con gente alentando al nivel de Nueva York o Chicago. Después, la ruta se aleja del centro y permite encontrar ritmo durante unos 14 km, aunque con subidas y bajadas siempre presentes.
En el km 30 empieza la maratón de verdad, entrando a Centennial Park, un lugar especial para mí donde entrené cientos de kilómetros en los últimos meses. Pensé “esto me lo sé de memoria”, pero la maratón siempre te pone en tu lugar y te recuerda mantener la humildad, en especial que debía guardarme al menos hasta el km 37, donde sabía que venía una bajada.
Mucho se ha hablado de lo difícil de esta carrera por su altimetría (+313 m de desnivel positivo). Mis tres claves para sobrevivir esta elevación y lograr mi primer sub-3 fueron:
- Mantener el entrenamiento de fuerza dos veces por semana hasta la penúltima semana del ciclo.
- Cargar Pace Pro en el Garmin para tener claridad del ritmo según el tramo en el que iba.
- Y lo más importante, algo que recién entendí en mi sexta maratón: partir tranquilo para guardar piernas para las subidas y bajadas finales.
Con eso en mente, en el km 37 apreté un poco, pero solo hasta el 40, porque ahí aparece la subida en el Jardín Botánico, que te deja viendo lucecitas. Aguantar hasta el 41, apretar los dientes… y la pega estaba hecha. El último km y 195 metros en bajada son para disfrutar: girar a la derecha y tener el Opera House de frente es sencillamente espectacular. Coincido con los organizadores: es la meta de maratón más linda del mundo.
Estoy muy contento con este ciclo de entrenamiento tan duro, y sin duda no lo habría logrado sin el apoyo constante de mi familia: no solo alentando en cuatro puntos de la carrera, ¡sino también tolerando la logística de mis entrenamientos durante todo el año!
También agradezco a los entrenadores de Road Runners por su guía constante. Fue una alegría tremenda reencontrarme con mis amigos del equipo que viajaron a correr, en especial JM… aunque en el km 7 metió quinta y no lo vi hasta la meta (jaja).
La invitación está hecha: esta carrera es dura, pero hay que vivirla. Prepárense bien, disfrútenla, y después aprovechen de viajar por Australia, que tiene un millón de lugares increíbles por conocer.
Exequiel Bustamante Lara
Fecha de la carrera: Domingo 31 de agosto de 2025