Ernesto Aramburú: “Recomiendo 100% esta carrera”Maratón de los Ángeles

Race Report Maraton de Los Angeles (USA)

Todo comenzó en septiembre del año pasado, cuando tuve la suerte de ganar un concurso de Skechers Performance a través de Runchile para ser embajador de la marca y participar del Maratón de Los Angeles. Estaba recién volviendo a los entrenamientos después de una fractura de clavícula en agosto, así que fue además un tremendo golpe motivacional, más aún cuando Eduardo Feldman (Brand Manager Skechers Peformance) y Pablo Yáñez (Gerente de Marketing de Skechers) me dieron la bienvenida y me hicieron entrega de los productos de la marca.

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Hasta ahí tenía experiencia corriendo con las GoMeb Speed que estaban entre mis favoritas para carreras cortas y entrenamientos de velocidad, pero realmente quedé sorprendido con las GoRun4 y GoUltraR, ideales para trotes más largos y cuando se busca mayor amortiguación.

Los primeros meses fundamentalmente me dediqué a acumular kilómetros para recuperar el fondo, apoyado con ciclismo para reducir el impacto y porque me molestaba un poco la placa de titanio que ahora llevo en la clavícula, hasta que en diciembre el desafío pasó a ser mejorar la velocidad, ya que mi ritmo estaba lejos de los 4:15 mins/km, necesarios para bajar las 3 horas que me puse como meta. Entonces Ruben Arias, entrenador del TYM (mi equipo de triatlón), me ayudó con un plan de entrenamiento bastante enfocado en este punto.

Idealmente, los lunes hacía un trote corto/recuperativo, martes ciclismo y trote suave, miércoles repeticiones de 400 metros, jueves ciclismo y trote suave, viernes repeticiones de 2-3 km, sábados ciclismo más largo (normalmente Farellones) y los domingos trotes largos (30k) con segmentos de 5k a ritmo de carrera. Todo esto siguiendo una progresión alcanzando un peak de 90-100 km semanales, combinados con natación y ejercicios de núcleo y elongación para evitar lesiones.

Eso idealmente, porque para quienes el running es un hobby que debemos combinar con familia y trabajo el tiempo se hace escaso, pero me comprometí a cumplir como fuera con las sesiones imprescindibles (repeticiones y largos los Domingos), varias veces muy tarde en la noche aprovechando la ciclovía de la Costanera Sur que realmente quedó de lujo. Afortunadamente no tuve lesiones ni molestias muy relevantes (elongar sirve).

Un mes y medio antes de la carrera probé las GoRun5 y fue amor desde el primer kilómetro. Son tan livianas como las 4 y mantienen un drop mínimo (4 mm entre el talón y la punta), pero con una suela mucho más reactiva que se siente más firme y con más “resorte” sin perder amortiguación. Alcancé a correr los últimos largos de 30k a ritmo de carrera con ellas y sólo fueron buenas sensaciones. A una semana de partir estaba el Santiago 21k, que decidí correr como última prueba. El problema fue que la carrera empezaba a las 8:00, misma hora que abrió el metro, con lo que llegué a la partida a las 8:20. Sin pensarlo mucho me fui con todo para alcanzar a los últimos antes de que sacaran los conos. Terminé la carrera en 1:24, con un promedio de 4:00 mins/km y la confianza a tope.

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Llegué a Los Angeles el viernes en la tarde, algo cansado pero de todas formas partí directo a la expo para retirar el kit, no sólo del maratón, sino también de un 5K que había el sábado. El ambiente realmente era espectacular, lo que no fue sorpresa considerando que es una carrera con 24.000 participantes y más de 30 años de historia en la capital mundial del “entertainment”.

Por suerte no compré nada, ya que en el hotel me esperaba un increíble paquete de bienvenida: Zapatillas, ropa y accesorios cortesía de Skechers Performance, con los que partí a la comida de bienvenida a conocer a los otros 60 corredores de todo el mundo que venían como invitados de la marca.

El sábado temprano partí al estadio de los Dodgers (donde también sería la largada el domingo) al L.A. BIG 5K, donde la idea era trotar un poco para soltar las piernas, pero con el número de carrera puesto es fácil olvidarse y terminé 3ro de mi categoría con 19:31 en un recorrido bastante duro por el desnivel (el estadio está en un cerro rodeado del Elysian Park).

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Más complicada fue la vuelta ya que comprobé en persona que casi nadie usa el transporte público en Los Angeles y tuve que caminar hasta la base del cerro para encontrar una micro que me acercara al hotel. Luego un buen plato de pastas y a descansar el resto de la tarde.

¡Y llegó el día! El despertador sonó a las 3 AM para desayunar y elongar un poco antes de bajar al lobby a las 5 y partir en el bus de Skechers Performance. Nos tenían reservado nada menos que un box privado del estadio para esperar la largada y luego pasamos directamente al primer corral con los elite, con lo que pudimos escuchar el himno en primera fila, ver la partida de las sillas de ruedas, luego mujeres elite y 5 minutos después nosotros a las 06:55 AM.

La temperatura estaba ideal, el sol recién se asomaba por detrás de las palmeras características de Los Angeles y el recorrido nos llevaba cerro abajo hacia el barrio Chino y Little Tokyo. Todavía prácticamente no había espectadores, fuera de algunos que venían volviendo del carrete y, al pasar frente a la Catedral, varios predicadores callejeros anunciándonos con megáfonos que el fin estaba cerca y nos arrepintiéramos o iríamos al infierno… Tal vez fue una señal.

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Las millas pasaban volando: Crucé los 5k en 18:38, los 10k en 39:28 y los 15k en 1:00.17, prácticamente a 4:00 mins/km promedio lo que daba para ilusionarse. A esas alturas iba cruzando Hollywood y cada vez se asomaba más gente a hacer barra. Tenía seteado el “Virtual Partner” en mi reloj con mi tiempo objetivo y llegué a la mitad de la carrera con una ventaja de casi 5 minutos. Pero todavía faltaba Beverly Hills, que no se llama así por casualidad. 10 kilómetros de subidas que se hicieron interminables y donde mi cuenta de ahorro de tiempo se fue a 0 casi tan rápido como mi optimismo. Empezaron los calambres, puntadas y dolores al punto que pensé en retirarme, pero me acordaba de todas las horas de sacrificio entrenando, de mi familia y amigos que me seguían online, de mi equipo. ¡No había llegado hasta acá para rendirme!

Por el kilómetro 37 (creo, ya a esas alturas no quedaba oxígeno para convertir las millas) el recorrido nuevamente iba en bajada a Santa Mónica, aunque cada paso venía con una puntada directa a los cuádriceps. Al menos no era el único, ya que pasé a varios que venían gimiendo con cada pisada. Lo bueno es que a esa hora las calles estaban repletas de gente alentando, al punto que no se podían distinguir los puestos de hidratación oficiales porque ofrecían de todo por todos lados. Mención aparte para la creatividad en los carteles que te sacaban sonrisas en cada cuadra, lo mismo las cheerleaders que competían por quiénes gritaban más fuerte y tantos otros locos disfrazados que hacen de la carrera una verdadera fiesta.

Al cruzar la alfombra del kilómetro 40 había un reloj oficial que marcaba 2:51 y fracción, con lo que me quedaban 8 minutos y algunos segundos para completar los 2 km y 195 metros que me faltaban. Estaba corriendo a duras penas a 4:30 y calculé que tenía que acelerar a 3:50 – 4:00 ó se me escaparían las 3 horas. En ese momento entré en trance y partí con todo, apretando los dientes y repitiendo el único mantra que cabía en ese momento (¡Vamos CTM!), sin enterarme de nada de lo que pasaba a mi alrededor. A unos 100 metros de la meta mi visión de túnel se detuvo en el reloj que marcaba 2:59:30 y escucho que el relator dice mi nombre… Crucé en 2:59:44 (tiempo chip 2:59:39) y estuve a punto de caer ahí mismo. Realmente no tengo recuerdo de haber sufrido tanto en una carrera, pero la satisfacción de haber cumplido el objetivo hace que eso pase a segundo plano. De Santa Mónica tendría que ver fotos porque no vi ni una palmera.

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Por suerte no tuve que cojear más que unos 100 metros, porque Skechers Performance tenía reservado un salón del Hotel Fairmont, justo al lado de la línea de llegada, donde nos esperaban con masajes, desayuno buffet y nuestros bolsos con ropa de recambio. Lo mejor fue la ducha del spa del hotel, donde debo haber pasado unos 40 minutos bajo el agua hasta que las piernas se soltaron un poco. Luego de un par de horas comentando la carrera partimos de vuelta al hotel en micro con otros corredores, todos orgullosos luciendo la medalla de la carrera que era digna del rapero con más bling, por lejos la más grande y pesada que he recibido, lo que refleja la devoción de la ciudad por lo ostentoso.

Recomiendo 100% esta carrera a cualquiera que tenga la oportunidad de correrla. A pesar de no ser un major, el recorrido es espectacular del estadio al mar pasando por los principales atractivos de la capital del cine, una largada con 25.000 corredores y aún más espectadores. Eso sí, hay que dosificar bastante. En el papel se ve un desnivel favorable, pero se hace bastante duro por la gran cantidad de repechos y subidas, sobre todo en la segunda mitad.

Gracias totales a Skechers Performance por la increíble invitación y el auspicio con ropa y zapatillas que dan ganas de correr, a Runchile por organizar el concurso y darle cobertura a esta adicción/deporte que nos une, al gran Rubén Arias y el TYM por el plan de entrenamiento y apoyo constante, a Nahila, Cristián y Santiago (compañeros de aventura y grandes personas que tuve la oportunidad de conocer en L.A.) y, por sobre todo, a mi mujer y mis hijos por aguantarme y apoyarme incondicionalmente siempre.

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Ernesto junto a Santiago, Nahila y Cristian

Finalmente, quisiera dedicar esta carrera y reporte al gran Carlos “Negro” Valdivia, tremendo deportista y mejor persona que nos dejó la semana pasada, pero será recordado siempre por quienes tuvimos la suerte de compartir su optimismo y alegría en alguna de las muchas carreras en que participó como competidor, juez o voluntario.

#GoRunLA!

Ernesto Aramburú
TYM

Fecha de la carrera: Domingo 19 de Marzo del 2017

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