El impacto de los valores deportivos

Coaching Deportivo

Observando y disfrutando de los Juegos Olímpicos no pude dejar de admirar la maravillosa oportunidad que te brinda el deporte para aprender tantos valores que se reúnen en esta fiesta deportiva.

De inmediato me acuerdo de las tantas ocasiones que he vivido en el triatlón como en el running al lado de muchas personas que me han mostrado en distintas ocasiones generosidad, compañerismo, amistad, lealtad, esfuerzo, tesón y otros que he practicado yo como la humildad, transparencia y respeto.

Los valores son por definición nuestras creencias, convicciones profundas, parte de nuestra identidad que guía lo que pensamos, sentimos y que se refleja en nuestras acciones. Desde que somos niños somos educados en valores por nuestros padres, en la educación escolar, amigos y el entorno. Son nuestro farol en la vida que nos van asignando un sentido propio a lo que hacemos.

En la práctica del deporte día a día estamos inundados de miles de valores que para algunos pueden haber sido inculcados y para otros aprendidos en la práctica de adultos y sea cual sea la forma de haberlos aprendido, suponen estar presentes siempre en nuestras rutinas.

Pero muchas veces estos valores pasan a ser un tema ambiguo entre los luminosos y formadores que son, como también lo oscuro que pueden llegar a ser cuando no los respetamos en nosotros mismos.

Actitudes, acciones que algunas veces se repiten entre deportistas que con un mal concepto de competitividad los lleva a tratar de obtener resultados a cualquier costo. Desde las malas prácticas en el consumo de químicos para aumentar o favorecer el rendimiento, drafting en la ruta (en el triatlón cuando no es permitido), el poco compañerismo en competencia cuando es necesario cumplir un tiempo y no perder un segundo en ayudar al otro. Estar en categorías que no te corresponden de acuerdo a tu nivel competitivo y tantas prácticas que no ayudan a ser más transparente y limpio, algo que desde su naturaleza lo es.

Estos conflictos valóricos muchas veces se dan en el contexto de una sociedad más ególatra, preocupada de la imagen física y de la imagen que proyectamos con tendencia a la frivolidad. Del exitismo para ser reconocidos, de ensalzar lo superficial versus lo que realmente importa, porque se olvida en este proceso lo maravilloso, bonito y significativo que puede ser aprender del juego limpio, a saber ganar, a ser solidario, a reconocer con humildad tus límites para sorprenderte de los límites de otros, a confiar, conocer el coraje de hacer lo que nos propusimos independiente de los demás, al compañerismo del equipo, a sentirte orgulloso por tu compañero. No podremos ver nunca la estética sin ética.

Recuerdo que desde chica me decían que lo importante era competir y disfrutar más que obtener un lugar. Que compartir con tu compañero una parte de tu colación era ser generoso, que colaborar ayudando a otros era ponerse en el lugar del otro. Valores que hoy como padres damos a nuestros hijos y que en el deporte muchas veces no los reflejamos en el actuar.

El valor de la familia, también, que pasa a segundo plano cuando nos enfocamos en nosotros mismos siendo individualistas y sólo pensando en nuestro entrenamiento, en un resultado.

Cada uno tiene sus propios valores que pueden ser diferentes a los de otros, lo importante es tener la libertad para escogerlos, equilibrarlos en nuestras vidas, ser consecuentes en el pensar y en el actuar de ellos y comprometerse en lo que de verdad nos importa sin afectar o dañar la libertad del otro.

Vivamos los valores deportivos como nuestras antorchas para iluminar el camino de más deportistas.

Imitemos a grandes modelos deportivos para ser y sentirnos orgullosos con lo que realizamos.

Nole Djokovic declaró después de perder con Juan Manuel del Potro en primera ronda de los JJOO de Río 2016: «Del Potro fue mejor que yo. En los puntos importantes jugó de forma extraordinaria. Hay que felicitarlo», reconoció Nole, que sostuvo: «Es una decepción para mí. Pero como amigo y por todo lo que ha pasado por las lesiones me alegro por él”.

–