Chalo Palma: “Me volví a encantar con este deporte que elegí por salud mental”#LondonMarathon #MaratóndeLondres #RaceReport

Race Report Maratón de Londres 2023

Aquí estoy, sentado en el escritorio de en un departamento en Londres. La noche está fría, y sigo intentando asimilar lo que pasó el día domingo: mi tercera maratón en menos de un año, mi segundo Major a mis 25 años de edad. ¿Por qué lo estoy haciendo? ¿Estaré loco? ¿Cómo les explico lo feliz que me hace correr?

Créditos: Sportograf

Viajemos un poco al pasado. Era un jueves, noviembre 2022, post Maratón de New York, iba en el auto con mi padre camino a donde mi abuela a almorzar. Estaba mirando el celular cuando de pronto Gonzalo Zapata, maratonista y administrador del equipo Correr Corriendo (del cual soy parte), envía un mensaje al grupo diciendo que tiene un cupo para la Maratón de Londres. Lo leo con una sonrisa y me quedo pensando: «Tremenda oportunidad ¿la tomo? mmmm no sé».

Tras la duda y darle vueltas, pasan 2 días y mi madre me envía una publicación por Instagram sobre la Maratón de Londres diciendo: «mira hijo, cae el día del cumpleaños de tu abuelo, podríamos ir, aprovechamos de ver a tu hermano y a la Tere (su señora) y tú corres.

Tras ello le comento sobre el mensaje que Gonzalo había enviado al grupo; conversamos 5 minutos y le escribo a Gonzalo diciéndole: «Quiero el cupo ¿aún se puede?». Ya resuelto esto y el viaje, sin haber terminado el mes de noviembre aún, empezamos junto a Gonzalo, mi profesor Mauricio y la compañía de mi equipo, un nuevo proceso de entrenamiento con Londres en la mente.

Tras 5 meses de entrenamiento arduo, con un calor de verano que no dio tregua, llegó el día de la gran carrera. Era una mañana helada, con lluvia, con más de 40 mil maratonistas y miles de personas en las calles. A las 10:25 se marcaba mi partida.

Créditos: Sportograf

Ahora me encuentro en medio de la Maratón, corriendo por las calles de Londres, las gotas de la lluvia caían por mi rostro mientras sonreía de alegría, sin poder creer lo que estaba haciendo y lo que estaba a punto de lograr.

Era un Maratón diferente a la de Santiago y a la de New York que había corrido el año pasado; la ciudad en sí, su gente, la ruta, mi físico y mi mente también habían cambiado.

Estaba corriendo con mejores sensaciones y lo estaba notando a pesar de la lluvia y el frío. Mi ritmo estaba dentro de lo conversado con el profesor y la verdad es que me costaba creerlo, pero ahí estaba yo, levitando sobre el agua, chocando manos con la gente que bailaba y cantaba, y agradecí a Dios mirando hacia el cielo en cada kilómetro y milla que pasaba.

Pero hay que tener algo claro, tal como dice Rodrigo Cauas en su libro “Entrenando tu mente para la Maratón”, la carrera no solo la corre el cuerpo sino también la mente. Y es que esta juega un rol clave, pues tienes que anticiparse ante cada eventualidad posible y tomar decisiones rápido ante situaciones inesperadas; es una lucha interna.

Es así fue como fueron ocurriendo varias cosas en la ruta: dolores de pie, dolor de rodillas, ganas de ir al baño, dolor en el brazo izquierdo por haber dormido mal, lluvia golpeando a la cara, posas de agua por varias partes, botellas en el piso, entre otras cosas que hacen de la carrera un desafío ¿Que hacía yo? Me apuntaba a la cabeza y decía «esto es mente, es pura mente», iba hacia la gente cuando lo sentía necesario, pero también me quedaba al medio cuando sentía que tenía que estar conmigo mismo.

Pero había otros tres factores clave que utilicé a mi favor esa mañana, factores que tenía en mi mente en cada entrenamiento: el cumpleaños de mi tata Claudio, el tercer aniversario de la partida de mi segunda madre, la Gelita, y además mi familia estaba en la ruta esperándome.

Respecto al primero, cuando llegué al kilómetro 23 empecé a cantarle feliz cumpleaños a mi Tata en voz alta, tanto en español como en inglés, dándole las gracias por darme una madre tan genial.

Por otro lado, cada vez que sentía que mis piernas no podían más, miraba hacia el cielo y le pedía a mi Gelita que me diera fuerzas para continuar tal como ella la tenía para siempre llegar a la casa a cuidarme a mí y a mi hermano, sin ninguna excusa.

El último factor, mi familia esperándome en el kilómetro 20 con bandera y polera de Chile, gritando mi nombre. Mi felicidad al verlos, mi sonrisa era más grande que nunca, dándome esa energía para la mitad que quedaba, pasé por el Tower Brigde como si recién estuviera empezando y pensando si los volveré a ver de nuevo antes del término. Una parte de mí lo creía y otra no, y cada vez que pasaba los kilómetros mi esperanza era menor, pero como son las cosas de la vida, justo cuando giro por la esquina del Big Ben estaban allí nuevamente gritando mi nombre para darme ese último empujón hacia la meta. Ahora sí que fue sorpresivo y fue hermoso.

Ya llegando al Buckingham Palace quería puro llorar, no podía creerlo, estaba a metros de la meta, logrando lo que había visualizado por última vez el viernes cuando pase por ahí.

Créditos: Sportograf

Una montaña de emociones difícil de explicar pero que al llegar a la meta se transformó en lágrimas de felicidad. Apunté al cielo por última vez agradeciendo esta increíble oportunidad que se me presentó y tomé.

Caminaba hacia la salida, no podía distinguir las gotas de lluvia con las de mis lágrimas, buscando la salida, mientras me tomaba fotos y le comunicaba a mi gente que había terminado.

Al primero que veo es a mi hermano, que me señala que más allá me estaba esperando, lo abrazo a él, luego a su esposa, a mi madre y a su esposo. Tras ello recibí una videollamada de mi padre que me hizo explotar de lágrimas. Todo había terminado, me dolían mis piernas, pero estaba feliz. Me volví a encantar con este deporte que elegí por salud mental, que me ha hecho vibrar, que ha fortalecido mi disciplina, mi perseverancia y por sobre todo el amor a mí mismo.

London Calling y ahí estuvimos.

Chalo Palma Arancibia

Fecha de la carrera: Domingo 23 de abril de 2023

Comentarios

comments