Race Report – Maratón de Buenos Aires 2025
Hasta pronto, ciudad de la Furia
Un maratón que vale la pena repetir. El recorrido es increíble. mientras corres puedes disfrutar de lugares emblemáticos como el Monumental de River, la Casa Rosada, la Bombonera, el Obelisco… Un disfrute de cultura porteña.
El circuito es plano, pero la humedad es un factor que no se puede subestimar. Mi talón de Aquiles siempre ha sido la nutrición. Al iniciar este proceso fui al nutricionista y cuando le conté que iba a preparar Buenos Aires, lo primero que me dijo fue: “¡Tienes que probar las cápsulas de sal ahora!” Y aunque soy porfiada, eso sí lo cumplí.
Soy Ariqueña y, aunque hace vivo en Santiago hace varios, gran parte de estas 16 semanas de preparación las entrené en Arica. Allí hay humedad, sí, pero nada comparable con la que se siente en Buenos Aires, la sentí desde que bajé del avión.
El viernes, apenas aterrizamos, fuimos a la expo a retirar el kit. La expo es pequeña comparada con la organiza la Maratón de Santiago, pero tenía todo lo que necesitabas. Me llamó la atención que el kit te lo entregaran en una bolsa blanca y no una transparente y que además fuera permitido dejar cualquier tipo de bolsa, mochila o morral en guardarropía. Los morrales o bolsas de maratón transparentes son para agilizar y reforzar la seguridad. Pero es una observación, todo expedito en general.
Sin embargo, este año adidas lanzó por primera vez una línea oficial de indumentaria para los 42K de Buenos Aires y entrar a la tienda era una locura. Afortunadamente, no llevábamos mucho rato en la fila cuando informaron que ya no quedaba stock. Era posible comprar online, pero por falta de tiempo no nos servía, así que decidimos volver al día siguiente.
El sábado en la mañana nos levantamos temprano, hicimos una activación y luego fuimos directo a la expo: ¡jugada perfecta! A las 11 am ya teníamos nuestras compras. Misión cumplida. A las 12:30 estaba programado el banderazo, gran iniciativa de Marathon Majors Chile, así que partimos a gritar el “Ceacheí”, almorzar, descansar y esperar el gran día.
Y llegó el día. Nos levantamos a las 4 am. Éramos tres amigas en un departamento en Palermo, ubicación perfecta, a solo 20 minutos caminando del punto de partida. A las 6 am ya estábamos en el sector guardarropía y baños, todo rápido y organizado. Pero, la lluvia de la noche anterior había dejado un barrial, había que caminar con mucho cuidado para no resbalarse, por eso nos costó llegar al corral, pero lo logramos. Ahí, de pronto suena el himno nacional argentino y una bandera gigante se despliega sobe los corredores, impresionante y con eso se da inicio a la carrera.
Me paré nerviosa en la largada, con una molestia que nunca se fue y que no sabía cómo la toleraría al pasar los kilómetros. Al mal tiempo buena cara, siempre hago algo especial, usualmente me hago trencitas y me compro algún accesorio nuevo.

Mi coach, Vale Argandoña, había cargado un plan de carrera. No había plan B ni C, solo un plan A. Yo quería anotarme referencias de tiempo en el brazo, pero se me olvidó. Solo sabía cómo tenía que pasar la media maratón. De ahí en adelante, la misión era clara: mantener el ritmo lo más que pudiera.
Hasta el kilómetro 30 me sentía bien, sólida, con energía. Y de repente… un mareo, como si me bajara la presión. No sé si fue por deshidratación, cambios hormonales o el famoso muro, pero me asusté. Mi mente empezó a ponerse fatalista. Bajé un poco el ritmo, procuré aumentar la hidratación y, afortunadamente esa sensación fue pasando y no volvió a aparecer. Aunque corrí temerosa algunos kilómetros.
Era muy motivador ver banderas chilenas en la ruta, y fue un acierto haber estampado mi polera porque “¡Vamos Chile!” y “dale Ferry” me gritaban de vez en cuando. Me emocionaba ver, cómo otros corredores esperaban a sus amistades maratonistas para acompañarlos en los últimos kilómetros, familias con carteles, niños y niñas con sus manos dando cinco, le di los cinco a varios pequeños.

En el km 37, ya visualizaba la meta, miré el reloj y sabía que podía lograr hacer mi mejor tiempo en maratón. Di todo lo que me quedaba esos 5 kilómetros. Crucé esa meta orgullosa, emocionadísima, llorando de felicidad. Me demostré que cuando realmente me propongo algo, ¡soy capaz de lograrlo! Parece que me falta creer más en mí.
El día del maratón es una incertidumbre. Puedes llegar preparada, con los kilómetros entrenados, la nutrición cuidada, la estrategia lista… y aún así, ese día puede suceder cualquier cosa, dolores que no esperabas, el clima cambia sin aviso, la mente puede jugar a favor o en contra. Y justamente esa incertidumbre es el alma de la distancia.
Gracias Maratón de Buenos Aires por regalarme mi mejor maratón: PB 3h 20 min 55 seg. Hasta pronto, ciudad de la Furia, nos volveremos a encontrar.

Carla Estrella Ferry
Fecha de la carrera: Domingo 21 de septiembre de 2025


