Carla Defranchi: “La carrera más bella del sur”#MerrellSubaruFutangueChallenge #RaceReport #RunchileTrail

Race Report Merrell – Subaru Futangue Challenge 2020

Sin duda después de la experiencia de los 63k del año pasado, este año no iba a dejar pasar de asistir, la que para mí es la carrera más bella del sur, por lo que agradezco la invitación de SportHub, especialmente a Sergio y Carlitos.

Desde que se abrió la preventa dije voy por la distancia larga, pero a medida que fueron pasando los meses, me fui desinflando y el ánimo ya no era el mismo, sumado a que los últimos meses no han sido buenos en todo sentido, junto la carencia de entrenamiento adecuado, y a la evidente baja de peso debido al estrés.

Pero bueno, llegó la fecha, me dije vamos nomás, lo que se dé, ya a esa altura pensando en correr una distancia menor, y cuando a 2 días de la carrera bajan los 60k, me dije excelente todo se está dando. Llegamos a Lago Ranco a encontrarnos con el verde intenso de sus bosques y lagos, que es como un segundo respiro. Había que llegar a trabajar, por lo que ya el viernes, a mitad del día, estábamos montando el stand para atender en la entrega de kit. Trabajamos toda la tarde, previo a la carrera, así que full cansancio, pero ya con más ánimo al ver caras conocidas, cruzar palabras y ver gente que no veía hace mucho.

Llegó el sábado, desayuno livianito (por si acaso) y camino a la largada, que no era cerca y había que caminar la subida hasta la partida. Ahí nos subimos en una pick up, con la tropa.

Con el frío que hacía no me saqué la chaqueta de pluma hasta último momento y cuando se comenzaron a encajonar me fui, sin calentar ni nada, ya se sentía el nervio, y me dije: «Carla relax, que sea lo que sea”.

Habían chicas fuertes entre ellas Amber (Philp) y Alicia (Mansilla) con quién había compartido en Vulcano. Eso siempre le coloca el ingrediente de nerviosismo y expectación.

Se dio la partida, como no había calentado, no me quedo otra que irme lentito, pero como era subida, nada que hacer, a paso tortuga, paso mucha gente y yo tratando de agarrar ritmo. Aún estaba congelada, sabía que había que subir harto y ya en la mitad de la subida me empecé a sentir mejor, pero había que seguir subiendo, vi unas calcetas rosadas más arriba, no sabía quién era, era mi objetivo en ese instante, para mí sorpresa cuando le alcancé era un hombre (jajaja). Ahí alguien dijo: “vas primera”. Yo me dije bueno las chicas me alcanzarán y ahí modero el ritmo. Llegamos arriba y venía la bendita bajada, con esas hojas blandas que son un deleite para los pies. Bajé rápido porque sabía que venía la segunda subida, para mí sorpresa, conocí a 2 grandes corredores en ese tramo con quiénes compartí muchos kilómetros, me fueron empujando, sin ellos saberlo, y recogiendo las veces que me caí, (que fueron como tres) y cuando me quedaba atrás me gritaban para que los alcanzara.

Qué rico toparse con gente en ruta así, compartí con ellos todo el segundo tramo tanto en subida como en la bendita bajada al vado (tan esperada y bella), después  se asume que viene lo peor: último pass, pasé de largo, tenía suficiente para sobrevivir y mis compañeros de ruta quedaron ahí, comencé a subir y subir tratando de mantener el trote hasta el inicio de los peldaños, donde empezó el sufrimiento con cada uno de ellos, a esa altura los calambres estaban a la vuelta. Me dije “pero si el año pasado prometí que haría escaleras previo a la carrera”. ¡Jajaja fatal! A subir nomás, el tema es que habían peldaños de mi porte (1,5 mts) y cada zancada era casi una acrobacia. Subí y subí y no acababan nunca. Ya casi a 400 metros de llegar venía bajando el primer hombre Luis Ovalle que venía sólido pero apuradito, el segundo estaba encima, y el tercero y cuarto, venían todos pegados. Cruzamos saludos con todos y cada uno de los que iban bajando. Eso era un shot para los 100 metros que quedaban. Hasta que por fin se divisa el mirador, bendito sea Dios… jejeje llegué feliz a qué me marcara el número y ahora me dije: “ya Carla, difícil que en el kilómetro 25 te pase alguien, tranqui para abajo que tienes pata de lana y te puedes tropezar”.

Comencé la bajada -creo que esta es la mejor parte de la carrera- y fue lo mejor, todos con los que me crucé me daban sus ánimos, me aplaudían. Me sentía toda una rock star, yo sólo quería llegar y beber esa ansiada cerveza jeje… bajé, bajé y seguí bajando, aún quedaban peldaños y me encuentro con las chicas de mi equipo Trail Academy North Face: Graciela, Caren, Vero, Eli, Ale, Alicia, Dani y con toda la barra. Ya más abajo más gente, más sonrisas, más cariño, aunque igual me puse nerviosa sabiendo que venía Alicia y Amber casi juntas y no quería que me alcanzaran, a esa altura los calambres se apoderaron de estas dos piernas y ya en el plano camino a la meta, no podía apretar más. Corrí a ritmo sin apurar, sino quedaría tirada a 1 km de la meta. Así me fui saludando a todos con quién me cruce y casi llegando estaba Cifu que con su característica cara me dice felicitaciones (él nunca dice nada) y en 1, 2, 3 ya escuché mi nombre en la llegada. Levanté brazos, llegué brillando y feliz, ¡no pudo ser mejor!

Agradecer a todos los que me han acompañado en este camino del trail running, entre ellos a los secos kinesiólogos y a mi nutricionista de  You Juts Better, a SportRun por colocar toda su indumentaria a mi disposición, a Altra por brindarme los mejores tanques para mis pies, sin duda a mi equipo Trail Academy North Face, quien fueron la barra perfecta, y a todos los profes de quienes he aprendido lo mejor, sin duda a mi amigo y coach Enzo Ferrari, quien sabe entender mis ciclos y darme los planes específicos de carga según mis necesidades.

Agradecer también a toda la gente linda, con quién me cruce y me regaló una bella sonrisa, un abrazo, una mano, de corazón gracias, fueron el shot de energía que necesitaba.

Por Carla Defranchi

(Fecha de la carrera: sábado 8 de febrero de 2020)

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