Arrogancia al límite: Ovett vs. TreacyOvett Treacy

En 1980 el británico Steve Ovett estaba en lo más alto de su exitosa carrera como medio fondista. En los Juegos Olímpicos de Moscú fue oro en los 800 metros y extrañamente bronce en los 1.500, que era su prueba favorita. De hecho, antes de esa carrera se mantuvo invicto en los 1.500 por más de 3 años y mantenía el récord mundial en 3:31:36. Junto a sus compatriotas Sebastian Coe y Steve Cram dominaban el medio fondo en el mundo. Eran imbatibles.

De regreso a casa, Ovett se inscribe en una prueba de 5.000 metros en Londres con rivales de fuste. Entre ellos, el norteamericano Bill McChesney, ausente en los Juegos Olímpicos por el boicot norteamericano y el irlandés John Treacy, 7° en la distancia en Moscú y campeón del mundo en Cross Country en los años 1978 y 1979.

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Steve Ovett

La carrera se dio para Ovett. El ritmo lento al comienzo le favorecía ya que en los últimos giros y en el sprint final no tenía rivales considerando que su especialidad era el medio fondo y que era particularmente rápido. A 600 metros de la meta es McChesney el que intenta una escapada con un cambio de ritmo infernal. Ovett, con su tranco largo y elegante lo neutraliza rápidamente. Extrañamente en la recta de los 500 el norteamericano se abre a la pista 3 y en un momento están Ovett, McChesney y Treacy corriendo en paralelo faltando un giro.

Tocan la campana y el norteamericano vuelve a cambiar de ritmo. A Ovett se le ve muy relajado regulando el esfuerzo y esperando el momento de la estocada final. Al irlandés Treacy se le ve agobiado y dando muestras de sufrimiento. Faltan 200 metros y finalmente Ovett hace lo que todos esperan: comienza a acelerar. Pasa por fuera al norteamericano y llegando a la recta final a falta de 100 metros y con un par de metros de ventaja hace una de las cosas más extrañas que se tenga memoria en el atletismo, levantando la mano en un gesto mezcla de saludo y de señal de victoria.

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John Treacy con camiseta verde y blanca y el número 471

Treacy, conocido por no tener un buen remate, aún no da la carrera por pérdida e intenta seguir el paso soberbio de Ovett. Un nuevo cambio de ritmo del inglés en la mitad de la recta demuestra que la lucha es entre David y Goliat. La zancada majestuosa de Ovett es demasiado para el enjuto y agotado irlandés. No se ve por donde puede cambiar el destino de la carrera. Faltando 30 metros, Ovett vuelve a frenarse, en una actitud de arrogancia difícil de entender. Es como si hubiera querido hacer sufrir al irlandés hasta el último metro dándole esperanzas donde no había.

El final hay que verlo. Las palabras sobran y no es posible transmitir plenamente la fortaleza, coraje, y humildad con la que Treacy se zambulle, cual velocista para arrebatarle el triunfo a un arrogante y soberbio Ovett. El triunfo de John Treacy no sólo fue en la pista. Nos dio una lección de lucha y de no darse por vencido hasta el final. El esfuerzo tiene recompensa. De Ovett aprendimos lo que es la soberbia al límite y que a veces la grosería no trae nada bueno.

PD: El irlandés John Treacy fue posteriormente plata en la maratón de los Juegos Olímpicos de Los Angeles con un tiempo de 2:09:56 detrás del portugués Carlos Lopes.

por Ricardo Cumplido (Miércoles 10 de septiembre de 2014)

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