Con un clima espectacular, altimetría ad-hoc para concretar un «personal best», organización de lujo y gran nivel de los participantes, se corrió el domingo 13 de octubre la Maratón Internacional de Viña del Mar.
Para mí era una buena prueba, motivante, un buen aproach para lo que se viene en enero. Mi preparación para el 70.3 de Pucón va muy bien encaminada y estos «exámenes» que el calendario nos impone, son para mí muy importantes y recomendables para todo quien esté entrenando para un triatlón, maratón o corrida de calle específica. Para otros fue el punto cúlmine de una preparación de meses.
En este reporte, voy a ahondar en el análisis de la media maratón, la cual podemos dividirla en 3. Paradójicamente, en 3×7 km, un poco obvia la división, sin embargo, según mi percepción de la carrera, al final de cada tramo mencionado cambiaba el tinte de la competencia y en adaptarme a esos cambios estaba la estrategia de carrera:
Los primeros 7 km fueron bastante agradables, me di el tiempo de mirar, analizar el pase de cada kilómetro y de meterme en el ritmo que pretendía para cumplir con mi objetivo (lo cual nunca sucedió en ese tramo), que era bajar de 1h20′. Hasta ahí el circuito era plano, muy plano, salvo la subida a Las Salinas en el km 1.
Los 7 km del medio eran para mí los más difíciles, justo ahí comenzaban los repechos, no muy cansadores, no muy largos, pero que si influían en el ritmo de carrera.
Mi estrategia era comenzar los primeros 7 km con un promedio superior, más rápido, que la media necesaria para cumplir con el tiempo. Bueno, como no pude completar con éxito esa fase de la estrategia, pensaba ya en la resignación y en que no podía definitivamente correr en 1h19′ y fracción, sobre todo cuando en el km 10 me doy cuenta que paso en 38’50». Lo daba todo por perdido, la subida de Caleta Portales (400 mts y 3% de inclinación), sepultaba mis opciones.
El resto de las subidas no superaba el 2%, según el análisis previo que hice con mi reloj y mirando mapas por internet. En general el circuito fue bastante amigable.
En el último tercio de la carrera, tomé una decisión arriesgada, pero vital para cumplir con el objetivo señalado, decidí correr los últimos 7 km como si fueran una carrera de 7 km. Básicamente me olvidé de los problemas para conciliar un ritmo adecuado de los tramos anteriores y simplemente corrí con todo lo que me quedaba.
Cual repetición de 400 mts, los últimos km fueron los más sufridos, trataba de relajar los hombros y la espalda, que se convierten en mi karma a la hora de acelerar y dar el máximo. No miraba el reloj, sólo corría a mi 100%. El sufrimiento desmesurado era el precio que tenía que pagar por las faltas anteriores, acorté el paso y lo agilicé al mismo tiempo, comencé a respirar profundo y poco forzado, sólo pensaba en las piernas y en el objetivo final.
La meta:
Segundos 10 km en 36’45», la meta se veía en el horizonte, tenía que enfrentar la última bajada con inteligencia y manteniendo el ritmo, estaba a punto de explotar y qué más peligroso que una bajada con hoyos y cansado, el reloj me indicaba 1h16′ y no me acuerdo cuantos segundos… Bajaba, bajaba, ya tenía la carrera en el bolsillo, pude saludar a un par de Road Runners que estaban dispuestos antes de la meta… Rematé… Llegué!!… Miro el reloj y… 1h19’42»… Lo logré!
Andrés Barraza
Road Runners
Fecha de la Carrera: Domingo 13 de Octubre
Miércoles 16 de Octubre de 2013
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