Es loco como suena, pero cierto. Todos quienes hemos utilizado un yeso sabemos que al retirarlo la extremidad queda flaca y débil por la falta de uso (atrofia muscular) y toma tiempo volver a tener la capacidad previa. Valiéndose de este fenómeno, un estudio de la Universidad de Ohio tomó una muestra de 29 sujetos y los enyesó en su brazo izquierdo por cuatro semanas para ver qué ocurría.
Dividieron a los enyesados en dos grupos. Un grupo “pensante”: se les pidió que pensaran en una fuerte contracción de su brazo enyesado (sólo con el pensamiento, usaron electrodos para verificar que no se contraían en realidad); otro grupo “no pensante”: que hicieran su vida normal pero con yeso. Un tercer grupo de 15 no enyesados sirvió de grupo control.
Después de un mes y retirados los yesos, la fuerza de los enyesados “no pensantes” cayó un 45%, en cambio en quienes pensaron en contraer su brazo enyesado solo perdieron un 23% de su fuerza, casi la mitad. Luego de una semana repitieron la medición y la fuerza de los “no pensantes” aun estaba lejos de igualar a los “pensadores” quienes se aproximaron casi a la normalidad del grupo control, mostrando una recuperación superior de sus capacidades motoras.
Es súper interesante, para contraer un músculo se necesita una señal desde el cerebro, una neurona que lleve dicha señal a un músculo, y el músculo que se contrae. Aún cuando no está claro el porqué, este estudio muestra que el pensamiento puede ayudar en la capacidad de generar señales hacia los músculos. La psicología deportiva y visualización, entonces, ya no serían únicamente una ayuda psicológica pre competitiva, si no también proveerían de un efecto muscular real.
Por Adrián Rodríguez (Miércoles 14 de enero de 2015)