Race Report – Maratón de Berlín 2025
Este maratón de Berlín 2025 comenzó el año anterior. En 2024 quedé por lotería al que sería en ese tiempo mi noveno maratón y mi segundo Major, pero por algunas razones no pude ir así que me decidí a postergarlo un año más.
Cuando estaba inscrito para el 25, nadie de mi equipo Road Runners Chile, quedó en la lotería, así que me vi yendo solo como representante del equipo y con el tiempo se fueron sumando hasta que completamos 10 personas.
El año pasado corrí Viña 42K y terminé un poco lesionado, por lo que empezaba el proceso no en un buen estado físico, pero el 1 de enero dije: “Se acabó, a entrenar como corresponde” y me puse como muchos me identifican: mateo.
Partí casi desde cero y logré avanzar mucho durante el ciclo, aprendí a manejar los ritmos en los largos, a correr muuuy lento los regenerativos, lo cual me dejó con confianza para ir a buscar marca a Berlín y batir mi lejano PB de Viña en 2016.
La semana anterior a la carrera, agarré un resfrío tremendo, llegué muy mal a España, con una tos horrible, los trotes de la semana los hice en Valencia, donde el calor y la humedad no me ayudaron mucho en la recuperación.
Llegué a Berlín, el viernes, un poco asustado, del resfrío mucho mejor, pero no al 100%. Esa noche tuve harta tos, por lo que no dormí muy bien, me desperté con dolor de cabeza incluso, más los nervios, tuve un presentimiento.
El día de la carrera, cuando salí del hotel, había un sol radiante y se sentía el calor, luego de varias vueltas, nos encajonamos en la partida y se sentía el aire estaba un poco pesado. Mi plan decía que debía correr a un ritmo en promedio según mi última data y ese ritmo daba para un PB. A diferencia de otros maratones, no salí a hacer cuenta de ahorro para terminar muriendo, quería partir sin presiones, al ritmo de la gente, promediando un ritmo cómodo para apurar al final, así lo había hecho en los largos de este ciclo.
Aproximadamente en el km 8 me estaba embalando, mejoré un poco el ritmo, buena señal, sin apurar, pero sentía algo raro. Me decidí a que iba a hacer el cambio de ritmo en el km 21, pero a medida que me acercaba a ese punto, me costaba más correr, no me sentía cómodo, mantuve ese ritmo hasta el 25 y después de eso me di cuenta que todos los planes se iban a la basura y la consigna sólo era terminar.
Empecé a apagarme de a poco, dejé de disfrutar la ciudad, sentía las piernas pesadas, mucho calor y ni los geles ni pastillas de sal me ayudaban, además veía a mi alrededor y todos estaban en las mismas. El fantasma del sufrimiento había vuelto y mucho antes de lo esperado. Corrí muy despacio los km restantes, a un trote muy suave, sumando kilómetro a kilómetro, las ganas de abandonar eran inmensas, pero esa palabra no existe en mi vocabulario, así que no quedaba otra que seguir.
En los puntos de hidratación, a partir de ahí, paré en cada uno de ellos a mojarme y tomar dos vasos de agua caminando y luego, a duras penas, volvía a trotar. Pensé en irme caminando a la meta, pero mi raciocinio me dijo que el sufrimiento se iba a alargar mucho, ya me dolía el orgullo esta situación, pero llegar caminando sería demasiado, así que troté y troté.
En el km 37 veo a mi hermana alentando junto a la Mane, mi querida partner del equipo, que esta vez no corría, les dije que no podía más, pero mi hermana me
consoló diciéndome que otro amigo había pasado un rato antes igual de mal que yo, que venía doblado jajaja, me dio un poco de risa y olvidé unos minutos el sufrimiento.
Seguí corriendo lento y así me acercaba al 40, y luego me adentraba en la última parte, cuando vi la puerta de Brandemburgo dije: ¡Al fin! Intenté cruzarla lo más digno posible, a la altura de ese tremendo monumento histórico e icónico de Berlín, sabiendo que la meta estaba más allá, pero veo que era más lejos de lo que esperaba, no importa, ya estaba ahí, saqué mi bandera chilena y crucé esa preciada meta.
Algo lloré, no tanto como en Chicago, pero sí, de frustración, de alivio, de rabia y de dolor de piernas, camino como zombie hasta que logró sentarme en algún lugar, pero la piernas dolían aún y más, así que encontré un pastito y me acosté, dormí algunos minutos y desperté porque empezó a llover, ahí me paré, retiré mis premios, fruta, cerveza y fui a buscar mi ropa y celular.
Durante toda la segunda mitad de este maratón decidí que era la última vez que hacía esto, no más maratones y quizás no más correr, porque cuando entreno me lo tomo en serio y sentí que toda la preparación había sido en vano.
Cuando logré tener señal, en el chat del equipo, que sabían cómo había sido la situación, cuento lo mal que me fue y sólo me decían que era un héroe por haber terminado una carrera así, que tenía una determinación gigante, ¡Me devolvieron el alma! ¡Gracias!
Ya en los días posteriores, aparte de la rabia del lunes que amanece nublado y con frío, ideal para correr un maratón, he podido digerir un poco más la carrera, sentirme un héroe realmente, que todo lo entrenado, los planificado, sí realmente sirvió, porque sin eso no estaría luciendo mi medalla feliz.
Todos me hablan de revancha, ¿La verdad? No sé nada aún, pero creo que podría volver a intentarlo, no sé si en Berlín, pero ¿cómo no voy a hacer la 11? Jajajaj.
¿Si tengo que agradecer? Mucho, primero a la vida por darme esta oportunidad, en el colegio no hacía ni el test de Cooper; por tener salud para hacerlo; a mi familia en primer lugar, por todo el apoyo, entrenar para un maratón no es fácil, ni para mí ni para quienes me rodean; a mis queridos amigos, del colegio, de la vida, de mí mismo equipo, por creer en mí, más que yo mismo incluso y a los profes de Road Runners Chile por no ser conformistas y querer que vayamos a buscar más.
Pablo Courbis
Fecha de la carrera: Domingo 21 de septiembre de 2025