Había estado en El Calafate hace 2 años en una visita relámpago suficiente para conocer sólo el glaciar Perito Moreno y me había prometido volver convencido de que el lugar merecía una visita con calma. Se presentó la oportunidad gracias a la invitación de los organizadores de la Media Maratón del Glaciar, a quienes aprovecho de agradecer, y no dude en lanzarme en el proyecto. Lo que no tenía claro es si aprovecharía de correr o solo iría a cumplir funciones periodísticas. Lo bueno de correr es que uno puede hablar de la carrera desde una perspectiva distinta, lo llamamos “cobertura desde adentro”. El ideal eso si es estar adecuadamente entrenado, lo que no se cumplía en mi caso. Con un “allá lo vemos” zanjé la duda.
El “allá lo vemos” se transformó en la inscripción en los 21K, pudiéndolo haber hecho en los 10K. Todavía no lo entiendo. Pero las ganas de competir y el ambiente del lugar con cientos de corredores retirando sus kits y esperando ansiosos la charla técnica me entusiasmaron. De llegar voy a llegar, fue mi consuelo.
Pero viajar 3.300 km. (Santiago-Buenos Aires-El Calafate) sólo para correr me parecía mucho fanatismo, por lo que dedicamos los días previos a conocer el lugar. Dejamos pendiente el glaciar Perito Moreno, ya que estaríamos en sus pasarelas el día de la carrera. Para los que no lo conocen sólo decir que es la guinda de la torta. Si bien no es el glaciar de mayor tamaño, su ubicación privilegiada y su mirador a pocos metros lo hacen único. El Calafate ofrece una amplia gama de alternativas hoteleras y gastronómicas que la hacen accesible a distintos presupuestos. No se puede venir por estos lados y no disfrutar de su entorno y todas sus actividades. Los paseos en barco por el Lago Argentino son variados. Recomiendo una visita por el día a la Estancia Cristina que incluye una visita al glaciar Upsala tanto a su lado oeste en el mismo barco y a su lado este en una caminata de 15 minutos después de un paseo en 4×4. La Estancia Cristina es un buen ejemplo del esfuerzo y personalidad de los colonos extremos que ocuparon la Patagonia en condiciones que hoy resulta difícil comprender. Me quedó pendiente visitar El Chaltén, paraíso del trekking situado a los pies del majestuoso Fitzroy. Será para la próxima.
Interesante y sorprendente es ir y conocer el Glaciarium, un museo con atractivo material audiovisual para conocer todo acerca de los glaciares. Ahí mismo está el Glaciobar, un bar de hielo en que tienes que entrar con unas mantas especiales y donde puedes tomar todo lo que quieras durante 25 minutos que es lo que dura la visita. Yo que estaba ya pensando en la carrera solo tomé un poco de Cerveza y algo parecido a un Cola de Mono, naturalmente en un vaso de hielo.
Pero esta carrera no es sólo turismo, tiene algo más. El ambiente competitivo está en todas partes. Los corredores se huelen a la distancia. No sólo por la pinta. Es la actitud, la mirada, lo que comen, lo que hablan. Aparecieron los típicos hormigueos precompetitivos, comencé a preocuparme de la hidratación, de la comida, de dormir bien y comencé a tomarme muy en serio este desafío.
La charla técnica impecable. Ahí comprendí la importancia de este evento y el interés internacional que concita. Un total de 500 competidores inscritos, de los cuales unos cuantos no van a llegar a tiempo por la huelga de transportes en Argentina. Más de 100 atletas de Brasil y 30 de Uruguay. En total 9 países representados. De Chile sólo 2. La organización de lujo. Un tremendo respeto por los horarios. Una entrega de kits de competencia súper fluida.
Llegó el día de la carrera y debemos reunirnos en las puertas del Hotel Oficial Posada Los Alamos para que nos trasladen en buses al Glaciar Perito Moreno distante 78 Km de El Calafate. Muy abrigados ya que anuncian temperaturas en torno a 0°C. A las 11 en punto avisan que se viene la largada. La temperatura ambiente ha subido y debe estar en 5°C así es que me saco algo de ropa aunque decido correr con guantes y un pañuelo cubriendo las orejas. Quedo bastante adelante en 2ª fila. El primer kilómetro es todo en bajada y una fuerte pendiente. Bajo lento y me pasan muchos corredores. Optimista supongo que la mayoría va por los 10K. En el Km 2,5 hay una subida muy larga y comienzo a pillar a muchos. Es raro, me falta entrenamiento y subo bien y bajo muy mal. ¿No debería ser al revés? En el Km 5 algunos de los que van conmigo giran de regreso y yo sigo preguntándome cómo andaré en el plano, porque hasta ahora todo han sido subidas y bajadas. Les adelanto el final: No hay partes planas. En el Km 8 me afirmo en un grupo pero el juego sigue, me sacan 50 a 100 metros en las bajadas y recupero en las subidas. Cuando estamos cerca del retorno y veo pasar a cada uno de los punteros descubro que los mayores son los que van conmigo. Me ilusiono con hacer podio. También van conmigo las 2 mujeres punteras, un gringo muy desabrigado y un cabro muy joven. Giramos en los 10,5 en 47:50 lo que me parece estupendo dadas las características del circuito. En el retorno uno de los “viejitos” se escapa y lo pierdo de vista. A otro lo mantengo a distancia pero no logro alcanzarlo. Al mayor de los 4 lo mantengo incómodo a 50 metros atrás. Yo voy con el gringo y con Emilia, la puntera. Nos damos ánimo y ambos se preocupan cuando me quedo en las bajadas. Es tanto el dolor de muslos y pantorrillas que prefiero las subidas que las bajadas. En el 17 voy en solitario y aprovecho de apreciar el entorno, bosques de Lenga y Ñirre y una vista inigualable del brazo Rico del lago Argentino. Emilia, el gringo y el 2° viejito se fueron, no los veo ni en las rectas. Trato de no mirar para atrás, ya que voy tan contracturado y adolorido que temo caerme. Voy a llegar con lo justo, pienso. El ritmo ya no es el mismo, siento que arrastro los pies. El kilómetro de bajada que hicimos en la partida ahora tenemos que hacerlo de vuelta. Dan ganas de caminar. La ruta va serpenteando hacia arriba y veo a uno de mis rivales caminando 2 curvas más arriba. La gente apostada a la orilla del camino me grita que lo pille. Yo les hago un gesto de silencio con el dedo índice en la boca para no perder el factor sorpresa. Pero no resulta. Se gira, me ve y comienza a trotar. Estamos a 300 metros de la meta y la pendiente es brutal. Logró descontarle pero aún estoy a 30 metros. Cierro los ojos para hacer mi último esfuerzo y los vuelvo a abrir justo cuando lo tengo encima y sigo. Cuando paso él se detiene y camina. Yo hago los últimos 100 metros disfrutando el placer de la victoria. Después supe que en realidad el era de la 40-49. Igual gané la 50-59 y mi verdadero rival era el que venía 50 metros más atrás. Tiempo final 1:41:00. En la general en el puesto 21. Muy contento pero muscularmente destruido. Esta carrera hay que prepararla. Se debe hacer mucho trabajo de fuerza en subidas y bajadas y no se viene a hacer un PB (Personal Best) en la distancia. Imposible.
Trataré de estar nuevamente el próximo año, hacer los paseos pendientes, mejorar mi tiempo en la carrera y probar un par de restaurantes que tenían buena cara en la calle principal de El Calafate.
Ricardo Cumplido
Fecha de la carrera: Sábado 12 de abril de 2014