Si el venezolano Manuel Carreño hubiera sido runner de seguro hubiera incorporado un capítulo sobre cómo comportarse en los caminos, parques y pistas de atletismo. Nos hubiera dado indicaciones de buenas prácticas y comportamiento cívico y protocolo en su famoso libro sobre etiqueta y buenas maneras llamado Manual de Carreño, publicado por primera vez a mediados del 1800.
Digo esto porque muchas de las cosas que hacemos en nuestros trotes y competencias dejan mucho que desear. Nos estamos ganando fama de indolentes e irreverentes. Y algo de razón tienen nuestros críticos. Pero ¿Cuáles son las cosas que hacemos que provocan dicha molestia?
Algunas están relacionadas con el no cumplimiento de normas básicas de tránsito. Muy frecuentemente nos pasamos luces rojas y nos saltamos discos Pare sin mirar, cruzamos intempestivamente a mitad de cuadra, no corremos en sentido opuesto al tránsito para hacernos visibles, y pocas veces utilizamos luces o ropa reflectante. Tampoco es raro que utilicemos las veredas a toda velocidad rozando a peatones, sin avisarles, generando más de un susto involuntario. Invadimos las ciclovías, a veces somos verdaderas manadas.
No somos consistentes al tomar algunas decisiones cuando compartimos parques con los ciclistas, seguimos nuestra línea esperando que el ciclista adivine por cual lado debe pasar (no cuesta nada indicar con el dedo de la mano izquierda señalando nuestro pecho y el dedo de la derecha la dirección que tomaremos). Quienes utilizamos la pista muchas veces calentamos o trotamos suave por la línea interna y estorbamos a quienes están haciendo veloces repeticiones, otras veces giramos a favor de los punteros del reloj yendo “contra el tránsito” (en la pista siempre nuestro lado izquierdo debe ir hacia el centro).
Pero lo anterior no es lo peor. Hay cosas más graves. Orinamos en cualquier parte y a la vista de cualquiera, incluso cuando contamos con WC químicos. Botamos geles y envoltorios. ¿Qué cuesta guardar la basura y botarla donde corresponda? Los más exhibicionistas se cambian sin mucho pudor en lugares públicos. Dejamos los autos mal estacionados cuando vamos a competencias.
Pónganse por un minuto en el lugar de nuestros críticos y analicen nuestro comportamiento desde el prisma de ellos. Muchas veces he escuchado el argumento de que a los vecinos o automovilistas no les gusta el deporte. Me parece que no es necesariamente cierto. Sería como decir que no te gusta la música cuando le alegas a tu vecino que tiene la música a 100 decibeles a las 4 de la mañana, a propósito de esto, ¿es necesario conversar a todo volumen en nuestros trotes matinales despertando al vecindario?
Creo que llegó el momento de hacer un autoanálisis crítico de nuestro comportamiento. Nuestra imagen pública es de personas saludables, pero absortas en nuestro mundo individual. Nosotros mismos somos los únicos culpables de tener esa fama. Trabajemos en favor de no enturbiar la imagen de amantes de la libertad, vida sana y el medio ambiente. Aprendamos a convivir con peatones, ciclistas, autos y vecinos. De todos nosotros depende.
por Ricardo Cumplido y adaptado al Running por Adrián Rodríguez (2016)